Revista Vino
Como ya he comentado en alguna ocasión, de vez en cuando me gusta darme una vuelta por los lineales de los supermercados y grandes superficies para ver lo que hay y si me encuentro con alguna sorpresa en forma de vino interesante a buen precio. Esta vez se vinieron conmigo a casa tres vinos internacionales adquiridos en distintos establecimientos de este tipo.
Del primero de los vinos no puedo dar información sobre sus orígenes más allá de que de trata de un vino de la región del Rin y que está embotellado por Andreas Oster Weinkellerei para la cadena Aldi. El Riesling Feinherb 2013 (Rheinhessen, blanco joven 100% Riesling, Andreas Oster Weinkellerei) es un vino de color amarillo pálido con reflejos acerados y verdosos; la nariz no es muy intensa, con fruta madura, cítricos y una mínima punta herbácea; en boca tiene una acidez fresca, es frutal con recuerdos cítricos, y tiene un punto dulzón muy leve junto con un mínimo amargor final. Un vino sencillo, sin mucha historia, pero agradable de beber.
Viña San Pedro es una bodega chilena fundada en 1865 en la región del Valle Central de aquel país; actualmente producen más de una docena de vinos, entre ellos las conocidas series Gato Negro y 35º South, de distintas variedades y formas de elaboración, y están presentes en más de 80 países. El vino que se vino a casa desde el hipermercado es de una casta que no había probado hasta ahora, y que espero que en otra ocasión me de alguna alegría más que la que me dio esta botella. Gato Negro Carmenère 2012 (Chile, Valle Central; tinto con crianza 100% Carmenère, Viña San Pedro) se mostró de color rubídeo brillante con reflejos amoratados; muy extraño en la fase nasal, con aromas de reducción, fruta computada y verduras cocidas; de su paso por boca no voy a hacer descripciones por lo desagradable que fue. Le dimos oportunidad hasta el día siguiente de airearse y cambiar, y aunque los aromas mejoraron algo, su destino fue directamente el fregadero. No sé si había algún problema con esta botella o directamente no merece la pena romperse la cabeza con una gama de vinos de la que se venden 80 millones de litros al año.
Con el último de los vinos si puedo decir que mereció la pena lo pagado y que repetiría. Tour Saint Martin es una cooperativa fundada en 1930 en la región de Minervois; actualmente la componen 55 socios con un total de 300 Ha de viñedo y producen vinos de la IPG Coteaux de Peyriac y de la AOC Minervois. Château de Peyriac 2010 (AOC Minervois, tinto con crianza, Syrah, Garnacha, Monastrell; Tour Saint Martin) se elabora con maceración de 20 a 30 días a temperatura controlada y tiene una crianza de 12 meses en roble. Viste de color rubí con ribete amoratado; aromas espaciados, moras, hierbas aromáticas, tierra mojada y toques ahumados; en boca es frutal, con una buena acidez y un tanino sedoso, un vino bastante redondo. Sin duda el más agradable de los tres, que mejoró sensiblemente con el tiempo y que se llevó de maravilla con una tabla de quesos potentes.
Tres experiencias desiguales, una para repetir, otra que puede estar bien para un rato de charla desenfadada y otra que no creo que se me ocurra volver a probar.