Las tartas son versátiles, ricas, rápidas porque podemos prepararlas y dejarlas listas de un día para otro o de la mañana para la noche; incluso, en una media hora, nos aseguran tener listo el almuerzo o la cena sin mayores complicaciones. Pueden pre cocinarse y lograr, así, que manejemos mejor nuestros tiempos. Dulces o saladas, tradicionales o más exóticas son bienvenidas por nuestras familias y amigos. Nos permiten comer con las manos en un almuerzo informal o un picnic, o sentaditos a la mesa con cubiertos de plata de la abuela. Admiten las harinas de siempre o la incorporación de semillas, hierbas, condimentos e incluso otras harinas que varían sus sabores y resultados.
Será por todo esto (y, seguro, algunas razones más) que me gustan mucho y que las preparo frecuentemente y con variados rellenos. No es la primera vez que les presento una tarta (de hecho, con una de ellas arrancó esta aventura llamada blog); eso sí, en esta ocasión, se trata de una tarta completa. ¿Qué es eso de "completa"? ¡¿Acaso las demás eran incompletas?! No, claro que no. A ninguna de mis tartas les falta nada. Pero, en las propuestas anteriores, sólo preparábamos la base de masa de la tarta y, en esta oportunidad, la haremos "completa" porque llevará base y cubierta de masa.
Claro que si estás en plan de dieta (o de comer menos harinas), podés prepararla con la masa de base nada más. En mi caso, suelo hacer todas las tartas petisas (porque uso molde de pizza, que es más ancho y bajito que el de tarta) y con masa en la base únicamente. Dejo a tu gusto esa elección porque el relleno que prepararemos admite una tarta tapada o destapada sin mayores inconvenientes.Para la masa necesitarás los siguientes ingredientes (la mitad de harina y sal si sólo vas a preparar la base de la tarta).
Esta masa no necesita muchos preparativos previos, ni requiere que la pongas a enfriar en la heladera una vez que la tenés lista. Puede prepararse y usarse en el momento.
En un bol, colocá 2 cucharaditas de sal y añadí 150 cc. de agua natural. Una vez que disuelvas la sal en el agua, añadí 1/2 pocillo (puede ser un poquito menos) de aceite neutro. De a poco, agregá 350 gramos de harina leudante e incorporá todos los ingredientes con la ayuda de un cornet (espátula de panadería de plástico o metal que se emplea para amasar sin tocar la masa con las manos). Luego, con las manos, da forma al bollo, dejándolo con una textura lisa y suave.
Si lo deseás, podés llevarlo a descansar, tapado con papel film, a la heladera por unos 20 minutos. Caso contrario, podés separar con el mismo cornet los dos bollitos (uno más grande y otro un poco más pequeño: el más grande lo emplearás para la base de la tarta, el más pequeño será la cubierta) de masa para las tapas de la tarta.
Con palote y sobre la mesa ligeramente enharinada, estirá el bollito de mayor tamaño hasta alcanzar una medida un poco más grande que la de la base de la tartera que utilizarás.
Para que la masa no se te pegue, doble, deforme..., con el mismo palote, la enrollarás y la deslizarás sobre la tartera apenas enaceitada. En caso que la masa sea más grande que la tartera en cuestión, quitarás los excedentes y realizarás unas tiritas, nudos o moñitos que podés poner a cocinar para entretener a los más chicos (y no tanto) cuando comiencen a preguntar "¡¿A qué hora comemos?!" con insistencia (A propósito, por qué empiezan las letanías justo en el momento mismo en que emprendemos la tarea de preparar la comida, no antes. Pareciera que nos ven con la cuchara de madera en la mano y, entonces, recuerdan que tienen estómago para alimentar. En fin, será cuestión de analizar el asunto con más dedicación en alguna otra oportunidad... Jajajaja).
Ahora nos dedicaremos a preparar el relleno. Para ello, vas a necesitar:
Cortá en juliana 4 cebollas grandes y picá 1/4 de morrón rojo y 1/4 de pimiento verde. Además, lavá muy bien y partí en mitades 200 gramos de tomates cherry sin quitarles piel, semillas ni nada.
En una cacerola, colocá 1 cucharada de aceite neutro y allí rehogá las cebollas y los ajíes, condimentando con sal, pimientas (negra, blanca, verde y rosa) recién molidas y orégano. Cuando la cebolla se ponga traslúcida, agregá los tomates cherry y condimentá con romero, más pimienta y orégano, ajo, tomate y albahaca deshidratados y ahumados (que ayudarán a acentuar el sabor de la preparación).
Cuando el relleno esté listo (las cebollas bien traslúcidas, los sabores integrados y los tomatitos algo arrugados), sobre la masa que habías dejado reposando en la tartera, volcá el relleno.
¡¿Cómo?! ¡¿No tengo que llevar la masa a pre cocción antes de ponerle el relleno y cubrirla de porotos, garbanzos, piedritas, sal o algún otro peso?! No, no necesitás cocinar la masa previamente, antes de rellenarla. No te preocupes ni me mires con esa cara de desconfianza porque no encogerá (es de buena confección) ni quedará toda blandengue. Haceme caso; sólo rellená la tarta...
Pero, esto no termina aquí: vamos a añadir más sabor (todavía) a esta receta. Si hay un ingrediente que combina a la perfección con la cebolla y el tomate es el queso. Sí, señor. Vamos a añadir queso en cubitos y queso rallado a este relleno para convertirlo en una verdadera delicia.
Cortá 200 gramos de queso fresco (en mi caso, bajo en grasas) en cubos y repartilos sobre el relleno anterior. Además, agregá una tupida lluvia de 200 gramos de queso rallado o en hebras (yo elegí la combinación de pategrás y provolone) bajos en grasas. Por encima, colocá orégano seco y un toque de pimientas recién molidas.
Llegó el momento de ponerle la tapa a la tarta. Estirá con palote la porción más pequeña de masa (que habías dejado reservada) y, con ella, cubrí el relleno.
Mojá un pincel de cocina en agua apenas tibia, pincelá la cubierta de masa y dejá caer encima semillas de sésamo integral (puede ser blanco, negro o un mix de sésamo).
Cociná en horno fuerte hasta que se dore la cubierta.
Acompañá este plato con una ensalada de rúcula o de hojas verdes.
Me gusta la cocina sencilla - diríamos algo rústica - y esta receta sintetiza muy bien mi estilo y mi propuesta: se puede cocinar en casa, para comer solos o acompañados, con ingredientes simples de conseguir (o esos que siempre tenemos en la alacena y la despensa) y lograr platos sabrosos, sanos y que no requieren de un curso en Le Cordon Bleu para lograr buenos resultados.
Podés reemplazar las cebollas comunes por cebollas moradas y los tomates cherry por la variedad de tomates que se dé mejor en tu zona.
También podés incorporar albahaca fresca y tu tarta se convertirá en una caprese muy interesante.
Aquí está, ésta fue otra tarta rápida (y sencilla de preparar) que dejó un aroma a cocina mediterránea en mi corazón por un buen rato. Para compartir y pasar la receta, para disfrutar de una cena familiar, para improvisar cuando se nos agotaron las ideas, para deleitarte con ese queso que se derrite y se entremezcla con los sabores a cebolla, tomate, orégano, albahaca y ajo...
Probala y contame qué te pareció. Hasta la semana que viene y ¡Bon appétit!