Revista Cocina

Síntomas de un sistema nervioso desregulado

Por Evamuerdelamanzana

Síntomas de un sistema nervioso desreguladoReconocer las señales y los síntomas de un sistema nervioso desregulado es nuestro primer paso para poder empezar a regularnos. En este artículo verás algunos de los síntomas y signos más habituales que tienen las personas con un sistema nervioso desregulado. 

Tienes problemas para dormir y fatiga durante el día

No estás durmiendo bien y te sientes agotado durante el día. Habitualmente, tus días se llenan de bostezos y café para intentar combatir tu somnolencia y el hecho de que ves transitar tu existencia en “modo zombi”. Te cuesta concentrarte y llevar a cabo tus tareas diarias como lo hacías antes debido a la falta de energía. También te resulta difícil realizar actividades sociales con tu familia o amigos y motivarte, tanto para el trabajo, como para el ejercicio o las actividades lúdicas.

Es común que la desregulación del sistema nervioso interrumpa el ciclo del sueño debido a las dificultades que tiene para relajarse durante las horas de descanso.

Otro problema que puedes experimentar es a la hora de regular tu temperatura y frecuencia cardíaca, y esto también afecta a la hora de conciliar o mantener el sueño toda la noche. Por ejemplo, si tu ritmo cardíaco está constantemente elevado o sientes demasiado calor o frío a pesar de la temperatura real en tu dormitorio, esta mala regulación de los sistemas de tu cuerpo podría ocasionar que pases toda la noche dando vueltas. 

Te sientes nervioso y desbordado todo el tiempo

Una de las principales alertas de la desregulación del sistema nervioso es tener una constante sensación de agobio. Esto sucede cuando no eres capaz de soltar el control o sientes que se te demanda demasiada de tu atención y energía en un momento dado.

La sensación que puedes tener es la de no poder estar al día con todo, y estás constantemente nervioso y preocupado las tareas, situaciones y compromisos que tienes por delante.

Tiendes a vivir estresado y sientes agobio constantemente, incluso cuando aparentemente las cosas están tranquilas y parece que todo va bien. No te puedes relajar ni disfrutar de esos momentos pacíficos de tu vida porque te cuesta calmar la mente lo suficiente como para entrar en ese estado de relajación. En su lugar, estás constantemente preocupado por las cosas que tienes que hacer, por tu trabajo, tus relaciones, tu futuro, cualquier decisión, etc.

A menudo estás irritable, susceptible y tu comportamiento es reactivo

Si sientes que estás constantemente a punto de estallar, enfadarte por algo o salirte de tus casillas, esto podría ser una señal de que no estás gestionando bien tu estrés emocional.

Puedes sentir frustración e inquietud, e incluso las cosas más insignificantes pueden desencadenar una reacción intensa porque sientes que tienes demasiado encima y no eres capaz de gestionarlo, y esa presión se va acumulando dentro de ti.

Tus reacciones en ciertas situaciones tienden a ser exageradas, y te cuesta controlar esas sensaciones y reacciones. Posiblemente te molestes, frustres o enfades con facilidad por cualquier cosa que no debería de generar este tipo de reacción, y tu estado de ánimo puede cambiar rápidamente sin ningún motivo. Por ejemplo, en un momento puedes sentirte feliz y al cabo de poco tiempo pasar a la tristeza, oscilando de un extremo al otro sin previo aviso ni avance gradual.

Esto es algo que acaba afectando a tus relaciones con los demás y contigo mismo. 

Falta de atención y concentración crónica

Cuando el sistema nervioso está en alerta máxima, es difícil concentrarte porque tu sistema nervioso siempre está atento al peligro. Incluso si no te encuentras en una situación peligrosa, tu cuerpo se mantiene en alerta, y esto dificulta la concentración o la capacidad de enfocarte en objetivos a corto, medio y largo plazo.

Lo vas notando porque por ejemplo ves que te cuesta concentrarte en tareas y conversaciones con las que anteriormente no hubieras tenido ningún problema. O tal vez extravías cosas, se te olvida realizar alguna gestión o recado, pierdes el hilo de tus pensamientos cuando hablas con los demás, o todo esto y más a la vez. Generalmente te sientes menos capaz , ¡o todos estos síntomas al mismo tiempo! Sientes que no eres tan capaz, inteligente y rápido como otras personas.

Antojos y cambios extremos de apetito

Tus niveles de apetito pueden subir y bajar: en un momento dado podrías sentir hambre constantemente, o pasar al otro extremo. O tal vez tengas atracones sin motivo aparente, sintiendo la necesidad abrumadora de repente de ingerir grandes cantidades de comida. Esto se debe a que tus hormonas del estrés están constantemente cambiando, y esto a su vez puede causar cambios en tu apetito.

Esto podría ser una señal de que algo no está bien con la forma en que tu sistema nervioso regula tu metabolismo.

Tienes dolor y enfermedad crónicos

Los factores estresantes de la vida, como el estrés crónico, el trauma y las enfermedades, pueden provocar una desregulación del sistema nervioso, y viceversa. La desregulación crónica del sistema nervioso también puede provocar cualquier tipo de dolor y enfermedad crónicos.

Quizás ya has visitado a varios médicos, especialistas, terapeutas, fisioterapeutas y más, que solo te ayudaron a sentir un alivio temporal y no soluciones a largo plazo. En este caso, podrías estar experimentando una desregulación del sistema nervioso.

También es posible que experimentes síntomas y brotes de dolor sin ninguna causa o desencadenante aparente. Esto a menudo es una señal de que tu cuerpo ha estado experimentando altos niveles de excitación del sistema simpático durante un tiempo prolongado, lo cual ha provocado todo tipo de problemas físicos con el tiempo.

Es posible que sientas dolor o enfermedad durante mucho tiempo, incluso esforzándote por comer bien y hacer ejercicio, y que sientas que tus síntomas nunca desaparecerán. Y acabas en un ciclo frustrante de visitar todo tipo de profesionales sin resultados consistentes y duraderos. No es solo físico, tampoco; a veces, como he comentado antes, tienes problemas para dormir bien o para concentrarte en otra cosa que no sea la intensidad del dolor que sientes.

Síntomas inmunológicos y hormonales

Nuestro sistema nervioso regula todos los sistemas del cuerpo, por lo que uno de los síntomas más comunes de desregulación es tener una respuesta inmunológica reducida o excesiva, así como desequilibrios hormonales.

Problemas de la piel y del sistema digestivo

Las personas que padecen afecciones como la rosácea y el síndrome del intestino irritable a menudo sufren de un sistema nervioso desregulado. Es habitual que un médico te diga que «reduzcas el estrés» en tu vida, pero todos sabemos que no es tan sencillo como esto. El estrés forma parte de nuestra vida cotidiana, y el común de los mortales no puede simplemente eliminar factores estresantes e irse a vivir en medio de la montaña y tumbarse todo el día a escuchar el canto de los pájaros. Por eso, ante un comentario así, te costará entender qué hacer y cómo sanar.

Una vez que cuidas de la salud de tu sistema nervioso y creas un sistema resistente y regulado, estos problemas de la piel y el sistema digestivo disminuyen.

Tienes una sensibilidad aumentada a los estímulos sensoriales

Te sientes fácilmente sobrepasado por los estímulos sensoriales fuertes y es muy posible que te identifiques como una  Persona Altamente Sensible  (PAS). Los ruidos fuertes, ciertos olores, las luces deslumbrantes y estar en grandes multitudes, entre otros estímulos sensoriales te pueden resultar difíciles de gestionar, llegando incluso a experimentarlos como dolorosos o desagradables.

También es posible que tengas una fuerte reacción al dolor y/o que te irrites o estreses con facilidad por cosas pequeñas que a los demás no les afectan, como el desorden o el sonido de alguien masticando. Puede que sientas que te estás volviendo una persona con más miedos, ansiedad o depresión porque la información sensorial te resulta abrumadora.

Eres muy sensible a los estados emocionales de otras personas

Puede que alguna vez hayas pensado que eres una persona empática o que te identifiques como tal. Pero tu sensibilidad a los estados emocionales de otras personas está dañando tu salud física y mental a largo plazo. Sientes la necesidad de cuidar de otras personas, incluso cuando no te lo piden. Y no importa cuánto hagas, nunca va a ser suficiente y acabas agotado y sintiéndote resentido hacia la persona que está consumiendo tu energía. 

¿Cómo mejorar la desregulación del sistema nervioso?

Reconocer estos síntomas y signos es extremadamente importante, ya que si no tratamos un sistema nervioso desregulado, esto a la larga puede provocar complicaciones y síntomas graves.

Con el tiempo, la desregulación crónica puede contribuir a la ansiedad y el agotamiento, dolor crónico, desequilibrios hormonales, un sistema inmunológico debilitado y sin capacidad para defenderte y trastornos del sueño.

Tras reconocer que nuestro sistema nervioso está desregulado, lo siguiente que hay que hacer es aprender a volver a regularlo, y es algo que está al alcance de todo el mundo. Sin embargo, esta regulación no es algo que se consigue aplicando un consejo, ni con una sola consulta, ni podemos esperar solucionarlo de un día para otro, especialmente si llevamos muchos años alimentando la desregulación de nuestro sistema nervioso. Es importante ser conscientes de que hay que abordarlo de forma multifactorial, con cambios diarios y constancia.

Y a pesar de que verás mucha información acerca de la gestión del estrés o prácticas de relajación y mindfulness, que por supuesto también nos ayudarán y beneficiarán a nuestro sistema nervioso, es muy importante emplear un enfoque que combine de forma integral técnicas de reentrenamiento cerebral y recableado del sistema nervioso, prácticas somáticas basadas en la teoría polivagal, el trabajo con el nervio vago, embodiment y respiración, trabajo de partes y del niño interior para sanar síntomas y un modelo de resolución del trauma.

Lo bueno es que con una combinación adecuada de intervenciones, con el tiempo podemos regular nuestro sistema nervioso, mejorando nuestra calidad de vida y nuestro día a día.


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