¡Y agosto terminó! y por ello lo despedimos la última semana con tres vinos de los que considero “clásicos” o al menos algunos lo intentan ya que en la elaboración de un vino además del terruño y la casta cuenta y mucho el clima, y no podemos dejar a un lado la existencia de ese cambio climático que también afecta al resultado final de tan “noble bebida”.
Así, y gracias a un buen amigo de mi hija, cayó en mis manos un Monte Real GR 1998 que me hizo recordar las excelentes sensaciones de sus hermanos mayores el GR 1964 y GR 1970, de los que aún consevo algunas botellas para disfrutar en una época más propicia, al menos para mí: el otoño y acompañados de un buen plato de chuchara o de una buena receta de setas de temporada.
El GR 1998 se muestra bonito en copa, rubí con ese menisco atejado que lo hace legante. Una nariz de gusto “clásico” aunque con notas más marcadas de fruta roja madura. Notas de cueros, pelo de animal, apuntes lácteos, alhacena, sutiles apuntes de almizcle y ligeros tostados. Complejo. Boca fresca, con muy buena acidez y taninos sedosos que le dan ese toque de refinamiento y buen gusto. De mediano recorrido pero agradable en el que las notas terciarias acaban dominando la retronasal. De trago largo para deleitarse.
El segundo vino aún siendo también un 98 cambia de registros, de zona y de uva: Schlossgut Diel Dorsheimer Burgberg Riesling Spätlese 1998.
Elaborado con riesling y con 8% vol. muestra un color dorado limpio y brillante, atractivo. En nariz notas iniciales de hidrocarburos que desaparecen en agitación dando lugar a apuntes cítricos (pomelo), minerales (pedernal), ligeros dátiles y orejones, notas de toffe. Paso de boca elegante, armonioso, sin aristas, fresco pero con personalidad en el que las notas cítricas y minerales marcan el compás. Largo y adictivo. Realmente le ha sentado muy bien a este vino el paso del tiempo porque es un disfrute de inicio a fin. Según mi buen amigo Lluis Pablo ya iría más por un kabinett de los de hoy en cuanto a sensación de dulzor, y tiene razón.
Por útlimo, y conociendo mi “adicción” a los vinos del Marco, nada como disfrutar con un excelente vino de la “factoría Navazos”: La bota de PX Nº 36 “Bota NO”.
Qué decir ya de este vino que en vista muestra un color casi negro, opaco, con menisco yodado. Denso y tintando la copa con ese color de yodo, precioso. En nariz despliega una batería de aromas entre los que predominan las notas de dátiles, pasas, higo seco, naranja confitada, balsámicos, café,… Y una boca potente, pero fresca, golosa pero sin empalagar, largo, largo, sin fín. Elegante, de chimenea y a disfrutar pensando en el bien y en el mal, en lo humano y en lo divino, en John Wayne o en Maureen O’Hara viendo Río Grande.
Por cierto, ya pueden empezar a guardar la ropa de verano e ir sacando los vinos para el otoño. ¡Salud!