Revista Arquitectura

El canto de cisne medieval

Por Vigilis @vigilis
En el contexto de la lenta pero constante pérdida de poder de los señores frente al impulso de las ciudades, cuando el poder del rey languidecía, las ciudades se unían en ligas o hermandades para la protección de sus intereses. Estas hermandades se creaban en diferentes lugares por motivos bien distintos: en Andalucía se creaban para defenderse de los moros (1265, Córdoba y ciudades de Jaén) y en el norte para defenderse de los inspectores de hacienda (León y Galicia: 1282, 1295. Santander, Bermeo, Laredo, Vitoria...: 1296).

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Catedral de Tuy (en los carteles de tráfico: Tui). Parece un castillo porque los obispos eran nobles que daban ostias y hostias a partes iguales.

A la crisis del siglo XV se le unen otras particularidades: la Reconquista está prácticamente finiquitada, quedando sólo Granada como reino vasallo de Castilla, y por lo tanto el aumento territorial del poder, tanto de ciudades como de señoríos, sólo se podía realizar a expensas de otras ciudades o señoríos. A esto se le une una nueva guerra civil castellana, la causada por el conflicto sucesorio de Enrique IV. En esta guerra civil tiene una enorme importancia la pérdida de ley en la moneda con la correspondiente inflación. Los historiadores mencionan otras causas como las plagas, pero las plagas eran habituales. Su importancia tan solo se puede ver como agravante de las condiciones de vida, pero no algo crucial en los levantamientos armados.
Todo hecho histórico relevante tiene múltiples causas y facetas y por lo tanto puede ser estudiado desde diversos ángulos. El paradigma es la caída de Roma. En la llamada hoy revolta irmandiña (1467-1469), para mi, el hecho crucial es el conflicto sucesorio de Castilla, que se traduce en Galicia en la pérdida de Enrique del dominio de este reino. Buena parte de la nobleza local toma partido por el infante Don Alfonso —proclamado en la Farsa de Ávila rey Alfonso XII—, los castillos de estos nobles serán lugares de refugio de bandas de delincuentes que asaltan caminos e interrumpen el comercio en una época, como dije antes, de gran inflación y carestía. Los principales perjudicados de estos desórdenes son los burgueses, que de ninguna manera se iban a quedar de brazos cruzados.

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Torre de la Berenguela en la catedral de Santiago. Quitadle los adornos modernos y el reloj. Esta torre levantada en el XIV por Berenguel de Landoria era una de las grandes bazas del arzobispo para refugiarse y ordenar a sus arqueros hacer una escabechina entre los ciudadanos. Durante siglos fue común que el arzobispo se refugiara en la catedral cuando perdía el control de su ciudad. A veces la revuelta le pillaba fuera de la ciudad y no le dejaban entrar, en ese caso se refugiaba en el castillo de Rocha Forte, en la salida de Padrón.

Es cierto que según dónde mires, las causas concretas del levantamiento son diferentes. Así por ejemplo, en Santiago, la población de la ciudad lleva los últimos tres siglos levantándose contra su obispo cada veinte años. La sede arzobispal lleva aparejada el señorío de las Tierras de Santiago, prácticamente todo lo que hay entre el Tambre y el Ulla. Es por lo tanto el mayor señor feudal de Galicia (dicho de otro modo: hace "frontera" con todas las grandes casas). En el norte, en el territorio de los Andrade, aparecen dos ciudades fuera del control de este señor, Coruña y Betanzos, lo que en una zona relativamente urbanizada facilitará el levantamiento (recordad que la revuelta fue mucho más urbana que rural). Otros señores, como los Deza, Ulloa, Soutomaior, Monterrei, etc. tienen sus tierras muy diseminadas por toda Galicia lo que les coloca en situación de debilidad para poder defenderlas.

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Portada plateresca del Hospital Real de Santiago. Levantado entre la catedral y la cárcel (donde hoy está el Palacio de Rajoy, que algunos que no saben cómo se pronuncia el gallego antiguo ni la diferencia entre un pazo y un palacio, han llamado Pazo de Raxoi). Hoy es un parador de cinco estrellas en el que los subdirectores de la Xunta llaman a chicas de compañía cuando se sienten solos.

Es de vital importancia analizar cada lugar por separado y no caer en el simplismo confuso de tratar toda la guerra como un conflicto entre dos bandos enfrentados ya que los cambios de bando serán habituales entre los nobles. El caso más alucinante de cambio de bando lo protagoniza el propio Enrique IV, quien, al morir Don Alfonso, traslada el derecho de sucesión de la Beltraneja a Isabel. Cuando se produce esto, que, unido al regreso de los grandes señores de Galicia al frente de nuevos ejércitos para aplacar la sublevación, constituye el fin de la guerra, Enrique trata de dar cobertura legal a los hechos acaecidos, dando fe de que lo sucedido fue hecho en su nombre. Suele pasar desapercibido este detalle, pero me parece harto curioso que esta guerra no fuera de venganzas personales: cuando la Santa Hermandad apresaba a un señor, lo mantenía recluido. Cuando los señores recuperaron sus fortalezas (o lo que quedaba de ellas), no impusieron un castigo universal sobre sus vasallos (eso sí: les ordenaron volverlas a levantar). Pardo de Cela recomienda al conde Lemos que "llene sus carballos (robles) de vasallos" y el conde, que no era idiota, le responde que no se iba a mantener de los carballos.
En el proceso de reconstrucción de los castillos hay alguna nota graciosa que da fe de la intrahistoria de estos sucesos. Vasallos quejándose a su señor de que no fueron ellos solos los que derribaron el castillo, sino que les ayudaron los de Santiago y el señor respondiéndoles que si ellos no se hubieran levantado, los de Santiago no habrían llegado allí para ayudarles a destruirlo.
Lo importante del asunto es la consecuencia de esta guerra irmandiña ("irmandiña" es la forma moderna para referirnos a la Santa Hermandad de la segunda mitad del XV en Galicia, en otros lugares de España revueltas similares reciben otros nombres). La gran nobleza gallega pierde el poder por primera vez en la historia de decidir el futuro del trono de Castilla. En lo sucesivo, los Lemos, Andrade y otros continuarán siendo mariscales de Castilla, cancilleres reales y mayordomos del rey, pero ya en roles más burocráticos que militares (este cambio es consustancial al modelo del estado moderno). El poder de las ciudades aumentará bajo el paraguas de la corona. Se confirma el cambio geográfico del centro de poder hacia el sur y los reyes aprenderán una lección de crucial importancia para el futuro: no tengas guerras en tu casa, llévalas al extranjero. Lección, por cierto, que Francia nunca aprendió.

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Isabel I bromeando con una cámara del NODO, creo.

Los Reyes Católicos crean la Real Audiencia de Galicia en 1480, que llenan de burócratas para revisar las declaraciones de la renta de la nobleza e irles limando todavía más su poder, en beneficio de campesinos y ciudades libres (y de ellos mismos, claro). Porque fueron estos y no otros los grandes beneficiados de esta guerra. Si me apuran, sería el estamento de los campesinos más beneficiado aún que las ciudades, ya que ellos no costearon las revueltas y apenas tomaron parte en ellas. Con el fin de esta guerra y cien años antes que la mayor parte de Europa (excluyamos Italia, aunque la mitad de la bota también era España), entramos en la Edad Moderna, que fue una Edad muy loca, llena al principio de gente medieval en medio de una revolución tecnológica y humanista sin parangón (revolución inevitable a tenor de los cambios vividos en la Baja Edad Media, y de la caída de Constantinopla, pero de eso tocará hablar en otro momento).
Ese a caballo entre dos épocas, recibirá el nombre de Renacimiento.

Breves:
  • Como nota rápida: la frase "doma y castración del Reino de Galicia" atribuida a los Reyes Católicos fue una invención de Castelao. El de Rianxo citaba a Zurita que habló de "doma", como sinónimo de pacificación y lo de castración lo añadió mi paisano porque quedaba bien en su discurso. Es una pena que haya gente que atribuya este ingenio de Castelao a los Reyes Católicos que no pasan ni de lejos por ser los peores que ha tenido Galicia. Sí es cierto que el Reino perdió su voto en favor de Zamora, pero éste se recuperó en el XVII y además las Cortes se seguían reuniendo en las ciudades gallegas cuando tocaba.
  • Otra nota rápida: no, los Reyes Católicos no prohibieron el gallego. Es más que probable que Isabel I hablara gallego (era hija de una infanta portuguesa y en aquella época gallego y portugués eran casi el mismo idioma). Serían los Borbones los que siguiendo la moda de la época obligarían al uso del castellano en la academia y los tribunales. Pero de los mal llamados Siglos Oscuros habrá ocasión para debatir ampliamente en una futura entrada.
  • Casi más interesante que hablar de la guerra irmandiña es hablar de la historia del estudio de la guerra irmandiña. 
    • Hasta 1984 no fue publicado el pleito Tabera-Fonseca que es la principal fuente de información de los sucesos de 1467-69. Este juicio entre dos obispos por la reconstrucción de unos castillos derruidos durante la guerra, tiene lugar sesenta años después de los hechos. Y nos quejamos de lo que tarda la justicia hoy.
    • También, parte de las informaciones —sobre todo en lo que se refiere a lo sucedido en Santiago— hay que irlas a buscar a la República Checa, Polonia, Alemania... Ya que durante la guerra seguían llegando peregrinos de toda Europa a Santiago que anotaban en su diario cosas como "están lanzando cadáveres por encima de las murallas, parece que alguien está enfadado con alguien". A saber qué nos estamos perdiendo oculto en algún agujero centroeuropeo.
    • Más allá de las actas del juicio mencionado antes, está la "Crónica de Enrique IV", "Las bienandanzas e fortunas" de Lope García de Salazar y la "Crónica de Santa María de Iria" de Ruy Vasques, mal guardada en el Archivo de la Catedral de Santiago.
    • Sobre los cambios de bando de los nobles, se puede ver "Relación de algunas casas y linajes del reino de Galicia", de Vasco de Aponte (o Vasco da Ponte, yo qué sé), escrita cuarenta años después de los hechos.


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