Wael Ghonim es un licenciado en informática y máster en administración de empresas, que impulsó la primera revolución por internet, guiando a través de las redes sociales Facebook y Twitter, el levantamiento que logró la caída de Hosni Mubarak.
Con apariencia de joven actor, gafas de intelectual y mirada brillante, Wael Ghonim, de casi 30 años, creó una página en la red social, con cientos de miles de seguidores, donde pedía salir a las calles el 25 de enero para exigir la caída del régimen de Mubarak.
Es la esperanza para agrupar a los jóvenes egipcios, demócratas, laicos, islamistas, cristianos, muchos de ellos profesionales y “bloggers”, que dejaron trabajos y familia para instalarse en carpas improvisadas en la emblemática plaza Tahrir (Liberación) de El Cairo.
En Túnez tuvieron a Mohamed Bouazizi, quien dio origen a las protestas que acabaron con el régimen de Ben Alí tras morir al quemarse a lo bonzo. Este informático en paro se prendió fuego delante del Ayuntamiento cuando la Policía le prohibió colocar su puesto de legumbres. Humillado por ser supuestamente abofeteado y escupido por una inspectora decidió suicidarse. Esta muerte se tradujo en una ola de protestas por todo el país que fueron reprimidas por el Gobierno y que desembocó en la caída del régimen.
Por el contrario el 15-M de lugares tan dispares como New-York Paris o Madrid, no tiene una cabeza ni nada que se le parezca, características que les alejan de la "Primavera Árabe" o de otros movimientos históricos de protesta. Yo diría que sin cabeza no es posible hacer nada y mucho menos con una filosofía apolítica.
De la misma manera que considero que nadie es ateo, nadie es apolítico. La humanidad ha tenido siempre sus dioses, sean divinos o terrenales, siempre han estado ahí; todos sabemos cuál es el dios de Emilio Botín y cuál el de Bill Gates; el de Netanyahu (que no es Yahveh por supuesto) o el de Lady Gaga. El que se considera a sí mísmo sin inclinaciones políticas simplemente está conforme con el sistema en el que vive y no ve la necesidad de participar activamente en él, o -como es el caso de los indignados- el hecho de estar en contra del sistema, ya es una opción política.
Personalmente considero lamentable que haya tanta religiosidad en el mundo y no me gusta ninguna de las conocidas, ni me gustan sus dioses rigiendo los destinos humanos; mi opción es situarme lejos de todos ellos para que no coarten mi libertad de pensamiento. De la misma manera, el sistema político que está rigiendo los destinos del mundo hoy día, me parece un desastre y me desmarco de él por completo, cosa que ya es de hecho una opción política.