Pobrecitos los viscerales.
Piensan con las vísceras. Aman con las vísceras, odian con las vísceras. Los golpes les van a las vísceras.
Piensan con las vísceras,
Ven en blanco y negro. Se pierden toda una gama de color.
Son títeres de las emociones. No manejan los hilos de la marioneta que todo humano es.
Previsibles, embisten una y otra vez al mismo caballo con distinta cabezada.
Tanta intensidad en sus reacciones emocionales, les mantiene extenuados. Desconocen la ligereza y envidian a sus practicantes.
Su esperanza de vida debe de ser menor.