Hace unos días, mientras me comía un helado de oreo, pensaba si sería posible hacerlo de manera sencilla. Así que me dije, “vamos a probar”. Compré helado de nata y unas oreo. Puse en un recipiente la mitad del helado y rompí las galletas mezclándolo todo. Coloqué el resto del helado y volví a repetir la operación y lo metí en el congelador.
Y sí, el resultado es helado de oreo, algo más crujiente de lo habitual, pero riquísimo. ¿Os animáis a probar este fin de semana?
Imágenes/Images: A Kiss of Colour