«Igual la solución al entendimiento en los gobiernos sin mayorías que votamos el 24-M está en llevar a los vestuarios las negociaciones entre los futuros concejales y diputados para los necesarios pactos»
Ay, los vestuarios colectivos. Los del cole, los de la pisti, el polideportivo… Un espacio público peculiar. Un espacio para el estudio sociológico, porque dice mucho de cómo es nuestra fauna (dicho sin faltar, que todos somos fauna). Un espacio que va más allá de lo físico (véase cuando en la jerga futbolística se habla del vestuario).
La observación de campo en un vestuario femenino cualquiera de uso público en nuestros días (en el masculino no me han invitado a entrar) nos da una idea de cómo hemos cambiado, que cantaban Presuntos Implicados, en tan pocas décadas en este país. No me imagino a mi abuela paseando en pelota tan ricamente de acá para allá.
«Pulular en pelota picada sin sentir rubor hasta te libera»
Encontramos:
- Que el pudor por mostrar lo que todos tenemos pero en público ocultamos ya no existe. Es un sentimiento poco útil, este tipo de pudor, si lo piensan. Pulular en pelota picada sin sentir rubor hasta te libera. Que se lo pregunten a los naturistas que practican el nudismo. Nos quita de encima unos kilos de tontería, si lo piensan.
- Aún hay quien se resiste a practicar este nudismo de vestuario y se resguarda en las duchas cerradas que existen en algunos de estos recintos. Abstengámonos de juzgarles, que hay quien batalla con deficiencias físicas, fruto de enfermedades, accidentes, discapacidades o de la edad que no le apetece compartir: está en su derecho.
- Las desvestidas esculpidas sacan pecho (pecho-camilla) en estas lides, pero tampoco las madronas gorditas se amilanan: olé por estas últimas que enseñan sin complejo sus carnes. Porque aquí… venimos a lavarnos, ¿no? No a pasear…
- Las bocas. Esas bocas, lo que de ellas sale. Como en cualquier espacio colectivo donde convivimos ralea diversa, pues hay quien emplea en distancias cortas un tono como para dar un mitin y escupe tacos a ritmo de metralleta y quien, por contra y gracias, sabe lo que es la discreción ya que tiene un poquito de educación. Deberían dispensar tapones de los oídos en algunos vestuarios.
- Los niños. Qué lindos, llorando y corriendo por estos lugares, jugando con las taquillas. Algunas vestidas/desvestidas adultas los miran cual a Lucifer. Así es la cosa: las niñas y los niños también existen aunque tú no los hayas incluido en tu vida. Ahora que escuchando a algunas madres/padres en estos sitios… entiendes el comportamiento infernal de algunos ñajos. En fin.
- Los robos. Siempre de boca a boca en los vestuarios. Todavía hoy leo en el muro de facebook los improperios de una amiga contra quien supuestamente le robó el champú en el vestuario del gimnasio. Así está nuestro mundo civilizado. Fundamentales esas taquillas, por pancho que uno sea.
- El vestuario metafísico: el del fútbol. Ese vestuario que habla y que está bien o mal de ánimo según pinte la quiniela y donde se piensa tanto, donde se analiza y enseña lo que mantiene en vilo a millones de españoles y allende. Telita de vestuario.
- Tirar de pelota picada con desconocidos no suele incomodarnos, pero cuando aparece la vecina o la mamá del cole.. ¡ay, amiga!… Todo el mundo busca la toalla o se hace el loco. Eso de saludarse en pelota, como que te corta la sensación de libertad del mono, porque resulta que no somos monos aunque de ellos descendamos: ¿no? ¿O sí? Esa punzada de pudor que nos queda en la reserva revela que nos falta cultura naturista/nudista.
Igual la solución al entendimiento en los gobiernos sin mayorías que votamos el 24-M está en llevar a los vestuarios las negociaciones entre los futuros concejales y diputados para los necesarios pactos. A lo mejor perdían muchos pudores improductivos, vistas las vergüenzas ajenas y mostradas las propias. Por aquí podría empezar una política naturista.
Me los estoy imaginando. Buffff. O mejor no. Quita, quita, que acabo de tomar el aperitivo de media mañana. #desvaríos