Revista Cultura y Ocio

¡Absalón, Absalón! William Faulkner

Por Mientrasleo @MientrasleoS
¡Absalón, Absalón! William Faulkner
     "Desde las dos, aproximadamente, hasta la puesta de sol, permanecieron sentados, aquella sofocante y pesada tarde de septiembre, en lo que la señorita Coldfield seguía llamando el despacho por haberlo así llamado su padre; una habitación cálida, oscura, sin ventilación, cuyas ventanas y celosías continuaban cerradas desde hacía cuarenta y tres veranos, porgue allá en su niñez, alguien opinaba que el aire en movimiento y la luz producen calor, mientras que la penumbra resulta siempre más fresca".
     Cada vez que reeditan a Faulkner, me acerco a curiosear y, cada vez que la nueva edición me convence, lo releo. Hoy traigo a mi estantería virtual ¡Absalón, Absalón!
     Estamos en Toknapatawpha y conocemos a los Sutpen. Conocemos su historia y decadencia y lo hacemos a través de la conversación entre Quentin Compson y Shreve. Pero no serán los únicos, ya que esta es una historia con partes confusas, interrupciones y aportaciones externas de otros narradores que conseguirán que comprendamos qué aquello tan terrible que sucedió.
     Si bien siempre he creído que casi todos los libros son para casi todos los públicos, y digo casi por dejar restricciones de esas que se visten con sonrisas verticales a criterios de edad, es cierto que no todos los escritores son iguales. Hay una serie de nombres como Joyce o Thomas Mann que exigen al lector un pequeño esfuerzo que va más allá de una lectura hecha como simple recreo para llegar a ser disfrutables. Y Faulkner, por ejemplo, pertenece a este grupo de autores. No quiere decir esto que sus libros sean unos ladrillos infumables, de hecho encontraremos a mucha gente que argumentará lo contrario (me incluyo), pero si que se puede hacer una lectura por capas de sus novelas. De tal forma que cada relectura nos desvela algo nuevo que merece la pena ser leído por primera vez.
     Las cuatro voces, a menudo monótonas y repetitivas, suenan a ratos lúgubres incluso a ojos del lector. Todas ellas darán testimonio, no ya de lo sucedido, sino también de la inexactitud del ser humano. Gracias a ello, las voces de los narradores transformadas en personas, se desnudan totalmente ante el lector, que es capaz de percibir sus obsesiones, virtudes y defectos. Además, y dejándonos llevar por ellas, vamos descubriéndonos montando un puzzle cada vez más intrigados, necesitando tener en la mano todas y cada una de las piezas. Faulkner se repite igual que lo hacen sus protagonistas en el camino de una historia que trata soledad, esclavitud, guerra, fortuna decadencia, cambios sociales... y lo hace con un estilo único que los lectores habituales de Faulkner descubrirán cambiante en su obra.
     Llega la familia Sutpen, llaman a la puerta y comienza uno de los mejores libros que he leído jamás. Una novela que hoy en día sigue siendo novedosa por su forma de distribuir los hechos, y también los tiempos utilizados. Y, lo mejor, sin duda alguna, es la certeza de que llegaremos al final de este drama con la historia puesta sobre la mesa y un cierre perfecto que dejará satisfecho al lector mas exigente.
Si tengo que ser sincera, nunca disfruté tanto de una misma historia contada por varias voces. Y pocas veces he podido resumir de forma tan simple como la frase anterior, un libro tan intrincado.
     Dicen que William Faulker fechaba la última página de sus novelas, costumbre habitual entre los escritores. Y que ¡Absalón, Absalón! fue fechado un 31 de enero de 1936. Desconozco como se sintió en ese momento, y si era realmente consciente de la novela que estaba dejando terminada. Pero sí puedo decir que mi sensación al terminar el libro, y lo he leído varias veces, ha sido siempre la misma: asombro. Y, por supuesto, una profunda admiración.
     Por si no ha quedado claro, ¡Absalón, Absalón! es un libro imprescindible para cualquier lector decidido a invertir su tiempo en literatura de calidad.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias.
     Nota complementaria:
¡Absalón, Absalón! William Faulkner     Fue Sherwood Anderson quien aconsejó a Faulkner escribir sobre Mississippi, su tierra natal, y así empezó a hacerlo en el año 1926 creando el distrito de Yoknapatawpha para su obra Banderas sobre el polvo, cuyo punto final pondría en septiembre de 1927. Así, y a lo largo de su obra, ese condado ficticio flanqueado por dos ríos y del que conocemos incluso la población dividida por el color de su piel (6.928 blancos y 19.313 negros) vería pasar por sus tierras a los personajes del autor, ya fueran Sartoris, Copton, Sutpen o Sonopes. Yoknapatawha existe y en ¡Absalón, Absalón! se incluiría incluso un mapa que certificara la existencia de este lugar testigo de desdichas y cuyo propietario único era el propio Faulkner. Su creador. Se da además la peculiaridad de que los ríos que lo limitan, existen en la realidad así que no pocos estudiosos y lectores han jugado a solapar mapas y pan pasado su dedos por las líneas de Lafayette, donde residía el autor.
     Además, y tratandose del lugar de residencia de muchas de sus novelas, no es extraño encontrar cruces de personajes, como sucede en ¡Absalón, Absalón! con Quentin Compson de quien conoceremos acontecimientos posteriores gracias a El ruido y la furia. Evidentemente no es el único caso, pero privar al lector faulkneriano de descubrirlo, sería un crimen.

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