Un local con varias estancias, pequeñas pero no agobiantes, atendidas por un servicio muy profesional "de los de toda la vida". Tuvieron un pequeño despiste con un carrito de bebé (a pesar de ponerlo en la reserva y recordarlo por teléfono) que subsanaron muy rápidamente.
Como íbamos a por el cocido no hizo falta ni pedir, al poco de estar sentados y solicitar las bebidas ya teníamos la comida en la mesa. Servido en tres vuelcos, venía en bonitos recipientes de barro que mantenían bien el calor:

El primero:
- Sopa de fideo fino, de textura dura pero con mucho sabor y un buen punto de grasa
- Complementada con cebolleta, piparras y zanahoria con queso

El segundo:
- Los garbanzos, algo pasados de cocción les faltaba una pizca de sabor pero estaban muy ricos. Traían como complemento el tomate con comino, una opción que les cambia el toque pero que, dicen, ayuda a digerirlos y bajan los gases.
- Las verduras: repollo, zanahoria, patata y puerro. Original el toque del puerro


El tercero:
- Las carnes: Chorizo tipo asturiano, morcilla y morcillo, gallina, jamón, tocino y tuétano. Triunfó el chorizo entre los comensales (la mayoría asturianos) y la morcilla pero lo que realmente era soberbio eran el tocino y el tuétano.

Para el postre había varias opciones a elegir: leche frita, un helado artesano riquísimo, tarta de queso, de chalota y sorbete de limón.
El menú es cerrado e incluye postre y café por 27 euros. Cobran a los niños como "cocido infantil" 14,5 euros, algo que pueden ser buena idea si tienen cierta edad pero que para un niño de 3 años, que era nuestro caso, se nos antoja algo excesivo. Al final la cuenta, con cuatro cocidos y "medio" más una botella de Cuna de Reyes Reserva (22€) salió por 144,5 euros.
En resumen, buen cocido que está a la par de alguno de los más famosos de Madrid. Ver ranking.
