Un ghost writer es para los americanos lo que nosotros en España denominamos "negro", aquella persona que escribe un libro por encargo y cuya autoría se atribuye a la persona que lo ha contratado. El ghost writer de Polanski es Ewan McGregor, y su cliente Pierce Brosnan, que interpreta a un ex Primer Ministro británico al que se le acusa de colaboracionismo en crímenes de guerra.
La película está basada en la novela "El poder de la sombra", de Robert Harris y arranca con una muerte sospechosa: la del primer escritor que redacta las memorias del ex Primer Ministro.
Si algo de bueno tiene la película (desconozco por completo la novela) es la tensión que genera a partir de casi nada. La localización (una casa junto al mar en una isla en pleno invierno), la música y los personajes estirados hacen que, sin tener ni idea de lo que está ocurriendo, pases toda la película con la sensación de que algo muy malo se esconde en algún lado. Es un logro que, sin desvelar el dato oculto prácticamente hasta el final, te atrape la trama como si hubieras visto la bomba de relojería dentro del cajón.
Lo de poner a Brosnan en el cartel es lo que no entiendo, cuando realmente el protagonista absoluto es McGregor, pero bueno, esto es sólo un pensamiento en voz alta.