El humor británico es complicado. Y éste lo es mucho más, puesto que las sonrisas sólo aparecerán si ya se conoce -y se aprecia algo- a los dos actores principales que se interpretan a sí mismos. Cómicos desde el principio de sus carreras, los dos british recurren continuamente a la imitación de personajes famosos para romper la poca química entre ellos; y con el público. Humor para amigos y gente seria con un humor peculiar pero poco amante de las carcajadas.
Steve Coogan (él mismo sobre sí mismo) tiene que hacer una reportaje para el diario The Observer sobre los mejores restaurantes del país. Un viaje ideal para compartir con su pareja. Sin embargo, ésta le abandona justo antes de partir y Coogan recurre a su amigo Rob Brydon como compañero de aventuras.
La historia transcurre entre manteles y entre trayectos de viaje entre un restaurante y otro. Alguna cana al aire y pocas bromas que no contengan algún nombre conocido terminan de conformarla. El guión es débil, rozando el documental cómico por la inexistencia de nudos, desenlaces o cualquier tipo de acción insignificante.
La recomendación es comprobar la compatibilidad con este humor antes de acudir a ver la cinta: en caso de no llegar al 100%, abstenerse de cualquier tipo de contacto con los humoristas.