Revista Vino

El cava conquista Navas del Rey

Por Orlando

Una soleada mañana, mientras me acercaba a la gasolinera para volver a llenar el depósito de mi coche (“¡joder, cada día me sale más caro dar de comer al C4!”) el móvil empezó a sonar; la llamada procedía de mis amigos del Institut del Cava. Mensaje directo, en cuarenta segundos: <<Orlando, vamos a organizar un maridaje entre los alimentos de la sierra Suroeste de Madrid y el cava, ¿te atreves a conducirlo, a ser la persona que oficie dicho encuentro?>>.


Dos copas, dos colores, dos sensaciones

Y como me entusiasman los retos y me apasionan las burbujas, me puse de inmediato a trabajar en el tema, viendo las aportaciones gastronómicas de la comarca, buscando la mayor diversidad vinícola, y sugiriendo alguna exquisitez burbujeante que todavía no ha visto la luz mercantil, o  que no sea fácil poder saborear en las mesas de Navas del Rey.

Todo el trabajo de fondo, la preparación, el estudio, las catas de los cavas para conocer sus sensaciones invernales (el encuentro se celebró el 15 de febrero) derivaron en una tarde de febrero, un día después de San Valentín; aunque estoy seguro que si ha habido un romance vehemente y ardoroso en los inicios de este 2011, este se produjo esa tarde en el salón localizado en la planta superior de la Biblioteca Municipal de Navas del Rey.
La idea de partida era que los productores y restauradores de la comarca ofrecieran sus interpretaciones culinarias, y sobre ellas enredarían los distintos cavas, con la finalidad de exponer la diversidad del cava, su ideal maridaje con los distintos platos de nuestra gastronomía y su espléndida armonía desde el principio al final de cualquier acontecimiento gastronómico.
La realidad: 16 platos de lo más diverso y variopinto, 12 cavas diferentes, desde Brut Reserva elaborado con un coupage varietal hasta cavas elaborados a partir de vinos base fermentados en barrica, pasando por cavas dulces o por un Blanc de Noir elaborado a partir de Pinot Noir, gentileza de Juvé y Camps, un cava que en un par de meses se podrá ver en las diversas estanterías de nuestro país.
Para tal espectáculo enogastronómico, un único objetivo por parte de este humilde sumiller: “dinamismo, participación, que cada uno de los 42 asistentes mostraran sus preferencias a la hora de fusionar cava y comida, sin propuestas preestablecidas, sino que sea el empirismo, el ensayo-error quien nos diga cuál es el matrimonio que más nos gusta percibir en nuestro paladar”. A modo organizativo creamos 4 entregas, cada una de ellas de 4 platos y 3 copas.
Y lo que se presumía una fiesta, fue un fiestón; porque en Navas del Rey se vivió una de las tardes más excitantes que he podido vivir y conducir en este pasional mundo del cava y de la gastronomía.

Hay que descubrir los encantos que encierra Navas del Rey (Madrid)

Y para que los comensales, distribuidos en una U perfecta, pudieran disfrutarlo, para que la diversidad sensorial del cava se les quedase grabado a fuego en sus mentes (y en sus estómagos, todo sea dicho) muchas personas fueron las protagonistas silenciosas de este evento. Personas a las que, personalmente y a través de este post, quisiera rendir un cálido reconocimiento, porque en este país las cosas se consiguen, siempre, porque detrás siempre hay hermosos corazones que se entregan de manera desinteresada. Desde la gente del Institut del Cava, siempre dispuesta a cualquier alocada propuesta con tal de promover y promocionar esas burbujas mágicas que revolotean 24 horas en mi mente, hasta los dirigentes del Ayuntamiento de Navas del Rey, dispuestos a que sea su localidad centro de atención gastronómica y enológica de toda la comarca; pasando por la entrega personal de los chavales de la Escuela de Cocina de Villa del Prado (seguir por ese camino, pues los platos estaban “cañón”) o por las concejalas, Marisa, Isabel, que ahí estuvieron dando el callo desde el minuto uno al noventa para que no faltase de nada.
Y la punta del iceberg, para quitarse el sombrero ante ellos, los responsables ideológicos de que Navas del Rey viviese esta conjunción galáctica: Teresa, bibliotecaria, amante de su localidad y mente inquieta donde las haya (¿cuál será la próxima que tu cabecita estará incubando?); y Gonzalo, profesor del la Escuela de Hostelería de Madrid y vecino de Navas del Rey; un hombre efusivo y que tras pasar unos años en Sevilla viene dispuesto a revolucionar esta población serrana.

¿Qué que platos se pudieron sentir en la mesa? ¿Qué cavas pusieron color y efervescencia en la bacanal? Eso, amigos, se lo van a tener que preguntar a alguno de los 42 agraciados que pudieron vivirlo con regocijo y deleite. Yo solamente ejercí de respetuoso director orquestal.


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