Revista Cocina
Hace una semana, varios amigos, entre ellos una muy insigne pastelera y también, muy destacada bloguera, quedamos en acudir a la pastelería Manolín de la calle San Pedro de Alcorcón, a desayunar y deleitarnos con sus elaboraciones. Cuándo estaba preparándome para acudir a la cita, recibo un mensaje de ella, con el siguiente texto: 'No te lo vas a creer pero en la puerta de Manolín, hay un cartel grande que pone: "cerrado por jubilación", que pena...'.Se frustró el viaje, en mi caso desde Madrid, se frustró el desayuno, y lo peor nos frustramos todos, pues cualquiera que tenga una mínima relación de cariño con el mundo de la pastelería, el cierre de iconos como la pastelería de Alcorcón, a la que me refiero, sólo puede ser motivo de frustración y tristeza.Por otra parte, dadas las características del sector, el cierre de negocios como el que estoy refiriendo, viene siendo desde hace tiempo una constante, lenta pero constante, como digo.Basta recordar, como ejemplos, la Pastelería Niza de la calle Argensola de Madrid, que dio lugar hasta a la creación de una página en Facebook de partidarios de la misma, y por tanto, contrarios al cierre, y que con el nombre de: "Plataforma contra el cierre de la Pastelería Niza" (aún hoy se puede ver en la red social), se lamentaban de no poder comprar sus pasteles rusos, sus palmeras de chocolate,..etc. O el caso de la Pastelería El Postre, de la calle Tinte de Alcalá de Henares, abierta desde 1926, con sus magnifica costrada, entre otras elaboraciones de categoría excepcional, y que pasó a la historia.Han sido muchas más las que, sin hacer referencia concretas de ellas, se han ido cerrando en toda España, y normalmente todas ellas por no continuar la familia con el negocio al jubilarse el propietario, o, en algunos casos, la segunda generación.Nada es casual, y el digno oficio de pastelero, como ya he dicho en otras ocasiones en este blog, requiere grandes sacrificios, en cuanto a dedicación, horarios, esfuerzos, y una gran vocación. Una vida, en suma, reñida con los modos y costumbres de la sociedad actual, y la juventud que debería tomar el relevo, salvo honrosa excepciones, prefiere otros oficios y trabajos menos duros e ingratos. Así las cosas, el daño con el constante, y permanente, goteo de cierres de negocios de pastelería, puede dañar el sector de forma irreversible.Sólo fundamento mí esperanza en que pueda sucederle al sector, algo parecido a la cocina en general, e sea a la restauración, dónde sí la juventud se ha ido enganchando, en aras; ¿quizá a una moda?, ¿al prestigio de algunos cocineros estrellas?, y en las que las partidas de pastelería sí gozan del mismo prestigio que el resto de la cocina. (Foto tomada de www.vecinoporalcorcon.blogspot.com)