Revista Cocina

Desconectados del fuego: aparatos eléctricos

Por Yoisasi

‘No tengo ninguna duda en mi mente que, en el momento presente, el mayor elemento contaminante en el ambiente de la tierra es la proliferación de campos electromagnéticos.’ Dr. Robert O. Becker, autor de ‘Cross Currents’ y ‘The Body Electric’.
Disculpad mi ausencia pero es que acabo de mudarme. Sorry. Me costó encontrar ‘la casa’ pero cuando la vi supe que era ‘la casa’, por lo menos para una temporada. Lo único que tenía una pega: Vitrocerámica en la cocina.

La mayoría de las casas que he ido a ver tienen vitro o inducción y los caseros están encantados (‘bewitched’ como en los cuentos de hadas) porque, según ellos, es más práctico, limpio, seguro y se despreocupan de la botella de butano. No sé si se despreocuparán con la factura de la luz aunque nos han programado tan bien que estamos convencidos de que hay un gran ahorro energético al tenerlas en nuestras cocinas. Ya están bien instauradas, instaladas y éstas no se irán así por las buenas.
En este mundo electrónico también existe el gran negocio: Primero nos convencen, a través del miedo, de sus supuestas grandes ventajas y de las grandes catástrofes (incendios, muerte por inhalación de gas…) que podríamos tener si seguimos con nuestras ‘antiguas’ cocinas ya que con las ‘nuevas’ desaparecerían todos nuestros problemas (¿Qué problema? Si yo no tenía ningún problema…) y no habrá riesgo alguno (uff gracias a ellos estamos a salvo); segundo, después de la comida de olla desecharemos rápidamente las cocinas de gas para invertir, según ellos, en salud y seguridad, y nos gastaremos un dineral en sus nuevas tecnologías; y tercero (esto no nos lo dicen en voz alta), con el tiempo enfermaremos al alterar el campo energético de los alimentos y el de nuestro cuerpo y así, de rebote, la industria farmacéutica tomará, de nuevo, el protagonismo y el mando de nuestras vidas sin ser conscientes de cómo y por qué hemos enfermado. Está claro que hemos perdido la noción de nuestra salud, de nuestra parte energética y de nuestra relación con el medio. Espero que empecemos a darnos cuenta la finalidad y el objetivo que tiene esta industria ‘electrodoméstica’.
‘Innumerables estudios han mostrado que no hay un nivel “seguro” de exposición a la corriente de radiofrecuencia, que ahora fluye de manera rutinaria a través del cableado de los hogares, escuelas y oficinas. Se trata de un “subproducto” mortal de nuestra era electrónica.’ The National Foundation for Alternative Medicine en ‘The health effects of electrical pollution’.
No hace falta ser un científico para descubrir que es la electricidad, y no el fuego, la que cocina nuestros alimentos ni hace falta ser geobiólogo para percatarnos de que esta alimentación eléctrica no es bien digerida (en todos los aspectos) por nuestro organismo.
La cocina eléctrica carga el ambiente con iones positivos al igual que nuestra nevera, estufa eléctrica o cualquier electrodoméstico de nuestra casa. La última versión, por el momento, es la cocina de inducción que calienta a la vez el recipiente y la comida. Y a esto lo llaman avance tecnológico… El ‘elemento’ que calienta es un cable en espiral por el que fluye un campo magnético alternante que induce una corriente eléctrica alterna. Como siempre todo lo que nos ofrecen es muy natural.
Antes de continuar, aclaremos conceptos y veamos cifras:
‘Los estudios realizados a partir de principios de siglo han demostrado que cuando el aire tiene una carga excesiva de iones positivos adquiere efectos perturbadores que afectan a la salud y al estado anímico de las personas y que, por el contrario, cuando la carga es de iones negativos se favorece el relax, el equilibrio y el funcionamiento armónico de todos los sistemas.
Que la pureza o contaminación del aire que respiramos influye en nuestra salud es algo sobradamente conocido pero no lo es tanto que la “carga eléctrica” de esas pequeñas partículas presentes en el aire puede producir dolores de cabeza, depresión, irritabilidad, letargo, insomnio, migraña, malestar general y una amplia gama de enfermedades respiratorias como asma, bronquitis, fiebre del heno o catarros.(…) El aire viciado de las ciudades, los aparatos de aire acondicionado, los calefactores, el polvo, las fibras sintéticas, los aparatos eléctricos, etc., destruyen los iones negativos y hacen proliferar los positivos, lo que provocan que la atmósfera sea asfixiante en muchas casas y oficinas. Según el profesor Louis Claude Vincent las raíces y el desarrollo del cáncer tienen mucho que ver con una sobrecarga de cargas eléctricas positivas en los tejidos. Por su parte, el doctor J. Janet consideraba que una sobrecarga positiva provoca, en la profundidad de los tejidos, la formación de “microclimas cancerígenos”.’ Discovery Salud.
Eloi Masip Noguera de Cronihertz (www.cronihertz.com) nos cuenta: ‘Las personas que cocinan con vitro e inducción, primero tendrían que asegurarse que la toma de tierra del propio electrodoméstico esté bien conectada y funcione correctamente ya que si no está bien, el campo eléctrico es muy elevado en la zona de trabajo.
Concretamente la inducción, es un sistema que aunque esté bien conectada la toma de tierra, por su propio funcionamiento, emite un campo electromagnético bastante elevado. Por ejemplo, la que tenía mi madre llegaba a emitir unos 8.000 nT(Nanoteslas) y la mayoría de científicos defienden que los campos electromagnéticos son malos para la salud y no aconsejan sobrepasar los 100-200 nT. continuamente (en zonas de descanso menos aún, sobre los 20nT). Hay un estudio que relaciona estar mucho tiempo a valores de 1.000 nT o superiores con el cáncer de mama. Todo depende del tiempo que estemos delante de la cocina.
Cuando hacemos las mediciones en viviendas, nos hemos encontrado inducciones que emiten mucho y otras que emiten menos. Creo que las más modernas ya emiten menos pero pueden estar alrededor de los 600-2000. Es importante utilizar el ‘fuego’ que quede más lejos de la persona siempre que se pueda y si estamos haciendo preparativos como cortar verduras etc, utilizar una zona más alejada de la inducción (aproximadamente 2 metros pero depende, ya que cada uno emite unos valores distintos). ¡Cuidado con las embarazadas! Tienen la barriga tocando la cocina de inducción y el futuro bebé sometido a una radiación elevada.’
Con estas cifran tan altas altas y alarmantes son más que suficientes para olvidarme de la inducción y continuar con una cocina de gas butano aunque no descarto para un futuro comprar una cocina de leña. Esto sería lo idóneo, lo auténtico, lo natural.
La casera, además, me propuso quedarme con su microondas y ya os podéis imaginar lo que le contesté. Me salió un NO rotundo. El microondas se ha convertido en imprescindible, es uno más de la familia como la televisión. Un aparato que calienta nuestro alimento por radiación electromagnética emitiendo ondas con una frecuencia de 2450 MHz (una barbaridad ya que nuestro cuerpo y la Tierra están a una media de 12 Hz) y éstas hacen vibrar las moléculas de agua de los alimentos motivando una fricción que genera calor.Trabaja de forma inversa al horno tradicional, es decir, hace los alimentos de dentro a fuera. Y además es un ‘ladrón de nutrientes’: El ácido fólico (importante para la formación de sangre) desaparece cinco veces más rápido; las vitaminas B1, B6 y C se pierden; forma una gran cantidad de radicales libres; altera la estructura protéica de los alimentos; daña bruscamente las paredes de las verduras y frutas desgarrándolas.
Un electrodoméstico que tiene un efecto desvitalizante y antinutritivo en el alimento debilitando nuestro organismo y dañando nuestra salud. Y esto mismo se puede aplicar a las cocinas eléctricas.
Sigamos aclarando más conceptos:
Frecuencia es una magnitud que mide el número de repeticiones por unidad de tiempo de cualquier fenómeno o suceso periódico. Para calcular la frecuencia de un suceso, se contabilizan un número de ocurrencias de este teniendo en cuenta un intervalo temporal, luego estas repeticiones se dividen por el tiempo transcurrido. Según el Sistema Internacional (SI), la frecuencia se mide en hercios (Hz), en honor a Heinrich Rudolf Hertz. Un hercio es la frecuencia de un suceso o fenómeno repetido una vez por segundo. Así, un fenómeno con una frecuencia de dos hercios se repite dos veces por segundo. (…) En Europa, Asia, Oceanía, África y gran parte de América del Sur, la frecuencia de corriente alterna para uso doméstico (en electrodomésticos, etc.) es de 50 Hz. En cambio en América del Norte de 60 Hz’. Wikipedia.
La resonancia de la Tierra (el ‘latido’ de la Tierra) llamada Resonancia Schumann (Winfried Otto Schumann), aunque quien la observó por primera vez fue Nikola Tesla, era de 7,8 hercios pero desde los años 80 se ha elevado hasta 12 Hz. Por tanto, si nuestro cuerpo y nuestra Tierra están a una media de 12 Hz, si la corriente de nuestra casa es de 50 Hz y si algunos electrodomésticos superan los mil hertzios, está bien claro que habrá un gran desbarajuste y desequilibrio surgiendo geopatías, es decir, enfermedades provocadas por las radiaciones.
Pero la cosa no acaba aquí ya que, para más inri, surge la ‘obligación-supuesta libre elección’ del cambio de nuestros antiguos contadores de luz por electrónicos y para ello han instalado nuevas y más antenas para poder transmitir nuestros datos (se acabó el que vengan a tomar nota de la lectura del contador) mediante Wimax que usa ondas de radiofrecuencia de 2,3 y 3,5 gigahercios (1 gigahercio son 1.000.000.000 hercios y a los gigaherzios se les denominan microondas). Un sistema de mayor potencia y alcance que el wifi. Todo, según nos cuentan, para mayor comodidad de los consumidores y, lo que no nos cuentan, para poder manipular, a su libre albedrío, la frecuencia que se emite en nuestros hogares: ‘Las compañías de electricidad –y todo indica que las de gas y agua van a hacerlo después- están cambiando sus actuales contadores por otros electrónicos con la excusa de que mejoran la calidad del servicio.Telegestión llaman a su propuesta que no tiene otro objetivo que poder controlar nuestros datos de consumo eléctrico desde la central sin tener que mandar personal a leerlos; sólo que el sistema elegido funciona en muchos casos emitiendo 24 horas al día microondas -es decir, radiaciones electromagnéticas- con el riesgo que eso supone para la salud además de inyectar altas frecuencias en la red -para emitir datos- algo no realizado hasta ahora de manera masiva por lo que se desconoce su posible impacto en la salud. Lo lamentable es que la medida la ha impuesto la Comisión Europea, órgano integrado por 27 comisarios, uno por cada país de la Unión. En suma, los nuevos contadores pueden perjudicar la salud de los ciudadanos.’ Miguel Jara. Discovery Salud.
En vez de Telegestión debería llamarse Telesugestión porque a este paso estaremos todos inducidos por sus maquinitas y sus controles remotos. Estoy convencida que en pocos años podremos cocinar o poner una lavadora mientras conducimos hacia casa. No voy mal encaminada. A esto lo llaman avance tecnológico. Si lo sé, me repito.
Siguiendo con mi historia. A pesar de la vitrocerámica me mudé a esta casa pero, eso sí, comprando una cocina de butano que me llegará la semana que viene. Cuando me dijeron en la tienda que les tardaría unos días me impacienté ya que no me apetecía para nada cocinar en una cocina eléctrica y menos comer el resultado electrónico. Viendo la parte positiva pensé que no existen casualidades y esta causalidad ha hecho que sienta física y energéticamente que la comida no se cocina, no se calienta ni me calienta interiormente, me desequilibra, me quita energía, me siento vacía, como si no hubiera comido…Los alimentos cocinados parecen de plástico y no huelen o es que tal vez me ha desaparecido el sentido del olfato… Lo comprobé al hacer un huevo frito (huevo a la plancha, más bien), la clara parecía de juguete y el resultado fue incomible. Además de no disfrutar de la comida, ya han aparecido los primeros síntomas físicos como la punta de mi lengua en carne viva con pequeñas ampollas y mi labio inferior cuarteado (no, no ha sido por el frío). Está siendo una semana muy extraña y dura nutricionalmente hablando.
Tal vez soy muy sensible a la electricidad pero veo que no soy la única. Sinceramente, estoy convencida de que no podría vivir en una gran ciudad, estoy convencida de que moriría pronto.
‘Países como Suecia, en donde se han desencadenado verdaderas “epidemias” de personas que no pueden vivir en las ciudades porque han desarrollado una especie de “alergia” a la electricidad que les impide desarrollar una normal actividad profesional y deben retirarse a vivir a lugares inmersos en la naturaleza, alejados de todo signo de civilización. En los casos más graves de intolerancia se otorga la baja laboral permanente a personas de cualquier edad aquejadas de este mal, casos que van en aumento progresivo de forma bastante alarmante’. Discovery Salud.
Algo tan esencial, imprescindible, de supervivencia, de primera magnitud y que repetimos varias veces al día durante todos los días de nuestra vida como es comer, sería importante que los alimentos fueran cocinados con energía que proveniera del Fuego, en mayúsculas. Actualmente esto es imposible en nuestro hogares ‘civilizados’, electrónicos e informatizados. Casi todas las casas descartan la opción de la botella naranja, y menos aún de la leña, para optar por la última generación en placas negras digitalizadas. Y así vamos, cada día más desconectados de la Naturaleza.
Pienso en la cantidad de hogares de todo el mundo que cocinan a diario con electricidad, en la cantidad hogares que no ponen el punto de mira en los fogones eléctricos como causantes de sus primeros síntomas y dolencias y más cuando los alimentos cocinados en ellos son de mala calidad o mediocres ya que aquí se aumenta el problema. Me gustaría que un día, sólo un día, cortaran la luz para ser conscientes de lo que ocurriría en nuestras casas: No podríamos cocinar (hambre, malestar); la comida de nuestra nevera y congelador se iría al traste; pasaríamos un frío que pela o un calor abrasador dependiendo de la estación; no podríamos ver la televisión (¡qué horror!); y, lo peor de todo, no tendríamos internet, estaríamos desconectados de todo. Estoy segura que a más de uno le daría un ataque de ansiedad antes de acabar el día sin luz eléctrica.
‘La conservación en una nevera (caja cerrada en la que circula una corriente eléctrica) puede alterar más el campo energético, debido principalmente al aislamiento: son necesarios, pues, la cocción y otros movimientos activos (remover, agitar…) para reenergizar el alimento y evitar que esté sin vida. Si el almacenamiento en frío se hace en una bodega o despensa por donde circula aire fresco, el campo energético del alimento disminuirá algo pero no en exceso’. Anne Marie Colbin.
Después de un viaje reciente a la city y con la llegada del frío he sido más consciente de que todo es eléctrico: cepillo de dientes, afeitadoras, depiladoras, secadores de pelo, estufas, braseros, secadoras de ropa (ya pocos colgamos la ropa al sol), relojes (en los anticuarios quedaron los de cuerda), ollas de cocina (algunos ya ni se molestan en usar las placas de inducción), neveras (las despensas se extinguieron hace muchos años), parrillas, batidoras, picadoras, molinillos, cafeteras, mantas (las bolsas de agua caliente en desuso), aspiradoras, microondas, video-juegos (pocos niños salen a la calle a jugar a la pelota o a la comba)… seguro que me dejo muchos más.
‘Es probable que hoy cause más daños a la salud humana la contaminación del aire interior que la contaminación exterior ya que la mayoría de la gente pasa del 70% al 80% de su tiempo en lugares cerrados”. Jan Stolwik, profesor de Epidemiología.

Recuerdo cuando estuve viviendo en India: Todos los días, varias veces al día, cortaban la luz. La gente no se alteraba, encendía sus velas y seguía con sus vidas como si nada pasara cocinando a butano o en cocinas de fuego (si, ellos siguen manteniendo esta tradición aunque ya no en las grandes ciudades). Otra cosa curiosa es que las mujeres indias son unas expertas en lavar a mano. ¡Menudo arte tienen! Yo las pasaba canutas para lavar los vaqueros, las sábanas o las toallas, toda una odisea. Le dije a mi pareja que renunciaba a seguir lavando porque realmente mis ‘coladas’ no eran tales y, por fin, le convencí para llevar toda nuestra ropa, sábanas y toallas a una lavandería tradicional. Aluciné cuando fuimos a recogerla. ¡Era increíble! Aquellas mujeres habían dejado la ropa limpia y blanca a base de darle golpes en una piedra o con una especie de palo en el río y lo más alucinante es que te la entregaban perfectamente doblada y planchada con plancha manual sin usar nada de electricidad. A partir de ahí para mi ‘el frotar se va a acabar’ si que pasó a la historia. Toda una experiencia que también pude comprobar cuando viví una temporada en un pueblo de Mallorca, Deya, donde una viejecita lavaba sus sábanas los días de sol a mano. Menudo coraje el suyo mientras ella, según me contaba, lo veía como algo natural, sencillo y rutinario. Esta mujer me recordaba a mi bisabuela donde en su casa, la chimenea le hacía de cocina y de estufa y la nevera era realmente una despensa muy bien acondicionada, entre otras cosas, ya que ella también lavaba a mano.
Veamos ahora los síntomas que nos puede ocasionar el exceso de radiación:
‘Sintomas por exposición a la radiación de radiofrecuencia: Dolores de cabeza, mareos, náuseas, dificultad para concentrarse, pérdida de memoria, irritabilidad, depresión, ansiedad, insomnio, fatiga, debilidad, temblores, espasmos musculares, entumecimiento, hormigueo, reflejos alterados, síntomas “gripales” , fiebre. Las reacciones más graves pueden incluir convulsiones, parálisis, psicosis y accidente cerebrovascular, palpitaciones, arritmias, dolor o presión en el pecho, presión arterial alta o bajo, ritmo cardiaco lento o rápido, dificultad para respirar, sinusitis, bronquitis, neumonía, asma, picazón, ardor, enrojecimiento de la cara, dolor o ardor en los ojos, la presión en/detrás de los ojos, visión deteriorada, cataratas, problemas digestivos, dolor abdominal, agrandamiento de la tiroides, testicular/del dolor de ovario, la sequedad de los labios, lengua, boca, ojo, gran sed, deshidratación y hemorragias nasales, sangrado interno, alterado azúcar metabolismo; anormalidades inmunes; redistribución de los metales en el cuerpo, pérdida de cabello, dolor en los dientes, empastes deterioro de calificación; sentido del olfato; zumbido en los oídos.’ ‘No Place to Hide’ por Arthur Firstenberg.

Y para paliar todos estos síntomas surgió una terapia, la Negativación:
‘En 1932 nace una nueva terapia para descargar al organismo de la sobrecarga de electricidad positiva: la Negativación. En Mayo de ese mismo año, el biólogo e ingeniero Charles Laville presentó su dispositivo, el Electropulsador en la Sociedad de Electroterapia y fue usado en centros públicos como en el Hospital Beaujon donde actuaba de manera eficaz en casos de dolores e inflamaciones que suelen acompañar a los estados patológicos. ‘El buen equilibrio y la salud de los tejidos orgánicos pasan por la conservación de la electronegatividad de la sangre’. Charles Laville, Electrodinámica del músculo y El cáncer, un trastorno eléctrico. Ya en los años noventa, el doctor Jean Valnet, impulsor en Francia de la Fitoterapia y la Aromaterapia además de autor en 1970 del libro Dr. Nature, reintrodujo su práctica. “La vida sería una positivación continua del organismo –afirmaría Valnet- cuyo envejecimiento sería el resultado ineluctable. Con la negativación eléctrica el organismo se vuelve más joven”. Cabe agregar que Valnet utilizó la negativación durante más de 40 años en su consulta en miles de pacientes. Y según su propia experiencia la negativación presenta las siguientes propiedades: potente modificador del metabolismo celular ya que regula el sistema nervioso y sanguíneo actuando además como un excitante de los reflejos vagosimpáticos a la vez que ejerce una acción modificadora profunda de la morfología y fisiología de los diferentes órganos; mejora con rapidez el estado general de salud aumentando la sensación de bienestar y ayuda a dormir mejor; tiene efectos antiespasmódicos y relajantes; presenta efectos antiinflamatorios y descongestivos (por vasoconstricción); disminuye el dolor; flexibiliza los tejidos escleróticos o infiltrados; mejora el poder de los medicamentos asociados por lo que según Valnet las dosis pueden reducirse.’ Antonio F. Muro. Discovery Salud.
La ausencia de fuego en una casa, es como la ausencia de agua o de luz solar. Estamos eliminando un elemento muy importante y estos cambios repercuten en nuestro estómago y, en definitiva, en nuestra salud porque la comida ha sido cocinada por otros métodos que ya no son los naturales y porque el calor que recibimos de nuestras estufas eléctricas no es auténtico calor. Y sé que todos, en algún momento, lo habéis comprobado y sentido en vuestra piel. Intentemos buscar el equilibrio, intentemos retomar y acercarnos un poco a nuestros orígenes.
No es cuestión de ponernos a hacer hogueras o empezar a comunicarnos con señales de humo pero tampoco es cuestión de inyectar en nuestras venas tanta electricidad ya que no forma parte de nosotros. Así nos desconectamos de nosotros mismos y de la Naturaleza. Quitémonos los zapatos y enganchémonos a la Tierra. Conectemos de nuevo con ella.
‘El cáncer latente es flema-calor pero cuando se extiende (metástasis) es flema-calor-viento. El viento lo desplaza y una de las razones son las radiaciones electromagnéticas descontroladas (…) El factor medio-ambiental está muy agresivo. La polución electromagnética ha introducido factores de alta agresividad que antes no se conocían. Tenemos una polución electromagnética que desorienta al humano y a los animales. Estamos rodeados de un ‘asesino invisible’ que altera los biorritmos energéticos y altera la energía de los seres vivos. El cáncer es la consecuencia de la destrucción del medio y no hay vacunas ni Dios que lo elimine desde el enfoque occidental’. Dr. Carlos Nogueira, durante mi clase de Acupuntura Bioenergética. http://www.dsalud.com/index.php?pagina=articulo&c=637
P.D: Por fin llegó mi cocina. ¡A vuestra Salud!
Salud y Buenos Alimentos.
Yo Isasi
www.nutricionencasa.com


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