Revista Cocina

Consejos para elegir nuevos propósitos

Por Sentir @menjasa1

El último día del año las tradiciones mandan: Nos vestimos de gala, preparamos una buena cena, engullimos las 12 uvas a toda prisa, estrenamos ropa interior roja y a veces también nos hacemos unos cuantos propósitos para empezar el año con buenas intenciones.

El final de año, pues, es un momento que favorece la reflexión, donde valoramos cómo nos ha ido el año que termina y como nos gustaría que fuera el año que estamos a punto de empezar. Es en este punto cuando empiezan a aparecer una serie de propósitos que, a menudo, acaban repitiéndose año tras año sin demasiada fortuna.

Los propósitos pueden ser de muchos tipos: profesionales, sociales, familiares, de salud... Estos últimos son los que hacen referencia a la forma en la que nos cuidamos y a menudo conforman una serie de propósitos bastante recurrentes: Salir a correr, apuntarme al gimnasio, comer más verduras, encontrar tiempo para preparar "tuppers", dejar de fumar... Y un largo etcétera.

La noche de fin de año es una noche especial, divertida e incluso emotiva, pero debemos tener claro que no es una noche mágica. Si a lo largo de 2015 no pisamos el gimnasio más de dos veces, seguimos fumando compulsivamente y el "fast food" era nuestro compañero en la mesa día sí día también, todo apunta a que cuando nos levantemos el día 1 de enero todo esto seguirá igual y lo único que nos regalará el nuevo año será una buena resaca.

Así pues, para que los propósitos se cumplan no basta con pensar qué queremos que pase en el 2016. Tenemos que pensar CÓMO haremos que pase. Os proponemos algunos consejos para que los propósitos de año nuevo no se queden sólo en buenas intenciones y el 31 de diciembre de 2016 nuestro balance de propósitos cumplidos sea todo un éxito:

  1. Los propósitos deben ser realistas: Hacer una maratón, escalar el Everest o no comer nunca pastas para merendar son propósitos demasiado ambiciosos, y más si no hemos salido a correr en todo el año o nos gusta, como la mayoría de personas, comer dulces de vez en cuando.Si nos proponemos objetivos tan difíciles de conseguir lo único que conseguiremos es tirar la toalla a la mínima dificultad y sentirnos frustrados por no haber podido conseguir nuestra meta.
  2. Los propósitos deben ser concretos y traducirse en acciones: "ser más feliz", "cuidarme más", "hacer más deporte"... Todos estos propósitos son demasiado abstractos y se centran en lo que queremos conseguir, pero no nos dan pistas para saber cómo hacerlo. Para traducir estas afirmaciones a propósitos factibles debemos pensar qué cosas haría yo si fuera más feliz, si me cuidara más o si hiciera más deporte. Es decir, una versión más adecuada de estos propósitos podría ser: "Saber decir que no cuando no me apetece hacer algo", "Comer una pieza de fruta a media mañana", "Salir a caminar los viernes por la tarde".
  3. Más vale calidad que cantidad: Muchas veces con la emoción de un nuevo inicio de año nos envalentonamos y hacemos unos listados interminables de nuevos propósitos. Evidentemente, la mayoría de estos no los cumpliremos, ya que por un lado seguramente no los estamos formulando adecuadamente y por el otro probablemente no todos son tan importantes. Dedicar un tiempo a hacer una elección adecuada de propósitos nos ayudará a centrarnos en lo realmente importante y aumentará la probabilidad de poder cumplirlos.
  4. Los propósitos deben ir de acuerdo con nuestros gustos y nuestra forma de ser: Parece lógico pero a veces no lo es tanto. Tenemos que intentar no dejarnos llevar por las modas y centrarnos en lo que nos gusta. Si nunca me ha gustado el kiwi y me propongo comerme un kiwi cada día para regular el tránsito intestinal, seguro que fracasaré.Si nos marcamos propósitos saludables pero incompatibles con lo que a nosotros nos gusta es probable que no los pongamos en marcha. Tenemos que intentar, en la medida de lo posible, encontrar alternativas atractivas y que no nos supongan un esfuerzo desmesurado.
  5. Los propósitos deben adaptarse a nuestro ritmo de vida y encajar en nuestra rutina: Nos puede parecer muy atractiva, por ejemplo, la idea de ir cada mañana a clases de yoga antes de ir al trabajo. Pero una cosa es pensarlo y otra es hacerlo. Si por la mañana me cuesta levantarme, voy ajetreado/a con los niños, tengo que prepararme la reunión del mediodía o bastante trabajo tengo con no perder el tren, puede que no sea necesario añadir más actividades en ese momento del día. Analicemos bien nuestro horario, nuestro estado de ánimo y energía durante el día y en base a ello diseñemos un propósito factible.
  6. La constancia y motivación son claves para convertir el propósito en un hábito : Una vez hemos elegido el propósito más importante, hemos encontrado la manera más agradable de cumplirlo y lo hemos encajado en nuestra rutina, es necesario que seamos constantes y mantengamos la motivación alta. Si conseguimos mantener durante un tiempo el nuevo propósito es probable que lo acabemos integrando de forma natural en nuestra vida y no nos suponga ningún esfuerzo llevarlo a cabo.

No es necesario esperar al 1 de enero para empezar a cuidarnos, cualquier momento del año es perfecto para emprender un nuevo propósito. Lo más importante es que estemos convencidos de que podremos llevarlo a cabo, que le pongamos ganas y que su consecución signifique un cambio positivo en nuestra vida. Sólo así podremos integrarlo en nuestra rutina y tacharlo de la lista de propósitos del año próximo.


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