La elección de un pontífice ha sido retratado en el cine con relativa frecuencia. Además, lo ha hecho siempre con respeto y confiriendo a esa escena una elevada tensión narrativa.
Al margen de alguna parodia estrambótica, hay dos grandes películas que han concedido bastante metraje al momento de la elección del Papa. En ambos casos, la secuencia del conclave se nos presente como un punto decisivo de la trama, un punto de inflexión en el argumento, e incluso el climax de la historia.
El primero de los filmes es Las sandalias del pescador (1968), de Michael Anderson, ambientada en los -por entonces- futuros años 80. Anthony Quinn interpreta a Kiril Lakota, un ficticio obispo ucraniano que es liberado tras 20 años en una prisión comunista.Enviado al Vaticano como asesor, es nombrado cardenal por el futuro papa Pío XIII (John Gielgud). Y cuando éste fallece de manera repentina, los cardenales son convocados a un cónclave que se intuye problemático. Después de siete escrutinios, la situación se estanca: no hay forma de alcanzar los dos tercios de los votos emitidos, tal como establece la milenaria tradición para elegir un pontífice, y entonces uno de los cardenales presentes propone al cardenal Kiril Lakota. Esta sorprendente propuesta es acogida por casi todos los presentes, que le aclaman como el nuevo Papa.
Esta secuencia recoge uno de los tres modos que en los años sesenta estaban vigentes para elegir a un pontífice: por “aclamación”, por “compromiso” y por “escrutinio”. En caso de aclamación, los cardenales escogían al candidato de forma unánime “como inspirados por el Espíritu Santo”. La última elección por aclamación fue la de Gregorio XV en 1621. Las nuevas reglas introducidas por Juan Pablo II (Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, 1996) declararon nulo este procedimiento, así como el de “compromiso”, con lo que la elección sólo puede ser por voto secreto de los cardenales asistentes.La otra gran película es la miniserie Karol: El hombre que se convirtió en Papa (Giacomo Battiato, 2005). En ella se plantea, con cierta base documental, cómo pudo haber ocurrido la elección de Juan Pablo II. La secuencia (os la ofrezco más abajo) arranca con la noticia del fallecimiento de Juan Pablo I. El Cardenal Wojtila acude a Roma casi por obligación, preocupado como está por el acoso comunista a su diócesis. En rápidas escenas asistimos a los prolegómenos del Conclave: la entrada de los cardenales, el sellado de las puertas, un primer plano del famoso cáliz sobre cuya patena se depositan los votos.
Tras varias votaciones infructuosas, el Cardenal Franz Koenig tiene una idea luminosa: hay que deshacer el bloqueo buscando una opción alternativa, un candidato distinto a las previsiones humanas y que puede ser el candidato del Espíritu Santo. Acude al Cardenal Stefan Wyszynski, Primado de Polonia, y le propone la opción de Wojtila. A partir de ahí, el relato sigue un rápido “in crescendo” hasta la elección, con monólogos del propio Juan Pablo II e imágenes de lo que, en paralelo, sucede en Polonia: la alegría de sus antiguos amigos de la Universidad, el entusiasmo de los obreros que fueron también sus amigos, la decepción del agente de la KGB que tenía por misión anular su carisma en el pueblo, etc. Con una música vibrante y con imágenes reales de lo acontecido el 16 de octubre de 1978, asistimos a aquella noche inolvidable en que se asomó al balcón de la Logia Papal y dijo aquello de “Los reverendísimos cardenales han elegido un nuevo Obispo de Roma; lo han llamado de un país lejano…”. Y también su famosa frase inaugural: “¡Non abbiate paura!” (¡No tengáis miedo!). Un final de la serie verdaderamente épico y emotivo. No os lo perdáis.