Se estrena el viernes 5 de junio, o el 4 en aquellas ciudades donde ese día es festivo. El titular del artículo no es exagerado, porque “Conducta” (Cuba, Ernesto Daranas, 2014) ha recibido más de 30 premios internacionales y muchas más nominaciones: candidata al Oscar por Cuba, finalista en los Goya, triunfadora en el Festival de Málaga, galardonada en el Iberoamericano de Huelva, en la Muestra de Cine Latinoamericano de Cataluña, y en festivales de Nueva York, Brasilia, Lima, Giffoni, Marsella, Grenoble… La última alegría la recibió el 28 de mayo con el anuncio de las 8 nominaciones a los Premios Platino, que se entregarán en Marbella el próximo 18 de julio.
Pero, por encima de esa abundancia de reconocimientos, “Conducta” es sobre todo un gran filme, uno de esos que muchos críticos calificarían de imprescindible. Una película tan valiosa que puede “codearse” –por su alcance, no por su presupuesto‑ con títulos que han retratado a insignes “profesores de cine”. En el caso de “Conducta” se trata de una maestra, Carmela, que –estoy seguro– se convertirá en una referencia cinematográfica para el sector docente, como en su momento lo fue Mr. Keating (“El club de los poetas muertos”, 1989).
A alguno podría sorprenderle que una cinta cubana logre una cota tan alta de excelencia. En Cuba, desde luego, no están en condiciones de realizar grandes alardes presupuestarios, pero allí surgen verdaderos artistas y existe –por ejemplo‑ una larga tradición en el género documental, algo que se nota en la autenticidad que respira “Conducta”. En su país logró abarrotar durante varias semanas las salas de cine, fenómeno que no se producía de 1993, con el estreno de “Fresa y chocolate” (Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío).
El filme nos presenta a unos personajes entrañables, que se ganan el corazón del espectador: Chala, un niño de 11 años, que vive con su madre drogadicta, Sonia, y que entrena perros de pelea para aportar algo de dinero a su casa; Carmela, su maestra de sexto curso, una veterana y excelente profesional que conoce bien a Chala y sabe encauzar sus arranques de agresividad; Yeni, su primer amor y la mejor alumna de la clase… Una serie de acontecimientos, que es preferible no desvelar, afectará a todos ellos, pero sobre todo a Chala, a quien los responsables del colegio han decidido enviar a una “Escuela de conducta” (algo parecido a un correccional).
La sabia dirección de Daranas (La Habana, 1961) consigue introducirnos en los barrios marginales y en las calles bulliciosas de su ciudad natal; nos sube a azoteas llenas antenas; nos familiariza con el sonido de La Habana, con sus edificios deteriorados, con sus coches desfasados, con ese viejo tren que parece un elemento más del paisaje… Pero es la suya una mirada llena de cariño, que sabe sacar belleza de todo lo que filma –incluso de los desconchones– para asombro del espectador. La potencia visual de la espléndida fotografía de Alejandro Pérez es una de las claves de ese impacto.
“Conducta” cuenta con un guión muy medido del propio director, donde presente y pasado interfieren y dotan a la narración de un ritmo que nunca decae. La riqueza argumental no elude una cierta crítica política y del sistema educativo cubano, ni la importancia de la Religión para la vida de las personas. Y se agradece que su final sea tan abierto como esperanzador.
Si la actuación de Armando Valdés Freire como Chala es de una naturalidad sorprendente, la de Alina Rodríguez en el papel de Carmela es de aplauso, y así le fue reconocida en varios festivales. Les acompañan un buen puñado de secundarios, todos muy bien dirigidos, con una mención especial para los niños, que se enfrentan a la cámara sin el menor signo de teatralidad.
"Confieso que, mientras la filmábamos, pensábamos que era una historia muy nuestra, pero cuando la película empezó a ser premiada en festivales de lugares tan diversos, entendimos que la empatía que sus personajes despiertan es universal", declaró Daranas cuando conoció la nominación al Goya de “Conducta”. Unas palabras confirmadas por los varios “premios del público” que ha recibido.
“Conducta” es una cinta que gustará a un amplio espectro de personas, que encantará a los docentes y educadores en general, y que puede convertirse en una herramienta didáctica muy eficaz. UNICEF la ha distinguido con dos galardones por “su defensa de los derechos de los niños”, y apoyará su estreno en España con diversas iniciativas institucionales.
Ojalá el público español también sepa apreciarla.
Juan Jesús de Cózar