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Saturando a los villanos

Publicado el 13 enero 2013 por Cinefagos

Saturando a los villanos

 Aquí no voy a criticar a los mencionados intérpretes que llevaron a cabo la labor de llevar al cine los villanos que vimos en las viñetas, si no más bien el aburrimiento que me ha producido su saturación en las múltiples entregas que nos ofrecieron.

Todos los grandes superhéroes tienen a sus grandes némesis. Su supervillano por excelencia. A veces pueden ser varios pero sobre todos ellos destaca uno que se ubica en lo más alto del podio.

Suele ser uno que ha puesto en no pocos apuros al héroe, que ha protagonizado historias recordadas por los lectores y que a la postre se ha ganado merecidamente su lugar. Batman tiene al Joker, Thor  a Loki, Spider-Man al Duende Verde, Lobezno a Dientes de Sable, el Capitán América a Cráneo Rojo, etc. Así que es lógico que en sus adaptaciones cinematográficas recurran a ellos de cara a presentar su primera película.

De tal manera también es lógico que Superman y los X-Men (aquí más conocidos como La Patrulla-X) tuviesen que recurrir a su otro lado de la moneda. Véase Lex Luthor y Magneto respectivamente. Buenísimos villanos interpretados por excelentes actores. Gene Hackman, Kevin Spacey (Luthor), Ian McKellen y Michael Fassbender (Magneto). Aquí no voy a criticar a los mencionados intérpretes que llevaron a cabo la labor de llevar al cine los villanos que vimos en las viñetas, si no más bien el aburrimiento que me ha producido su saturación en las múltiples entregas que nos ofrecieron. Y es que manda narices que a Lex Luthor lo hayamos visto en cuatro de las cinco entregas -no cuento la que se estrenará próximamente- que se han hecho del Hombre de Acero, mientras que lo de Magneto todavía sangra más, siendo su presencia inamovible en cuatro de las cuatro películas que se han hecho sobre los famosos mutantes de la editorial Marvel.

Saturando a los villanos

Este mismo año se cumplen treinta y cinco años del estreno de Superman (1978) en  los cines. Una obra recordada y que marcó un antes y un después -la verdad es que lo de antes no había por donde cogerlo- en las adaptaciones sobre personajes superheróicos. En ella se nos presentaba al enemigo por excelencia de Superman. Un hombre sin poderes pero con una considerable fortuna y una mente privilegiada, lo cual era su único punto a favor a la hora de enfrentarse al único superviviente del planeta Krypton.

Cierto es que que en Superman II (1980) los enemigos se multiplicaron. Siendo el General Zod (Terence Stamp) y sus secuaces los que ponían en apuros a Clark Kent y su alter ego. Pero nuevamente Luthor hacía acto de presencia, manipulando en cierta manera a los nuevos y poderosos combatientes.

Saltándonos Superman III (1983), donde parece que por fin quisieron dar un pequeño descanso al personaje, nos vamos directamente a Superman IV (1987). Una película que comenté hace ya un tiempo y que no tiene desperdicio. Bueno, realmente es un desperdicio cinematográfico, pero digno de ver por mera curiosidad y sus momentos cómicos de principio a fin. Una vez más, y ya sería la tercera vez, veríamos a Lex Luthor (Hackman debía de pagar alguna factura) como mente pensante y creador de uno de los supervillanos más patéticos del celuloide, El Hombre Nuclear.

Ante el descalabro de esta memez de considerables dimensiones (hay que tener en cuenta quien fué su productor) la saga se tómo un largo descanso de nada más y nada menos que 19 años. Superman Returns (2006) llegó de la mano de Bryan Singer con ganas, con ganas para que los fans vieran que su personaje tuviese un buen lavado de cara. Nuevo actor para intentar olvidar a Christopher Reeve (Brandon Routh), efectos especiales que podían quedar especialmente bien en el personaje y… NUEVAMENTE LEX LUTHOR. Ahora Hackman dejaba el testigo a Kevin Spacey. Otra vez, el pesado. ¿No había otro verdad? Brainiac, Doomsday… yo que  sé. Cualquier otro menos éste. Pues nada, nuevamente a recurrir a este personaje. A Dios gracias parece que Snyder en Man of Steel va a obviarlo y demostrar que no hace falta mostrar nuevamente a Luthor y sus planes maquiavélicos. Como se suele decir, ni calvo ni dos pelucas.

Ya en el 2003 (¡como pasa el tiempo!) Synger, nuevamente en la dirección, hace su propia historia cogiendo elementos de una de las mejores historias de los X-Men. “Dios Ama, el Hombre Mata”.

Saturando a los villanos

Hablábamos hace un momento de Lex Luthor, y ahora entramos con otro grandísimo personaje de los cómics. Su nombre real es Max Eisenhardt, aunque también se le conoce como Eric “Magnus” Lehnsherr. Ni que decir tiene que los que hayan seguido la trayectoria de los X-Men sabrán que el Amo del Magnetismo ha sido -ahora se ha reconvertido en héroe en los últimos tiempos- uno de los más emblemáticos villanos de dicho grupo. Recurrente en no pocos momentos y protagonizando momentos inenarrables (como cuando le quitó a la brava el Adammantium de los huesos a Lobezno).

Así que era lógico y normal que en el año 2000 Bryan Singer recurriese a él para protagonizar su duelo particular con Charles Xavier y sus estudiantes. Incluso vino acompañado de su particular Hermandad de Mutantes Diabólicos (diferente de la mostrada en las viñetas, ya que aquí nos encontrábamos con Mística, Dientes de Sable y El Sapo). Presentación de los personajes, origen y villano, todo correcto.

Ya en el 2003 (¡como pasa el tiempo!) Synger, nuevamente en la dirección, hace su propia historia cogiendo elementos de una de las mejores historias de los X-Men. “Dios Ama, el Hombre Mata”. Aquí en lugar de un predicador que quiere erradicar a los mutantes nos encontramos con William Stryker (Brian Cox), aunque nuevamente la presencia de Magneto se hace palpable y en cierta manera algo vital en la historia. Llevamos dos de dos.

He de explicarme, tal y como se muestra todo la presencia de Magneto y sus acólitos no canta demasiado. Tienen su importancia, pero a la postre empiezas a oler algo que en la tercera entrega se haría realidad, la dependencia del villano para contar cualquier historia que a los guionistas les plazca.

Llegamos a X-Men: The Last Stand (2006). La particular saga de Fénix Oscura llevada al celuloide. Es evidente que su fidelidad al cómic tiene que ser cogida con pinzas, sobre todo porque cada medio tiene sus ventajas y desventajas. Poder contar una cosa durante veinte o treinta números, poco a poco para llegar a la susodicha saga es una cosa, y otra bien diferente hacerlo en cien o ciento veinte minutos. Hasta ahí todo bien, aceptable. Pero una vez más, sería la tercera, Magneto tiene que estar ahí. Sí o sí. Sabiendo que Fénix (Famke Janssen) es una bomba nuclear andante, la cura del gen mutante de fondo y multitud de personajes (Juggernaut, Kitty Pryde, La Bestia, El Ángel, apareciendo por primera vez y ofreciendo un festín para los fans que querían ver a dichos personajes). La película, dirigida en esta ocasión por Brett Ratner, es considerada por muchos como la peor de la saga. Y la verdad es que no se equivocan, si bien es cierto que contiene elementos a los cuales se les podía haber sacado bastante más jugo y otros que quedan especialmente bien en pantalla (sigo diciendo que Fénix Oscura está impresionante en cada una de sus apariciones. Así como la escena de la casa donde mata a Xavier o el climax final con Lobezno).

Saturando a los villanos

Acabamos con la cuarta, sí cuarta, aparición fílmica de Magneto. Y antes de que me lluevan críticas a porrillo sin venir a cuento, tengo que decir que Michael Fassbender lo borda en X-Men: First Class. Su duelo con James McAvoy no tiene parangón, así como sus escenas individuales (la escena del bar con los nazis no se olvida fácilmente). Es decir, Fassbender es un Magneto cojonudo, simple y llanamente cojonudo. Difícilmente se puede contar el origen de los X-Men, donde Xavier empieza siendo amigo de Magnus sin la aparición de éste último, ¿no?. Pero ahí lo tenemos, cuatro de cuatro. Y cinco de cinco si sumamos X-Men: Days of Future Past que se estrenará el año que viene. Incluso ahí tenemos a los dos actores que lo han interpretado, McKellen y Fassbender.

Muchos podéis decir “hombre, también Lobezno o Xavier aparece en las tres de los X-Men”, pero realmente los héroes tienen que estar ahí, hay inamovilidad en cierta manera. Son los enemigos los que tienen que girar en torno a los superhéroes. Es como si James Bond si hubiese enfrentado en cinco películas consecutivas con el Dr. No, ¿no nos habríamos cansado? Pues esto es lo mismo en cierta manera.

Fdo: Snake   Saturando a los villanos


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