Revista Psicología

Cuando la industria azucarera pactó con la comunidad científica

Por Redespress60

Viviendo como vivimos en un país en el que la corrupción está a la orden del día, ya no parece sorprendernos nada que tenga que ver con este arte tan dudoso y poco elegante. Son pocos los sectores que escapan a sus garras y, desde luego, la ciencia no podía ser menos..

Cuando la industria azucarera pactó con la comunidad científica

Una truculenta historia que ha sido destapada en JAMA Internal Medicine por científicos de la Universidad de California. Todo empezó en los años 60, cuando un equipo de científicos de la Universidad de Harvard publicó estudios a favor de la baja influencia del consumo de azúcares en la aparición de enfermedades cardiovasculares, dejando todo el peso de la culpa sobre las grasas, cuya demonización no había hecho más que empezar. Todo parecería correcto si no fuese porque esos mismos investigadores habían recibido previamente una "dulce" suma de dinero proveniente de la industria azucarera.

Azúcar, ciencia y corrupción: así empezó todo

El caso ha sido destapado por un equipo de investigadores de la Universidad de California, después de que se dedicaran a analizar una serie de documentos antiguos archivados en la Fundación de la Investigación del Azúcar.

Aunque hoy en día son muchos los estudios científicos que ponen de manifiesto los peligros que supone un consumo elevado de azúcares, hasta hace un tiempo se pensaba que tanto la obesidad como las enfermedades cardiovasculares y la diabetes sólo se debían a las dietas ricas en grasas, por lo que estos investigadores quisieron buscar el origen de la confusión, hallando datos muy reveladores.

Estudios previos de los años 50 habían comenzado a señalar hacia la culpabilidad del azúcar, por lo que la industria azucarera tuvo que tomar cartas en el asunto poniéndose en contacto con tres científicos del departamento de nutrición de la Universidad de Harvard, que fueron alentados para llevar a cabo estudios que desviaran la atención hacia las grasas, comenzando así el que fue bautizado como proyecto 226. Como resultado, todos ellos recibieron una suma de 6.500 dólares, que equivaldrían a 48.900 dólares con su valor actual.

Las consecuencias del pacto

Que una universidad tan prestigiosa como la de Harvard apunte hacia una teoría científica hace que toda la población la crea a pies juntillas y, lo que es peor, que otros investigadores la tomen como referencia para sus propios estudios, por lo que las consecuencias de este pacto entre los científicos y la industria azucarera en un principio pudieron ser muy preocupantes, al dar carta blanca al consumo de un alimento que, si no se toma con moderación, puede ser muy peligroso.

Esto ha llevado a que la propia Asociación del Azúcar (antigua Fundación de la Investigación del Azúcar) pida disculpas en un comunicado por no haber tenido suficiente transparencia en el pasado, aunque también alegan que el nuevo estudio, publicado en, es demasiado sensacionalista para una revista tan prestigiosa.

Sin embargo, otros científicos han secundado la conveniencia de sacar a la luz estos datos, que son una muestra de lo peligrosos que pueden ser en ciertas ocasiones algunos "patrocinios". Ni los investigadores ni el máximo responsable de la Fundación de la Investigación del Azúcar implicados en el suceso siguen con vida a día de hoy, por lo que no podemos disponer de una versión opuesta. Lo que sí sabemos es que el dinero corrompe hasta las acciones más nobles y que algo tan oscuro nunca debería llegar a introducirse en sectores cuyo único fin debería ser ayudar al avance de la humanidad.


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