Revista Cocina

Sitges y su romance con el Slow Food

Por Baco Y Boca @BacoyBoca

El Mercat de la Terra de Sitges inició una nueva etapa el pasado 25 de noviembre. Una edición fuera de la fecha habitual, que será cada primer sábado de mes. Hablamos de nueva etapa porque en su momento el Mercat de la Terra estuvo presente durante varios meses en la población del Garraf, pero desapareció durante un tiempo para replantearse si como lo estaban haciendo era la mejor forma para poder atraer a más público.

Sitges y su romance con el Slow Food

Deseosos de visitas que fueran receptivas a la filosofía del producto de proximidad, la artesanía y la sostenibilidad y pensando sobre todo en un público fiel y no turista, el primer cambio que se aprecia es su ubicación. Ahora se celebra en la Plaça Catalunya, una zona del municipio alejada del paseo marítimo (todo lo alejada que puede ser en una población pequeña), en el centro urbano habitado por un vecindario que vive allí durante todo el año. De hecho, es la misma plaza donde se ubica el mercado convencional. De esta forma se aprovecha el flujo de clientes natural que ya va a comprar al mercado municipal. El barrio que los acoge son el objetivo de esta organización que pretende animar a que se consuma el producto más cercano organizando, además del propio mercado, actividades lúdicas para toda la familia que amenicen la jornada.

El Mercat de la Terra de Sitges es el primero y único Mercat de la Terra acreditado por slowfood en el país, título conseguido después de un año de trámites y certificaciones necesarias por parte de la organización Por lo que sabemos, hay otros mercados que ya han solicitado dicho certificado, desconocemos si a fecha de hoy alguno más ha podido conseguirla.

Sitges y su romance con el Slow Food

Es Slow Food la organización que se encarga de otorgar los certificados. Se fundó en 1989 como movimiento contrario al fast food más radical que cogía fuerza en esa época. Una comida rápida sin miramientos de ningún tipo que rozaba lo insalubre se ganaba a pasos agigantados un público que no reflexionaba sobre las consecuencias de una alimentación de ese tipo. Hoy, la organización mundial está totalmente consolidada con más de 10.000 miembros que utilizan diversas fórmulas para promover los productos que corresponden a tres conceptos: Bueno, limpio y justo. Dicho de otra forma, productos locales, de temporada, y para cuya obtención se hayan utilizado procesos tradicionales, poco o nada agresivos con el medio ambiente y las condiciones de trabajo y que el precio sea justo para las dos partes: consumidor y productor.

Su filosofía más o menos es conocida por todos. El concepto de kilómetro 0 ha sido incluso algo prostituído llegándolo a ver como descripción de una hipoteca... en fin. La parte positiva que podemos sacar de todo esto es que la idea, el concepto, ha calado.

Sitges y su romance con el Slow Food

Porque al final el poder está en el consumidor. Nosotros somos quienes, de alguna forma, tenemos en nuestra mano conseguir que la vida de este tipo de mercados sea más o menos larga. Si no hay cliente, el productor buscará otra salida a su producto o desaparecerá, optando por otra actividad que le de menos dolores de cabeza y le permita ganarse la vida.

Para evitarlo, debemos concienciarnos de que una de las grandes ventajas del Mercat de la Terra de Sitges, es poder tratar directamente con el productor. Tener la oportunidad de que nos expliquen qué y cómo lo hacen no se da en un mercado convencional donde normalmente a quién encontramos es a un intermediario entre nosotros y el productor.

En concreto este Mercat de la Terra defiende por ejemplo, la Malvasia de Sitges, que sobrevive en el corazón del pueblo gracias al Hospital de Sitges, que hoy está funcionando como residencia geriátrica. Dentro del recinto del Hospital se conservan algunas de las viñas más antiguas de esta variedad que ha conseguido que hoy, además de la malvasía dulce también se elaboren otros vinos como espumosos o pasados por barricas. Un éxito de la perseverancia de algunos defensores que han mantenido las viñas vivas, como el mismo personal de la organización del hospital, voluntarios, cocineros, sumilleres y otros anónimos. Cada uno, su grano de arena.

Sitges y su romance con el Slow Food

Algo parecido ha sido lo que ha sucedido con los espigalls, de los que ya os hablamos en su momento y que poco a poco, gracias a la concienciación y a un trabajo de zapa han conseguido que más de un agricultor no tire la toalla definitivamente.

Y es que la situación no ayuda, todo hay que decirlo. Estamos acostumbrados a lo fácil, a comprar lo que nos gusta en cualquier momento y a tenerlo todo al alcance de la mano. Pero ¿no es quizá, esa inseguridad de encontrarlos o no la que dota a estos productos de este éxito? Es posible que si tuviéramos espigalls envasados en las grandes superficies como están los cogollos o la lechuga romana, poca gente les dedicaría un mínimo de atención.

Otros productos más conocidos también está presentes. Además de productores, encontraremos elaboradores artesanales que transforman estas pequeñas joyas manipulándolas con el máximo respeto para llegar a darle unos formatos más atractivos como mermeladas, pasteles, aceites, sopas o salsas. Es otra vía para enseñar al cliente las posibilidades que tienen lo que allí podemos comprar.

No hay que hacer ningún sacrificio extraordinario. Simplemente se trata de sentir cierta curiosidad por aquello que, aunque existe desde siempre, aún no hemos probado. Todos ellos, los productos, los productores y los elaboradores viven de lo que hacen tenga salida en el mercado. Para eso es necesario que nosotros, el público, los demande.

Así que, la mejor forma es, de momento, acudir al Mercat de la Terra de Sitges para probar, aprender y averiguar que encontrar de nuevo cada semana dependiendo de la temporada.


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