Imagino que, como casi siempre que no nos termina de gustar una ciudad recibiremos una oleada de críticas de los nativos de la zona pero es que .... Toledo... es que ... es que es guirilandia. Ahora nos escribirán diciendo que si no hemos buscado bien, que si en tal barrio o en tal otro hay un bar buenísimo pero repetimos lo que siempre decimos: Vamos como si fuéramos turistas, vemos la ciudad como un visitante más y dentro de esa visita nos vamos de tapas a las zonas típicas. Y sí, Toledo es una ciudad impresionante, por eso es Patrimonio de la Humanidad pero para el tapeo se queda en Segunda División. La cultura es de tapa de cortesía que depende totalmente de la suerte y luego, dependiendo del bar, hay tapeo o raciones.
¿Por qué decimos esto? pues por dos motivos. El primero: Toledo carece, en su parte histórica, reitero, de una calle o zona de tapas. Sí, existe el Mercado de San Agustín, pero si vas de turismo no te metes en un mercado para tapear porque para eso te da igual una ciudad que otra (esos sitios son bonitos y muy buenos pero todos parecidos). El segundo: había muchos, muchísimos locales con cartelería hasta la saturación de pizzas, croquepizzas, extrapizzas, paella "valenciana" y sangría. Ojo: esto no quiere decir que no visitáramos sitios buenos, sí que lo hicimos y sí comimos de lujo... pero hay que buscarlo, no es lo habitual. Dentro de este post los sitios recomendados son los que están en negrita.
Calle Santa Fe: una mini-calle de bares, al lado de la Plaza Zocodover. Realmente tiene 4 pero dos son de los más famosos de la ciudad: La Tabernita (que estaba cerrado) y el Trébol, este último está lleno de turistas pero la carta está creada para tapear, tapear como dios manda. Con muchas opciones y variedad. La tapa más famosa del bar (y una de las más conocidas de Toledo) es la Bomba. No dejéis de probarla, es muy distinta a cualquier otra de cualquier bar del mundo. Nosotros la pedimos (3,8€) con una tapa de migas y dos cokes. Todo por 13,3€; como se peta os recomendamos llegar pronto. El único pero del bar es que el servicio es algo disperso, quizá sobrepasado y que ponen tapa de cortesía pero como pidas una de pago ya no te la traen.Siguiendo la calle está el Santa Fe, al que no pudimos entrar de la gente que había así que entramos en Cuchara de Palo. Un bonito local, más tipo restaurante que bar de tapas y donde parecía que no nos querían atender. Nos entraron muy bien y muy amables, nos sirvieron los dos vinos que pedimos con tapa gratis de fideua pero luego no nos trajeron la carta y después de pedirla y esperar 20 minutos nadie nos vino a atender así que pagamos (3,4€ dos Verdejos, barato) y nos fuimos.
Al final de la calle vimos un bar más, Entrecalles, realmente no está en Santa Fe ya que la entrada está por la Calle de la Paz. El lugar es una trampa para guiris, ya lo advertían las crujipizzas que se anunciaban a la entrada pero había sitio y había hambre, la carta tenía carcamusas así que nos sentamos. Pedimos este plato, típico de aquí y consistente en carne guisada con tomate y guisantes. Este no estaba mal del todo pero también pedimos unos huevos rotos con morcilla donde la morcilla sabía rara, entre dulzor y picor, le faltaba algo de Almax para pasarla bien. Y sobre el servicio, mejor ni hablar. Chicote... el deber te llama en este lugar.
Zona Calle Comercio: Realmente no es que sea esta calle la de bares sino que en las perpendiculares a la misma, en áreas dispersas cerca y en la continuación (Hombre de Palo) se pueden encontrar locales de variada calidad.
No perderse el Nuevo Almacén (Calle Nueva 7). Un enorme local con zona de barra y pinchos por 2€. Zona de mesas altas para tapeo o compartir raciones y un área de mesas bajas. Nos volvió a pasar que por pedir tapa de pago no nos trajeron de cortesía pero tampoco importaba... la tapas eran enormes, fuimos a pedir 4 croquetas para 4 y nos dijeron "son grandes" pedimos dos y eran enormes, como un puño, por 1,5€. Lo acompañamos con un bocatín de calamares y un sandwich de ternera que con dos cokes y un agua salió por 16,70€
El Mentidero, en la Plaza Solarejo, nos metimos porque vimos 3 ó 4 bares juntos pero tras asomarnos a todos ninguno parecía ofrecer nada. Este es el que menos de guiris parecía y fracasamos. No hay nada digno de destacar en él; pedimos dos Verdejos por 4 euros que acompañaron con unas patatas fritas.
Alfileritos en la calle del mismo nombre y un buen lugar donde, aún siendo restaurante se tapea. Dan tapa de cortesia en condiciones, en nuestro caso unas croquetas de morcilla. De tapa pedimos unos boquerones fritos que estaban espectaculares, con un rebozo fino y salsa ali-oli. Con Coca-Cola y vino, 11,10€
Terminamos la visita en La Abadía, otro imprescindible (es del mismo grupo que el anterior). Aunque es restaurante se puede tomar algo en la parte de arriba. Es uno de los imprescindibles de la ciudad, por el local en sí, una Casa de Oficios del siglo XVI con sus cuevas abovedadas, como por la comida. Aquí puedes probar auténtica cocina toledana como las típicos carcamusas, el ciervo o la perdiz a la toledada. Nosotros tomamos esta última; estaba bien aunque este ave siempre es algo seco. El ciervo lo pedimos en filetitos con salsa de setas y como entrante disfrutamos mucho de un huevo perfecto sobre pisto manchego. Todo con un par de vinos, agua, una fondue de chocolate blanco y fruta y un café por 45,50€. Realmente barato.
Terminamos la visita un poco decepcionados. Aunque no teníamos muchas aspiraciones se echa de menos el movimiento gastronómico que sí se ve en anteriores ganadoras como Logroño (2.012), Burgos (2.013) o Cáceres (2.015)