Revista Cocina
Fue a principios de la década de los años 70 cuando se inauguró el fantástico edificio destinado a ser la sede central de mi empresa hasta su cierre, por cese de la distribución en exclusiva de los productos ocurrida a principios del año 2002. Ubicado en la emblemática calle Compás de la Victoria, a escasos metros de La Basilica parroquia y Real Santuario de Santa Maria de la Victoria y la Merced (sus orígenes arrancan en el año 1.484), en el céntrico barrio malagueño de los “chupi-tiras”, el barrio de la Victoria, de la Virgen de la Victoria, patrona de Málaga,
Allí, en ésos dos grandes ventanales que he señalado encuadrándolos con rotulador pasé mi vida durante días, meses, años, hasta un total de 31 años, ése era mi despacho; ése lugar fue donde mis jornadas de trabajo no tenían horario, incluso ni tan siquiera festivos y mi dedicación era sumamente intensa.
Dia a dia, año tras año me fui formando profesionalmente hasta el extremo de llegar a ser directiva durante los últimos 22 años, de ésa gran empresa distribuidora a nivel nacional, entre otros productos, de famosas y reconocidas marcas de relojes japoneses, en una época que siendo mujer era todo un logro y algo poco usual, un hecho por el que como persona, como mujer y a la vez madre trabajadora, me siento realmente muy orgullosa.
(Foto de una entrevista que me realizaron en una revista del gremio de joyeria y relojeria, principio de los años 90)
Justo al lado de nuestras oficinas, a escasos metros, se encontraba una de las cafeterías más emblemáticas de Málaga, llamada iSamoa, que los compañeros solíamos frecuentar sobre todo a la hora del desayuno, aunque siempre la conocimos por “Samoa”; un lugar que era como nuestra casa, donde nos atendían con la amabilidad y simpatía de clientes y amigos. El dueño se llamaba Miguel Escamilla.
Miguel mantuvo junto a sus hijos y con el tiempo a la vez socios, la cafetería Samoa durante 49 años, pero sus inicios profesionales tuvieron lugar aquella añorada y recordada Cafeteria Viena del centro de la capital malagueña desaparecida como tantos y tantos grandes establecimientos.
Siguiendo su estilo vanguardista para aquella época, inundó Málaga de barquitas de atún, cubanitos, rollitos de huevo hilado, dátiles con bacon, los canapés de lomo al ron, de salmón, de caviar y las barquitas de ensaladilla rusa, susmedias noches y los famosísimos andresitos…
así que dispensaba los mejores (y casi únicos canapés) que proporcionaban el éxtasis en el paladar y el asombro de los comensales, tan poco acostumbrados a tan delicados bocados, invitando a no abandonar el local hasta que el surtido de las bandejas quedaban agotadas en el mostrador.
Los archiconocidos ‘Andresitos’, preparados con pan, espárragos, jamón cocido y mahonesa por encima, así como otros muchos, su fama fueron dando la vuelta a toda la ciudad y fuera de ella.
Miguel los preparaba con arte y esmero,le recuerdo siempre fumando un enorme puro, mientras preparaba los canapés que servían como aperitivo y tambien vendían por encargo.
¡¡ Cuantas bodas, bautizos y grandes eventos se disfrutaron con los canapés de Samoa !!
Para saciar mi curiosidad, Mª Carmen, la hija de Miguel me explicó el origen del nombre de su aperitivo más famoso: el andresito; me contó que tenían un cliente llamado Andrés que siempre pedía, pan fino de molde, sin corteza, con jamón cocido, mayonesa y un trocito de espárrago blanco….y cada vez que llegaba, “voceaban” a la diminuta cocina, “un Andresito”….se fue popularizando de tal manera, que llegó a ser un todo un clásico y el más famoso y demandado de sus aperitivos.
Aprendí a prepararlos, siguiendo la receta de Miguel, de Samoa, de hecho fue una de los primeros aperitivos que publiqué en "Mi Cocina" virtual (éste es el enlace a la primera receta); pero a los andresitos de hoy, de cualquier cocina o cafeteria, sigo convencida, de que le falta el que yo creía uno de sus “secretos”: las cenizas del puro habano.
Sin ése ingrediente, quizás principal, les animo a probar éste delicioso y sencillo canapé.
Por cierto, quise saber por qué llamamos “canapé” a pequeños bocadillos o aperitivos preparados y la etimología una vez más me adentra en viajes largos como en ésta ocasión, pues la palabra canapé proviene de “mosquito”. ¿Curioso verdad?. La palabra “mosquito” en griego se decía “kónops”, de donde se deriva “konopéion”, que viene a significar algo así como “mosquitera”.
Y la palabra “konopéion” llegó al latín como “conope (um)”, y de ahí es de donde procede el “canapé” o sofá francés.
¿Y no se preguntan como yo, que qué tiene que ver un sofá francés con un aperitivo de comer? Simplemente, es una comparación entre el sofá que soporta el cuerpo con el pan que soporta una porción de comida. El pan es el “canapé” en sí ¡¡ curioso !!
Aunque éste canapé, el andresito, no hace de "cama" en sí ya que está enrollado….como la introducción (ya me conocen, me enrollo con mis historias) que he realizado para indicarles cómo prepararlo.
¿Cómo lo hice?
Ingredientes para 6 unidades:
3 rebanadas de pan blanco sin corteza, 12 puntas de esparragos blancos en conserva, 12 lonchas de jamón cocido.
Para la mayonesa: un huevo, aceite de oliva virgen extra, sal.Para decorar: kétchup.
Los pasos a seguir:
Preparar la mayonesa:Para ello, echar el huevo en un vaso de la batidora (como yo la llamo minipimer), sal al gusto y aceite de oliva virgen extra.
Dar máxima potencia durante un minutito sin mover, para a continuación darmovimientos suaves de arriba abajo hasta que se consiga la cremosidad necesaria.
Con un rodillo aplanar al máximo las rebanadas de pan.
Untar con la mayonesa, colocar encima una lasca de jamón cocido, para a continuación colocar las puntas de los espárragos.
Enrollarlos con sumo cuidado, recortar si fuese necesario los bordes a fin de que estéticamente queden perfectos. Cortar por la mitad (de un pan de molde, saco dos andresitos)
Cubrir todo el exterior con mayonesa, adornar si gustan con un poco de mayonesa y un toque de kétchup.¡¡ Disfruten de éste “canapé” una genialidad de un malabueño adelantado a su época: Miguel de Samoa !!