Hoy, mientras paseaba por mis blogs amigos leí un comentario de mi Maestro Dess, que no entiendo porque últimamente está de perejil de todas las salsas y recordé una cosa totalmente surrealista que me ocurrió hará un año más ó menos.
Antecedentes:
Desde mi segunda cesárea para traer al mundo al Niño debieron de dejarme la vejiga a la mitad de capacidad porque cuando digo que me hago pis, me orino sin ningún tipo de esperas ni contemplaciones.
El camino de mi casa a mi último trabajo discurría por una pequeña carretera comarcal atravesando numerosas fincas con sus respectivas entradas y caminos de tierra.
Tenía la costumbre de tomarme un té sobre las cinco y media de la tarde. Mi hora de salida era a las siete pero en cuanto mi jefe estaba por la oficina él necesitaba una ristra de cosas urgentísimas que había que hacer ese día sin prórroga alguna. Luego se olvidaba los papeles en el despacho y te llamaba a los dos días de algún lugar del mundo para que se los enviaras por mail en formato PDF cuando tuvieras un rato…
Así que cuando estaba por la oficina, salía corriendo a las siete para que no me pillara, porque eso significaba dos horas más haciendo cosas inútiles. El caso es que esa premura mía, más de una vez me había obligado a tener que parar en medio del camino porque literalmente me orinaba en el coche.
Una tarde, recuerdo que era pleno invierno, terminé en la oficina a las siete y diez, por lo que ya era noche cerrada. Ya cuando salí era consciente de que mi vejiga estaba advirtiéndome que daría problemas, pero el regresar al baño significaba que me viera el jefe y tenerme que quedar dos horitas de regalo, así que hice oídos sordos a dichas quejas.
Salí en el coche e incluso consideré la posibilidad de parar en un restaurante al que iba con cierta frecuencia y que estaba a la salida del pueblo, pero al final pensé que aguantaría hasta casa.
Craso error. A la mitad del camino sabía que tendría que parar porque sino, habría que llevar el coche a esas empresas de limpieza integral de automóviles. Iba cada vez más nerviosa por la carretera buscando una entrada adecuada para poder aparcar y hacer pis de manera urgente.
Las veces anteriores siempre seguía la misma rutina. Entraba en algún camino de tierra de alguna finca, apagaba las luces y ya me dedicaba a lo mío.
Esa noche hice lo mismo. Cierto es que iba más nerviosa debido a la premura. Una vez en el camino anduve con el coche con las luces apagadas unos cien metros, ya que no quería ser vista desde la carretera. Apago el coche, cojo kleenex, me bajo y cuando estoy con los pantalones a media pierna oigo un grito terrible de una mujer que retumbó en la oscuridad de la noche.
-¡¡¡¡¡¡MANOLOOOO QUIEN ANDA AHÍ!!!!
Mi reacción fue salir corriendo en la oscuridad con los pantalones a media pierna como pollo sin cabeza, soltando un histérico ¡¡UAHGGGGGGGGGGG!!
Que inmediatamente fue contestado por un alarido de voz masculina del tipo ¡¡¡ UAHGGGGGGGGG HOSTIAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!
-¿¿¿¿¿¿QUIÉN ERES, QUIÉN ERES JOOOOODEEEEERRRRRRR????
A lo que yo contesté más histérica aun, logrando por fin subirme los pantalones y dejar de correr en redondo.
-¡¡¡¡¡¡YOOOOOOO SOY YOOOOOOOO!!!!!
Todo este dialogo totalmente absurdo se estaba dando en total oscuridad y en la mitad del campo, mientras dábamos unos gritos espeluznantes yo creo que debido al miedo que teníamos todos.
- ¡¡¡Identifícate!!! Me dice la voz masculina en tono apremiante.
-¡¡¡Y una mierda!!! Identifícate tú, no te jode, le contesté yo apretando con fuerza las llaves del coche y preocupada porque no me acordaba si había cerrado el coche ó no y tenía el bolso dentro.
-¿Pero bueno, tú que coños haces aquí? No te hemos oído llegar.
-Yo he parado porque me estoy haciendo pis.
De repente la voz femenina se empieza a reír.
-Esta visto Manolo que no nos podemos echar un polvo tranquilamente tu y yo. Ayer nos atacan las vacas y hoy viene la tía ésta.
-¿¿¿Que ayer os atacaron vacas??? Pregunté mientras intentaba orientarme para buscar mi coche.
-No, no nos atacaron pero estábamos en plena faena en el capó del coche cuando oímos un resoplido y eran dos vacas ó toros ó lo que fuera que estaban aquí al lado nuestro y casi nos da un infarto.
-¿¿Pero aquí mismo??
-No en otra entrada que hay más adelante, por eso dijimos hoy, que mejor aquí.
Decía con la voz entrecortada por las carcajadas.
-Coooño, pues que susto y encima a lo oscuro. Bueno oye que me marcho, que se me han pasado las ganas y además hace un frío que pela. Oye perdonad la pregunta ¿Estáis encima del capó con el frío que hace?
-Siiii, pero tenemos edredón.
Yo flipaba mientras encontraba el coche. Pensé que era una pena no haber tenido una grabadora porque la escena merecía la pena.
Quién me iba a decir a mí esa noche, que un año después lo iba a estar contando en el ciberespacio…
-Bueno que me marcho chicos, que disfrutéis.
-Gracias, oye no enciendas las luces por favor.
-Vale, pero en cuanto abra la puerta del coche, no puedo evitar las luces del interior.
-No importa, no tapamos¡¡¡Y no mires!!!
-Jajajajajaja Vale.
Así que entré en el coche sin mirar hacia donde estaban los amantes campestres y cuando encendí el coche y di marcha atrás para entrar en la carretera, noté que no tenía ganas de hacer pis.
-¡¡¡Mierda!!!¿¿¿ A que me he meado encima del susto??? Y empecé a tocarme los pantalones de manera compulsiva, pero no, estaban secos y en perfecto estado.
Fui todo el camino partiéndome de risa, pensando en lo tozudas que son las feromonas a pesar de los inconvenientes y cuando llegué a casa y se lo conté al Consorte, por supuesto después de ir al baño cómodamente, nos imaginábamos a los pobres encima del coche rodeados de vacas…