SHYAMALAN "JACKSONIZADO".-
Hubo un tiempo, hace no muchos años, en que me aficioné a leer las notas de producción de las películas. Y siempre me llamó la atención el hecho de que, tras leer cientos de ellas, jamás, ni una sola vez, llegara a encontrar la más mínima insinuación por parte de un director de que el film en cuestión lo hubiera rodado, única y exclusivamente, por dinero —algo que sólo confiesan en sus memorias, muchos años después y cuando ya no tienen expectativas de volverse a poner detrás de la cámara—. No es un reproche moral, ojo: si ustedes me preguntan (delante de mi jefe) qué es lo que pienso acerca de esas órdenes que él imparte y yo ejecuto, confesaré, sin el más mínimo rubor, que me parecen fenomenales, ajustadas, óptimas y equilibradas. Lo cual, naturalmente, no siempre es el caso. Ya lo aclararé, yo también, llegado el momento, cuando escriba mis memorias... Y bien, ¿de qué estábamos hablando —aunque, hasta ahora, no lo parezca...—? Ah, sí, de “Airbender: El último guerrero”. Y de M. Night Shyamalan. Dos nombres cuya conjunción no parece haber dado muy buen resultado en su país de origen, y que ahora aterrizan en la cartelera de nuestro país.
Una película, la primera, que se publicita, a bombo y platillo, como un material “Juan Palomo” (ya saben, aquel que se lo guisaba y se lo comía; en este caso, su “compinche” de origen indio se ocupa de guión, producción y dirección...) del segundo. Un segundo que, hasta el día de la fecha, había firmado una obra más que interesante y, por encima de todo, controvertida, caracterizada por una fuerte impronta personal, tanto en lo formal como en lo temático. Y que, con esta nueva cinta, sí hay algo que parece bastante claro es que no transita por esos mismos derroteros: es éste un megaproyecto espectacular más cercano a las grandes sagas de acción y aventuras que, al calor de los anillos aquellos, tanta fortuna han hecho en el cine comercial de los últimos años, que a esos films de factura mucho más sencilla y menos alquitarada en su apariencia formal —aunque, en contraste, con mucha más enjundia temática y tonal— que Shyamalan ha firmado a lo largo de su carrera previa. ¿Un experimento fallido, un batacazo previsible? Poco nuevo parece ofrecer el film, desde luego; no es un buen presagio...
PRONÓSTICO: supongo que va a ser que no...