Revista Cocina

Chef Vegetariano.

Por Quelacosanoquedeenpicada
Chef  Vegetariano.
Esta vez fue demasiado lejos pensó cuando leyó en el cartel de la entrada: ¨Especial del día: Foie Gras.¨ Definitivamente la situación no daba para más. Pensó en renunciar en ese preciso instante, pero el alquiler, el ingles de Tomás y el ballet de July le hicieron entrar al restaurant, saludar con una sonrisa, entrar a la cocina y ponerse el delantal y el gorrito que tan lindo le quedaba.
Aunque ese día le quedaba horrible, pues era una muestra de su complicidad.
Su pasión era la cocina, pero sus ideales le jugaban en contra.
Es que a decir verdad, él no eligió estar ahí. Él había comenzado a trabajar en el restaurant antes que exista el restaurant.
El tema fue que cuando ¨Veggie Taste¨ empezó a perder clientela, el dueño no tuvo más remedio que vender. Y Ricardo no tuvo más remedio que adaptarse a la situación. El restaurant paso en una semana de ¨Veggie Taste ¨a ¨Cualquiercosaqueatraigaturistas Taste¨. La semana pasada para ser exácto. La preparación y los títulos de Ricardo fueron suficientes para que los nuevos dueños no duden en contratarlo, o mejor dicho recontratarlo, o mejor dicho, dejar todo como estába.
El Lunes comenzó bien, con unas Brochetes con guarnición de papas rústicas con salsa de frutos silvestres. Bien porque de la parrilla se encarga Julio, parrillero profesional y carnivoro de nacimiento. La función de Ricardo eran las papas.
Cuando resolvió ser ayudante de cocina del restaurante de Don Carlos, no creía que este día iba a llegar. Ese día sintió que lo obligaban a descuartizar su infancia.
Allí estaba, delante de un hígado de pato sobrealimentado sin saber que hacer. Pensaba los pasos que tenía que realizar, los repasaba, los sabía de memoria. Pero sus manos no se movían. Su cuerpo entero estaba petrificado. Una impotencia sobredimensionada le entraba por la punta de los dedos. Lo recorría. Ya estaba invadido por ella. Harto es la palabra. Horrible la sensación. Renunciar pasó por su cabeza por segunda vez en el día. Su oficio contra sus creencias. Esta cuestión lo mantuvo ocupado un buen rato. Finalmente y lejos de resignarse, agarró tofu algunas zanahorias, unos puerros y un par de cebollas. Cortó el tofu en cubitos y los salteó en un wok con un chorrito de aceite a fuego lento por unos veinte minutos, mezclando constantemente para que no se queme.
Agregó las verduras picadas en cuadraditos y siguió cocinando por quince minutos más. En el medio agregó salsa de soja. Bastante. Una vez listo el salteado incorporó aceitunas negradas fileteadas.
En paralelo hizo un puré de calabaza. En una cazuela de barro volcó el salteado de verduras con tofú y las tapo con el puré para armar un pastel. Lo llevó al horno moderado durante treinta minutos. Cuando saco el plato del horno, estaba nervioso. Es que había realizado un Foie Gras especial. Un Foie Gras con 0,0000% de higado de pato. Pensó en bautizarlo como: Foie Gras a la Ricardo, pero le pareció poco original. Le entró la duda de si realmente el sabor sería el mismo. O por lo menos lo suficiente para hacerles creer a los clientes que estaban degustando el plato pedido.
Decidió probarlo. Agarró un tenedor, lo undió en la preparación y lo llevo lentamente hacia su boca. Era absurdo, pero no podía evitar sentir una pequeña culpa. Para él estaba por comer carne. Mantuvo la comida en su boca un instante y ahí se dió cuenta. Era inútil que él lo probara. El no sabía como era el sabor del Foie Gras original.
Los primeros clientes llegaron. El mozo tomó su pedido. El mozo entró a la cocina. ¨Foie Gras para la mesa ocho¨ dijo como si nanda, sin saber el martirio que estaba aconteciendo en la cabeza de Ricardo. Ya estaba jugado. Simplemente sirvió el plato, cerro los ojos y toco la campanita. El mozo entró y llevó el pedido a la mesa. Pasaron cinco minutos que para Ricardo fueron meses. El mozo volvió a entrar en la cocina. ¨El cliente quiere verlo.¨
Todo estaba perdido, su farza había sido descubierta. Pensó en el alquiler, en el balett de July y en ingles de Tomás. Se sacó el gorro, tomo coraje, un sorbo de vino blanco y salió al salón.
Sus manos temblaban. Un sudor frío sugió en su espalda. Parecía que caminaba en cámara lenta. En la mesa ocho lo estaba esperando una pareja de alemanes, o ingleses, de algún pais anglosajón seguro. ¨Señor, buenas noches. Usted pidió llamarme?¨ intentó decir sin tartamudeos. Sin contestar su saludo el hombre solto la pregunta ¨¿Cóumo esh su noumbrei?¨
¨Ricardo.¨ Dijo, mientras pensaba en algún amigo con un buen sofá cama para dormir.
¨Sr Ricardou, eshte esh the mejor Foie Gras que he probadou en años. Lou felicito.¨
Agradeció, saludo al cliente y recién cuando volvió a la cocina entendió lo que había sucedido.
Por más que hayan cambiado el nombre, para Ricardo siempre sería Veggie Taste.
Ilustración: Mico.

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