Revista Cine
A propósito del homenaje que le ha organizado nuestro país -bueno, en realidad Carlos Slim- a Sophia Loren, se ha programado en la Cineteca Nacional Un Día Especial (Una giornata particolare, Italia-Canadá, 77), la película número 13 del veterano maestro italiano Etore Scola (Sucios, Feos y Malos/1976, Pasión de Amor/1981, La Noche de Varennes/1982, Splendor/1988). Ganadora en su momento del Globo de Oro y del César francés a la Mejor Película Extranjera y nominada a dos Oscares (Mejor Película Extranjera y Mejor Actor para Mastroianni), Un Día Especial es una absorbente alegoría histórico-política ambientada en 1938, el día que Adolf Hitler visitó a la Italia fascista de Musolini.En ese día “tan especial”, la perpetuamente cansada ama de casa Antonietta (prodigiosa Sophia Loren) conoce casualmente a un vecino que vive en el apartamento de enfrente de su piso, el locutor de radio homosexual Gabriel (Marcelo Mastroianni). Durante más de hora y media, la elegante y funcional cámara de Pasqualino De Santis no hace otra cosa que tomar a estos dos personajes en los interiores de sus respectivos departamentos y en los estrechos exteriores de sus edificios, acercándonos a sus rostros, sus cuerpos, sus pensamientos, sus temores, sus deseos. La cámara de De Santis se mueve con seguridad entre los dos, sin estorbar y sin llamar la atención, como un testigo que se encuentra de casualidad por ahí.El filme propone una clara lectura alegórica. Gabriel es un atormentado homosexual que ha sido despedido de su trabajo y que está a punto de ser deportado por sus tendencias “depravadas”. Antonietta, en contraste, es una sencilla ama de casa que no tiene más universo que su enorme familia (seis hijos y su machista marido “camisa negra”) y su álbum con decenas de fotos del Duce. Por supuesto, a través del efímero contacto con el “antifascista” y “antipatriota” Gabriel, Antonietta cambiará y empezará a ver el mundo de otra manera, aunque este cambio sólo se vea reflejado en la secreta lectura de “Los 3 Mosqueteros”.Además de la ya mencionada cámara de De Santis y el inteligente guión del mismo Scola (escrito con la ayuda de Ruggero Maccari y Maurizio Constanza), el filme se sostiene, sobre todo, gracias al “rapport” de sus dos estrellas/actores. Es que es todo un espectáculo ver a Loren y Mastroianni transmitir una enorme variedad de emociones a través de gestos nimios como una sonrisa, una inflexión en la voz, un ceño fruncido, una mirada desviada, una carcajada liberadora. Imposible dejar de ver la pantalla cuando están en ella dos de las más grandes figuras fílmicas del siglo XX.