Revista Cocina
¡¡ Osú qué caló !!
Y es que hace mucho calor en mi tierra, por lo que, qué mejor remedio que agua fresca del botijo, ponerse a la sombra y un buen abanico.
Ese botijo blanco, de arcilla clara, tecnología ancestral, con el frescor más puro, como el agua del pozo o de la corriente de un arroyo, manantial de agua fria como por arte de magia; colocado sobre un plato en la cocina, resguardado en la parte trasera y más fresca de mi casa, con la boca grande cubierta con una labor de blanco croché, bien amarrada con un lacito, para que no se colaran los mosquitos.
Y el abanico, de quien el genial escritor Gomez de la Serna decía que una dama sin él, era cual caballero sin espada. Esos abanicos que mi madre siempre tenía a mano y que no soltaba en todo el verano, bien para darse sombra o para abanicarse con ése arte y salero de las mujeres malagueñas. Abanico indispensable en una época, en un tiempo en que el calor, “la caló” como ella decía, las calores y el colorín, de los días tórridos se olía y se sentía en el alma, como un estado de ánimo más.
Abanicos que yo sigo usando como ella….y del que sigo disfrutando como lo hacían mis mayores.
Por desgracia, en la actualidad éste artilugio, imagen de la España "cañí" ha dejado ser incluso un complemento y cada día es menos utilizado, relegado al igual que los botijos por la alta tecnología.
Aunque los abanicos surgen con el origen mismo del hombre, han estado presentes en la vida cotidiana y ceremonial en todas las culturas desde la antigüedad; usado incluso para avivar el fuego, para dar frescor, ahuyentar insectos, incluso como símbolo de poder, distinción e incluso una forma de expresión.
Por cierto, la palabra abanico viene del latin “vannus” (bieldo, criva)..de la misma raíz que “ventus”…viento.
De su origen, una vez más los primeros testimonios nos llegan de las pinturas y bajorrelieves del Antiguo Egipto. (más de 4000 años A.C.). Aunque en la milenaria China, ya se utilizaban elaborados con plumas de faisán, con su forma rígida que conocemos como “pai pai”.
Los primeros abanicos plegables, existen estudios que indican que apareció en Japón 700 años antes de nuestra era, cuyo mecanismo se basa en las alas de los murciélados, de hecho se les llamó “komori” que significa murciélago concretamente.
En nuestro país, durante siglos ha sido complemente indispensable en el vestuario de las señoras. Utilizándose materiales de auténtico lujo, sedas, piedras, preciosas…..hasta los más humildes, madera y simple tela o papel; pero con la misma finalidad: aliviar las calores.
Aliviar las calores, complemento al vestir y objeto de seducción imprescindible en la coquetería femenina, sin dejar atrás que es una forma de expresión y un icono de la mujer andaluza.
No hay que olvidar que los abanicos ha sido vehiculo de un lenguaje invisible, expresando sentimientos e incluso pasando contraseñas con la más variada finalidad: unos pequeños golpes continuados reclamarán la atención del “descuidado”, un abrir y cerrar rápido indica impaciencia o alegría, cerrarlo rápidamente daba a entender cierto enfado, apoyarlo en la zona del corazón decía “te quiero”, si tocaba el pelo insinuaba “pienso en ti”….y cuantas veces un abanico ocultaba risas y murmullos, dejando asomar los grandes ojos de las mujeres españolas por encima de él, siendo el abanico como una varita mágica cuyo poder se siente más fácilmente que se explica.
Un abanico siempre en mi mano y en ésta ocasión también mientras cocino, porque: “Osú qué caló hace cocinando”.
Pero ¿Cómo me podía resistir preparar ésta receta para mi marido con lo que sé que le gusta el tuétano?
Publicó la foto en las redes sociales mi admirado Dani Garcia (si es que Mi cocina, es “Su cocina”, tantas y tantas recetas que me ha aportado, con la que hemos disfrutado en casa y que quedan impresas en éste blog). Un plato que prepara y presenta en su genial Restaurante "BIBO" Andalussian Brasiere Tapas , ubicado en Marbella; donde el gran Chef malagueño está más "bibo" que nunca....
¿Como prepararla?….al no tener su receta, dejé volar mi imaginación y así la hice….
He de reconocer que me queda mucho que aprender, igual la preparación no es, culinariamente hablando, la correcta, pero puedo asegurarles que el resultado es sencillamente espectacular, delicioso…..
Ingredientes:
Dos huesos de tuétano de ternera, medio vaso de vino tinto (he usado un buen Rueda), cuatro cucharadas soperas de ron añejo, media cebolla blanca (si es pequeña una entera), un vaso de caldo de concentrado de carne (he usado una cucharada sopera de Bovril disuelta en agua), sal, tres cucharadas soperas de mantequilla.
Los pasos a seguir:
En una cacerolita derretir dos cucharadas de mantequilla y sellar por todos lados los trozos de tuétano. Sacarlos y reservarlos.
Picar la cebolla en trozos pequeños y pocharla en la misma grasa donde se han sellado los tuétanos, salando previamente, hasta que estén doraditas, con cuidado de que no quemen.
Añadir el ron y el vino tinto, dar un hervor y agregar a continuación el caldo dejándolo cocer unos veinte minutos.
Retirar del fuego y pasar la salsa por la minipimer procurando que no queden trozos de cebolla.
Colarla y volverla a poner al fuego, introduciendo los trozos de tuétano y dejándolos hervir unos cinco minutos aproximadamente.
Retirar los trozos de tuétano manteniéndolos caliente.
Echar el resto de la mantequilla y diluirla en la salsa a fin de que le de más brillo, dejándola reducir hasta conseguir la textura deseada.
Servir los trozos de tuétano, salseando al gusto, acompañándolos con patatas fritas y pan tostado.
Así, me dejaron el plato....por ello merece la pena cocinar, a pesar de la "caló".
¡¡ Y con éstas calores que tenemos en mi tierra, Mi cocina, durante el mes de Agosto irá más lenta, muchísimo más lenta….. !! Cocinar y abanicar al mismo tiempo, es un tanto difícil…..