Hace ya algunos años (unos 13...) cuando empecé a salir con Rubén me regaló el famoso libro Es fácil dejar de fumar si sabes cómo. La verdad es que en aquel momento ni me lo había planteado, pero me leí el libro...y no sirvió para nada.
Así que seguí fumando. Ni siquiera el cambio que hubo en la ley me hizo plantearme nada, aunque ahora que echo la vista atrás alucino recordando que fumábamos en los pasillos de la universidad y en el andén del metro (y aunque parezca la abuela cebolleta recordando batallitas, ¡no hace tanto tiempo!).
Tuvieron que pasar unos cuantos años para que empezara a plantearme si realmente me gustaba fumar. Todo empezó en 2010 cuando me mudé a vivir con Rubén. Él no fumaba, así que llegamos al acuerdo de que yo sólo fumaría en la cocina o en el patio. Por entonces estaba opositando y sin darme cuenta cada día fumaba más. Recuerdo que empecé a fumar tabaco de liar porque decían que se fumaba menos, y aun así seguía fumando unos 20 cigarros al día. Así que llegó un momento que los dedos empezaron a amarillear y me fatigaba andando. Pero tampoco me plantee dejarlo.
Fue después del verano de 2011 cuando empezó a rondarme la idea por la cabeza. Probé una aplicación del móvil con la que conseguí reducir los cigarros que fumaba al día. Pero la oposición estaba cada vez más cerca y al final sólo conseguí tener más ansiedad. Así que asumí que no era el momento adecuado, pero me prometí a mi misma que si aprobaba la oposición haría el camino de Santiago y dejaría de fumar.
Llegó 2012, aprobé la oposición e hice el camino de Santiago...pero no dejé de fumar. Pero esta vez sí que hubo un cambio. Empecé a darme cuenta de que no era feliz así, de que estaba atada al dichoso tabaco, por no decir que me empezaba a dar asco el color amarillento de mis dedos, el olor de la ropa y las miguillas de tabaco que salían cada vez que sacaba algo del bolso. Así que tomé la determinación de que el día 1 de enero de 2013 a las 00:00 dejaría de fumar.
Y así fue. Me fumé el último cigarro antes de las campanadas. Pero como os imaginareis no fue la mejor noche para decidir hacerlo. Antes de dejarlo había estado buscando bastante información y sabía los síntomas que iba a tener, así que estaba preparada, aunque no por ello conseguí que fuera una buena noche. Dicen que los primeros síntomas de abstinencia aparecen a las 3 horas de fumarse el último cigarro. Y así fue. Como no me veía capaz de pasar la nochevieja rodeada de gente y copas y sin fumar, decidí irme a casa. y me pasé el Año Nuevo sola y llorando.
Y no fue la única noche que lloré, ya que pasé unos cuantos meses malos, casi con depresión. Porque soy muy cabezota y muy bruta, y decidí que no me iba a gastar más dinero por culpa del tabaco, así que no utilicé ni una sola pastilla. Fui utilizando trucos que fui leyendo en internet, como lavarse inmediantamente los dientes nada mas comer, o dejar de realizar actividades asociadas a fumar, como tomar café.
Fueron unos meses bastante duros y a pesar de los esfuerzos por controlar la ansiedad, engordé 2 o 3 kilos. Pero gracias a esto, empecé a correr, con todas las cosas buenas que me ha dado durante los último 4 años. Así que en parte estoy hasta agradecida de haberlo pasado mal los primeros meses.
A partir de abril que fue cuando empecé a correr, la ansiedad fue desapareciendo y ya casi ni me acordaba de fumar (como dato curioso, sólo me pasó un par de veces después de alguna carrera, que me apetecía un cigarro, como si mi cerebro lo asociara a un premio por haber hecho algo bien).
Cuatro años después creo que es la mejor decisión que he tomado en mi vida, aunque reconozco que no es fácil. Por eso si lo estás dejando o te lo estás planteando te aconsejo:
- Que lo hagas porque realmente quieres, no por imposición.
- Que no gastes dinero en libros de autoayuda, especialmente si no estás motivado, porque no servirán absolutamente para nada.
- Si es posible, no utilices pastillas ni nada para sustituir el tabaco (todo aquel que conozco que lo ha dejado así, ha vuelto. Lo importante es crear un hábito, no sustituirlo; cuando quites el sustituto, volverán las ganas de fumar).
- Realiza algo de deporte, no tiene que ser correr, vale incluso con andar. Lo importante es mantenerse ocupado y ver lo que se puede llegar a hacer con los pulmones limpios.
- Cómprate algo bonito con lo que te ahorres en tabaco
- El pelo, las manos, el aliento, la ropa y todo tu en general ya no huele a cenicero.
- El pelo dura limpio más tiempo.
- La piel brilla más (yo llegué a tener la zona al rededor de la boca amarillenta).
- Tengo menos ojeras.
- Puedo andar y hasta correr hablando a la vez sin ahogarme.
- Rubén ya no se queja cada vez que me da un beso 😻
- No he recuperado el olfato.
- No he ahorrado (imagino que por todas las cosas bonitas que me he comprado 😄).
- Los primeros días se expulsa la nicotina de los pulmones y toses flemas negras.
Así que si os lo estáis planteando os mando todos mi ánimos y fuerza, porque se que no es tan fácil dejarlo como dice el libro. Pero si realmente quieres, lo conseguirás.