Larga vida al libro.
Asomé al mundo
y alguien lo registró en un libro.
Desde mis primeros recuerdos,
junto a mi almohada.
Compañero en mis noches:
ángel y amante.
Tuve hambre
y me zampé sus letras.
Dulces, agrias, insípidas…
He probado de todas.
Sentí sed
y la sacié con sus conocimientos.
Algunos colocaban.
Busqué un porvenir
y allí estaban ellos,
los libros,
herramientas.
A mi alma tocaron desamores,
lutos y otras penas.
Me salvó mi terapeuta de celulosa,
paño de lágrimas,
medicina, mago.
De mi vida nacieron otras.
Había que escribirlo.
¿Dónde mejor que en sus páginas?
Llegaron a ocupar,
dentro de mí, tanto sitio,
que alguno quiso salir.
Y lo hizo.
¿Y en la despedida?
Dejadme arder con uno,
para que sus cenizas,
fundidas con las mías,
se lleven el frío.
Yo me iré,
pero él SE QUEDA.
Todavía va a tener arreglo
el mundo…