La ciudadana Leia (ha dejado de ser princesa tras la proclamación de la República de los Estados Unidos Intergalácticos) ha puesto un puchero a cocer y está rebozando croquetas para la cena. Entre humos y vapores, lleva un delantal con una estampa de Darth Vader haciendo surf en camiseta y bermudas con un Ewok sobre los hombros que le cubre el reluciente mono blanco, y una redecilla que le sujeta las dos ensaimadas de su peinado en plan Dama de Elche. Rodeada de utensilios de cocina, está relajada pero concentrada al mismo tiempo en dar forma a la pasta de croquetas y bañarla en el huevo de gallinas de la denominación de origen de Tatooine convenientemente batido para la ocasión.
LEIA [cantando despreocupada]: Siempre que vuelves a casaaaaa, me pillas en la cocinaaaa, embadurnada de harinaaaaa, con las manos en la masaaaa…. [se oye un portazo] ¿Eres tú, churri?
SOLO [desde el pasillo, algo contrariado]: ¡Sí, gordi, soy yo! [Se oye un golpe, un objeto contundente que cae en el suelo y hace un ruido enorme] ¡Mierda!
LEIA: ¿Qué pasa, churri? ¿Qué ha sido eso? No traerás otra vez a cenar a R2-D2 sin avisar… Pues no sé qué va a beber, porque hoy en el súper no tenían el aceite de motor de Naboo que tanto le gusta.
SOLO [entra en la cocina cariacontecido; su cabello es ya escaso y tirando a gris, y está muy desordenado, viste una camisa de cuadros y unos vaqueros de peto con zapatillas de deporte, unas gafas de pasta cuelgan de una cadenita alrededor del cuello; deja sobre la mesa llena de chismes de cocina una caja de puros rebosante de billetes y se frota las manos con un trapo lleno de grasa que ha sacado del bolsillo de atrás]: Hola, gordi.
Desanimado, pone la cara para que Leia le estampe un beso de abuela y le manche el moflete de harina.
LEIA: Pues menuda cara traes [lo recorre con la mirada de arriba abajo]; mírate, menuda facha llevas… ¡Siempre te pones así cuando va a venir mi hermano a cenar!
SOLO: No lo he hecho adrede, cari, es que se ha vuelto a estropear el Halcón Milenario y llevo cuatro horas en el hangar metiéndole mano…
LEIA [para sí]: Pues ya podías gastar cuatro horas en meterme mano a mí, que desde lo de la Luna de Endor estoy a dos velas… [Para Solo] ¿Otra vez el Halcón? Ya te dije que vendieras ese pedazo de chatarra cuando lo de la Estrella de la Muerte y que te compraras un carguero espacial en el concesionario de los Jedi, tienen vehículos de ocasión a buen precio y con la ITV pasada. Mi hermano nos habría echado una mano con el préstamo.
SOLO [malhumorado]: ¡Tu hermano, tu hermano, siempre sale a relucir tu hermano…!
LEIA: ¡Pues claro que sale a relucir mi hermano! Es el único que con los cambios de la República se ha abierto camino.
SOLO [sarcástico]: ¿A abrir una cadena de tiendas de ropa de chica le llamas abrirse camino?
LEIA: Por lo menos no pasa apuros para pagar la hipoteca. Y todos los años viaja por vacaciones. El verano pasado estuvo en Tatooine más de un mes en un hotel a pensión completa.
SOLO: ¡Vaya! ¡Tatooine! ¡Menudo paraíso! ¡Venga a Tatooine, ciudad de vacaciones! Pero si ahí se fríen los huevos geonosianos con sólo sacarlos de la nevera… ¿De verdad te gustaría ir a pasar un mes largo a cocerte a fuego lento como un lagarto sobre una piedra?
LEIA: Esa no es la cuestión. Ya nunca hacemos nada juntos. Nunca salimos a cenar ni me llevas a bailar, te quedas todo el tiempo en el hangar sacándole brillo a ese cacharro o en el bar viendo el fútbol o peleándote con los caza-recompensas en paro.
SOLO: [para sí] ¿Dónde demonios estará Chewbacca? [Ya en alto, gritando] ¿Es que ya no se le trae el periódico y las zapatillas al amo de la casa? ¿Es que tengo que hacerlo yo todo después de un largo día de trabajo, toda la mañana llevando clientes de un lado a otro de la galaxia por una carrera de nada, aguantando sermones o charlas por el móvil constantemente, que si ahora pare frente al sistema Hoth, que si tengo que ir a esperar a alguien delante del planeta Kashyyyk a las once, que vaya birria de hiperespacio que tiene este cacharro, luego no espere cobrarme más por la carrera…, y luego toda la tarde en el taller para hacer funcionar nuestro único medio de vida? ¿Acaso no merezco algún respeto?
LEIA: Han, no nos hagas un mitin. Es que Chewie está deprimido.
SOLO: ¿Deprimido? ¿Cómo que deprimido? ¿Por qué demonios va a estar deprimido si vive aquí a cuerpo de rey sin contribuir con nada, llenándolo todo de pulgas y garrapatas, atracándose todos los días y durmiendo a todas horas? Pero, míralo [entra por la puerta de la cocina leyendo el periódico; también lleva gafas de pasta], si ¡¡hasta se lee MI periódico!! Sólo le falta que se acueste con mi mujer…
Chewbacca se quita las gafas y deja caer el periódico sobre la mesa de la cocina con un gesto adusto y un gruñido áspero.
LEIA: [para sí] Pues ya haría más de lo que haces tú… [Para Solo] Está deprimido porque lo has sacado de su habitación y le haces dormir bajo la mesa de la cocina, que le sale más de media pierna por debajo. Y porque ya no le dejas ni usar el baño y le obligas a hacer pis en el cajoncito de arena…
SOLO: ¿Pero es que no veías cómo dejaba el baño después de ducharse o de cagar? Si parecía que había pasado por allí una manada de búfalos de Kamino…
LEIA: Pues a mi hermano tampoco le ha gustado lo que has hecho con el pobre Chewie, que lo sepas.
SOLO: Me importa un rábano lo que diga tu hermano. Don Importante, con esas ínfulas que se le han puesto de nuevo rico. Además, entre tú y yo, no te sorprenda que algún día se nos presente con alguna sorpresa.
LEIA: ¿A qué te refieres?
SOLO [en voz baja, en diplomático tono confidencial]: Ya sabes. La gente comenta, murmura. Que tu hermano se abra una tienda de ropa femenina y de lencería en pleno centro de Coruscant con Lando Calrissian como socio al cincuenta por ciento da que hablar. Que pasen un mes en Tatooine juntos, el sitio más despoblado de este Universo, en un picadero para señores que llevan allí a sus amantes, es para sospechar. Y no ayuda que Lando se ponga esas capitas de lentejuelas y que tu hermano lleve esos leotardos y esos pañuelos alrededor de la cintura. Ni que se corte el pelo a tazón. Desde luego, ha salido a su padre.
LEIA: No es ropa femenina, ni lencería. Es la moda; las cosas cambian, Han, menos para los hombres de las cavernas como tú. Y deja en paz a mi padre, que él no se mete contigo.
Entra C3PO por la puerta; ahora se hace llamar Óscar y lleva un delantal rosa y un plumero arco iris.
ÓSCAR: Señor, ¿le vendría bien que habláramos ahora de las niñas?
SOLO [a Leia]: ¿Qué pasa con las niñas?
LEIA: Nada, no pasa nada. Amidala ha vuelto a suspender pretecnología. Y creo que Annakina tiene paperas.
SOLO: ¡No! ¡No quiero más problemas por hoy! ¿Sabes cuánto va a costarme reparar la junta de la trócola del Halcón? ¡Un pastón! [A Óscar] ¡Lárgate de aquí, lingote de oro!
ÓSCAR: Como quiera, señor, pero le recuerdo que soy experto en más de seis millones de sistemas de comunicación, y que en cualquier momento puedo conseguir un empleo mejor que hacer de canguro de dos niñatas consentidas [sale].
SOLO [gritándole a Óscar]: ¡Debí dejar que te eructara Jabba el Hutt, maldito cascarón! Ya estás haciéndole la manicura a las niñas con el sable-láser de su tío, que tú, con tal de hacerte el remolón…
LEIA [a Solo]: Puedes aprovechar que Luke viene a cenar y pedirle el dinero a él para la reparación, estará encantado de ayudarte. Acuérdate de cuando te ofreció ese puesto de repartidor. Podrías haber dejado el taxi y ahora no estaríamos así, tendrías un sueldo fijo y seguro todos los meses.
SOLO: ¡Tu hermano no tiene un duro, entérate de una vez! Se lo juega todo al póker con Yoda y Obi-wan Kenobi en las timbas de Mos Eisley, lo sabe todo el mundo. Y a veces hasta juega tu padre, que lo sé de muy buena tinta. Y además, ¿me ves a mí repartiendo lencería femenina y leotardos por ahí? ¿Qué diría la gente?
LEIA: Te he dicho que a mi padre ni lo mentes, ¿estamos? Mira, haz el favor de adaptarte a lo que hay. Peores las hemos pasado antes, así que no te ahogues en un vaso de agua por unos gastos de más o por unas paperas.
SOLO: Es que estoy harto, Leia. Cuando no es el colegio de las niñas, es tu factura de la peluquería, y cuando no, los sacos de pienso para Chewie, que come como una lima.
LEIA [comprensiva y cariñosa]: Ay, Han, ¿por qué no intentas a ver las cosas con distancia? ¿Qué hay del Han irónico y granuja que se reía de todo? [Se acerca y lo rodea por la cintura antes de apartarse como un resorte con un gesto de súbita repugnancia] Caray, qué cebón estás…
SOLO: Mira quién fue a hablar, que en vez de patas de gallo tienes garras de buitre.
LEIA: No empieces, mira que te fríes las croquetas tú.
SOLO: Mira qué problema; seguro que son de la carne que sobró del cocido de ayer y puede levantarse un dique con ellas.
LEIA [llorando y mientras sale por la puerta]: Es la receta que dejó mi madre anotada en un post-it, es el único recuerdo que conservo de ella…
Han se queda más Solo que nunca, mirando a su alrededor con los brazos en jarras, como si evaluara lo que ha echado a perder en su vida; coge una croqueta ya rebozada que humea sobre una bandeja y la prueba, abandonándola inmediatamente sobre la mesa y corriendo a escupirla a la papelera y a beber agua del grifo a morro para paliar el ardor de la boca; luego se acerca a la ventana y mira a las estrellas: a lo lejos, un grupo de destructores y de cazas transitan en la lejanía y saltan al hiperespacio ante la mirada nostálgica de Solo; repentinamente cansado, se acerca a la puerta de la cocina y escucha los sollozos apagados de Leia; asegurándose de que no viene, saca el paquete de tabaco del bolsillo interior del peto de sus vaqueros y enciende un pitillo; apoyado en la pila de fregar llena de platos sucios, mira hacia el techo mientras exhala el humo del cigarrillo negro, y se dice:
SOLO: Contra el Imperio vivíamos mejor.