Hay recetas que preparas una vez, te quedan bien, te gustan mucho, sorprendes a tus comensales, te felicitan por lo rico que está todo, pero no las vuelves a preparar sin saber por qué.
Eso me pasó con el Solomillo Wellington. Hace más de un año lo cociné para unos amigos y no lo volví a preparar hasta la semana pasada. Nuevamente me quedó riquísimo y sorprendí a mis invitados.
Además, aprovechamos la ocasión para abrir un vino que me regalaron hace unos meses y que se merecía una ocasión especial: Salmos de Torres.
Todo riquísimo y de postre el tiramisú en tarritos del que os hablé ayer.
Solomillo Wellington
Ingredientes para 4 personas:
2 solomillos ibéricos (de 400 gr cada uno aprox.)
2 láminas de hojaldre
150 gr de jamón ibérico
1 huevo para pintar el hojaldre
Corta los solomillos en dos trozos, séllalos en la plancha y luego envuélvelos con el jamón.
Corta las láminas de hojaldre en dos y envuelve cada trozo de solomillo individualmente presionando en los bordes, como te sobrará un poquito puedes decorar la parte de arriba.
Justo antes de introducir al horno, pinta con un huevo batido y hornea a 180 ºC durante 20 minutos arriba y abajo, hasta que quede doradito.
Sirve cada porción en un plato y acompaña con una ensalada.
Bon profit!
Recomendaciones: si tienes invitados en casa (como era mi caso), puedes dejar los solomillos preparados, tapados con film para que no se seque el hojaldre, solo para pintar y meter en el horno. Yo lo hice y no tuve que estar liada en la cocina y pude disfrutar de una agradable velada.