Revista Cultura y Ocio

Vicios e incorrecciones deterioran el idioma

Publicado el 22 julio 2013 por Byrock66 @soychapinyque

Es común escuchar a personas quejarse de que alguien es mal hablado, sin saber que ellas también pueden serlo si se dejan contaminar por una plaga que se ha expandido más que la roya, y es la serie de incorrecciones y vicios lingüísticos que se propagan por diferentes vías.


Vicios e incorrecciones deterioran el idioma
Periodistas, locutores, comentaristas, políticos, catedráticos y hablantes en general suelen contribuir a multiplicar palabras o frases que, en lugar de sonar elegantes, empobrecen la lengua. Oído y repetido Después de haber escuchado en la radio a un reportero que informe sobre “lo que es un accidente...”, Carmen va a la tienda y pide “lo que es una galleta”, y cuando llega a su casa les dice a sus hijos que pronto preparará“lo que es la comida”. Quien transmitió la noticia, sin proponérselo, acaba de infectar a Carmen —y quién sabe a cuántos oyentes más— de un virus lingüístico que pronto se propagará y repetirán otros hablantes. Este virus, conocido como “loqueísmo”, consiste “en el uso innecesario, vicioso y repetido de la construcción lo que delante del verbo ser”. Según la Fundación del Español Urgente (Fundéu), que colabora con el buen uso del español en los medios de comunicación y en internet, es una muletilla que “nada dice, nada significa, nada aclara y nada agrega al sentido del mensaje que se desea transmitir”. Para evitar sonar como vendedor en camioneta, lo aconsejable es evitar usar la frase “lo que es”, antes de que terminemos por “enloquecer”. Accesar En lugar de entrar o ingresar en su casa, muchas personas prefieren accesar a ella, lo mismo que a su página de internet o a su cuenta bancaria, cuando lo correcto es “ingresar en”. Otra incorrección es el socorrido aperturar, con lo que ya no se abre una cuenta bancaria, sino se apertura, y no tardarán en aperturar las puertas. Según el Diccionario Panhispánico de Dudas, tanto accesar como aperturar deben sustituirse por “ingresar” o “acceder”, para el primer caso, y “abrir”, para el segundo. Estos y otros términos son extranjerismos adaptados al español en forma corrupta, cuando existen formas que dicen exactamente lo mismo. Su uso es válido solo si el objeto que nombran no tiene un correspondiente en nuestro idioma, y si terminan por imponerse, la Real Academia Española se encargará de normar su uso. Verbos asesinos Alberto Gómez Font, director del Instituto Cervantes de Rabat, Marruecos, señala de “asesinos” a los verbos realizar, iniciar y finalizar, que han desplazado a otros que “tienen tanto derecho a la vida como ellos”. Para un hablante perezoso, igual se realiza una fiesta que un homenaje, una conferencia de prensa o un taller, pero si consulta un diccionario especializado en verbos podrá usar para esas acciones, en su orden, celebrar, rendir, ofrecer e impartir. La Fundéu aconseja como sustitutos de realizar: “ejecutar, llevar a cabo, efectuar, plasmar, desarrollar”, entre otros. También hay una invasión del verbo iniciar, pese a que existen amables sustitutos como comenzar, empezar, principiar, inaugurar, abrir, entablar, emprender o arrancar. Al comodín finalizar lo pueden reemplazar los verbos terminar, acabar, concluir, consumar, rematar, extinguir, finiquitar, prescribir, liquidar, cerrar, sellar o vencer, según el contexto, claro está. ¿Y el artículo? Carmen vuelve a sintonizar las noticias y escucha que hubo un accidente en puente Belice, que un acto se celebrará en Casa Presidencial y que alguien murió en carretera al Pacífico. Quizá el locutor cree que al suprimir el artículo se oye elegante o ceremonioso. Nada más alejado de la realidad. El artículo es necesario para personas, lugares u objetos únicos: el puente Belice, la Casa Presidencial y la carretera al Pacífico. No hay más. Tema olvidado ¿Pasó de moda la ortografía? En  redes sociales es común leer mensajes como “penc que no ivas a llegar a mi fiesta tkmm”, o   pintas en el muro de un edificio   que denuncian que un personaje  es “corunto” y “drogadinto”, sin   mencionar la cantidad de rótulos en negocios con errores garrafales. El habla escrita es tan importante como la oral,  pero  muchas personas, sobre todo jóvenes, cuando se les hace ver un error  responden: “Lo importante es que me entendiste”, pues no saben que una falta de ortografía no solo   muestra  una deficiente educación, sino que puede distorsionar un mensaje. Si la ortografía ya no es importante, imaginemos que  Jaime Viñals   alcance la sima y no la “cima”, o que un sacerdote  cace a los novios y no que los “case”. Estos ejemplos pueden pasar por meras exageraciones y se puede afirmar que el sentido común ayuda a comprender lo que se buscaba afirmar, pero  no siempre sucede así. Ese desconocimiento o indiferencia se le achaca   al sistema educativo, que ha dejado de lado las exigencias en esta y otras materias, y también   a  la tecnología y  aplicaciones  como  mensajes cortos por  celular y  redes sociales. En estos medios  es más evidente la avalancha de aberraciones, autoría tanto de   jóvenes como de  adultos, lo que hace pensar  que escribir  correctamente  es  cuestión de actitud, pues esos dispositivos ofrecen las   herramientas necesarias   para no cometer errores. Expertos  afirman que la ortografía es un hábito que debe cultivarse, y para ello el remedio infalible es la lectura, sobre todo de obras clásicas. Además,  existen  diccionarios como el de  la Real Academia (DRAE) y  Panhispánico de Dudas, así como la Ortografía de la Lengua Española —los tres en  www.rae.es—, uno de sinónimos y antónimos —www.wordreference.com/sinonimos/practicar— o  preguntar a   www.fundeu.es/consultas/ o   www.bcrae.es/, que es una biblioteca  de la RAE.
DESLICES SINTÁCTICOS Hay que decirlo bien Construcciones erróneas se difunden a veces con la intención de sonar mejor, de  prolongar o resaltar  las frases. ACONSEJABLE    ... PERO MUCHA GENTE DICE
Primer partido que juega con su equipo     Juega su primer partido de debut 
Le practicó la autopsia    Le practicó la autopsia al cadáver
Llevaba a su bebé    Llevaba a su bebé de meses
Relató, entre lágrimas... (o llorando)    Relató, con lágrimas en los ojos...
Elegir o escoger  para un cargo      Nominar  
El proyecto quedó inconcluso     El proyecto quedó en el abandono
Para participar,  ingrese en la página...    Para participar,  accese a la página... 
Duodécimo o decimoquinto lugar    Doceavo o quinceavo lugar...
Un evento  público    Un evento  para público en general
Hubo muchas personas       Hubieron muchas personas 
Hoy hará frío     Hoy va a estar bien frío
Habrá juegos, rifas y diversión    Habrán juegos, rifas y mucha diversión
Viaje con gastos pagados      Viaje con todos los gastos pagados
Me duele el estómago     Me duele la boca del estómago
A usted lo conozco      A usted lo miro conocido
 Murió en su vivienda       Murió en el interior de su vivienda
Un hombre o una mujer      Persona de sexo masculino o femenino
Atacado con arma de fuego    Atacado con proyectil de arma  de fuego
Intercambiaron  disparos    Se enfrentaron a balazos Errores sintácticos Dequeístas y dequefóbicos En  “Me dijeron de que vendrían” o “Asegura de que es inocente”   resalta el error conocido como “dequeísmo”, que consiste en el uso innecesario de la preposición “de” entre el verbo y la conjunción “que”. Lo correcto es “Me dijeron que...” y “asegura que”. Por huir del dequeísmo   se suele caer en lo que  Fernando Ávila, en su libro En dónde va la coma,  llama   “dequefobia”: suprimir  “de” cuando es necesario: “Habló que vendría”, “Estoy seguro que cumplirá”. Debe decirse “Habló de que...” y “Estoy seguro de que...”. Confusión El debedeísmo, un virus incontrolable Con la misma fuerza que el dequeísmo, se tiende a agregar la preposición “de” al verbo deber cuando no es necesario. Incluso escritores de renombre hacen uso de esta perífrasis cuando no indica conjetura o posibilidad.   “Deben de llegar”  significa que posiblemente lo hagan, y “Deben llegar” denota obligación, seguridad o certeza de que así será. “Elías debe de hacer tareas a las 8 de la noche” significa que no estamos seguros de ello, mientras que si decimos: “Felipe  debe hacer sus deberes”,  se trata de una orden.
 


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