Revista América Latina

Rusia, día 17: tócala de nuevo Pep

Publicado el 01 julio 2018 por Javier Montenegro Naranjo @nobodyhaveit

Qué daño han provocado Guardiola y su tiki-taka. Ahí está España, más de mil pases y un auto gol. O mejor, España ya no está. Se fue ante la anfitriona en un resultado impensable. Ahora todos recibirán palos: Lopetegui, Hierro, Piqué, De Gea, Aspas, Koke, y nadie hablará de un sistema que ya no funciona, ni de que no puedes ganar un partido teniendo el esférico, ni de la importancia de los goles. España cae eliminada haciendo lo mismo que le permitió ganar títulos. España es un gremio de constructores, y los cuatro arquitectos que debieran hacer su trabajo han sucumbido al pensamiento colmena. Pásala, que ya surgirá un espacio. Pásala, que es la mejor manera de jugar al fútbol. Pásala, que nosotros no pasamos de esta ronda.

Y de los penales ni hablar. Ahora la moda es tirarlos suaves y rasos, “engañé al portero y por eso lo cobro flojo”. Por eso también perdió España, por no reventarla, por no ser cruel y haber pensado, “si la detienes, te fracturas un hueso”. Por eso De Gea no detuvo ninguna, ni siquiera cuando atinaba o le pasaban a pocos centímetros de los pies. España también está eliminada por pasar el balón a las redes, y no cobrar los penales con los disparos de toda la vida. Pero de seguro, España seguirá pasando el balón; pásala, que ya llegará otro torneo.

Croacia llegaba de favorita y antes de los dos minutos ya se había tragado un gol. Mandzukic responde. Son dos carambolas, pura suerte, desorden y nervios. Al parecer, será una locura, una lluvia de goles, la masacre de la vida. Entonces llega el tedio, el sueño, las tardes de domingo son para dormir, no para ver fútbol. Se acaban los noventa minutos. Alguna ocasión clara hubo, pero nadie se acuerda, ni los jugadores. Comienza la prórroga. Todo sigue igual. Es insoportable mirar la pantalla. Dinamarca parece que aprieta, pero es solo una ilusión. Los penales asoman en el horizonte como un café por el que hemos esperado toda la tarde pero nos daba pereza preparar.

Entonces Modric, de los pocos genios que aún sobreviven al Mundial, saca un pase y deja solo a Rebic. Al frente, Schmeichel. Detrás de él, Jorgensen. Sangre fría, portero dribleado y en el momento de rematar, penalti. Modric, el genio, será el héroe. Modric, el capitán, recibirá su premio y marcará el gol de la victoria. Modric, el talentoso, falla. Una vez más, cobrado suave y abajo, como si diesen puntos extras por no pegarle fuerte al balón.

El resto es un trámite. Los penales solo sirven para levantar los ánimos o ponernos nerviosos, pero no para elegir al mejor equipo. Modric tiene suerte y su equipo gana. Nadie recordará su fallo. Schmeichel detiene dos penales más, pero no es suficiente. Subasic ha detenido tres. Rakitic marca el definitivo. Y no lo cobra fuerte, la tira suave, pegada al palo izquierdo. Qué triste. Uno del Barça la cobra suave y abajo como los españoles, y logra ganar. El fútbol es injusto; por eso, es mejor no pasarla y pegarle duro. Así al menos jodemos al portero rival.

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