Revista Cultura y Ocio

El estrés de los padres en verano

Publicado el 26 junio 2013 por Imosver

El estrés de los padres en verano

Las vacaciones de verano han comenzado y con ellas,  también los malabarismos que debemos hacer  los padres para compatibilizar el cuidado y entretenimiento de los niños con la falta de tiempo para ello, ya sea por motivos laborales,  profesionales o de simple desorganización.

Este hecho nos sobrecarga a muchos progenitores,  que nos vemos obligados a emitir varios SOS semanales para poder atender esta nueva vida diaria puesta ‘patas arriba’,  por la ausencia de la rutina y orden del invierno.

A mi me encanta cuando escucho a papás y mamás hablar maravillas de este  periodo vacacional de sus hijos, y objetivamente tiene muchas ventajas: desaparecen las prisas mañaneras para desayunar y llegar puntual al colegio,  desaparecen las prisas por las noches para cenar y meter a los niños en la cama con calzador para que descansen lo necesario, desaparecen los deberes,  hoy en día compartidos por padres e hijos, desaparecen los calcetines y el maravilloso arte de emparejarlos y hacer una curiosa bola con ellos, desaparecen las mal llamadas mochilas, yo las llamaría maletas, en las que nunca he visto solo lo necesario, suelen desaparecer o por lo menos disminuir los variados y numerosos virus que se empeñan en acompañar a nuestros pequeños todo el invierno…. O sea que tiene su parte positiva.

Pues no. A mi dame madrugones y orden, calcetines y pantys, mochilas y maletas y hasta un poco de Dalsy, que sin abusar no me molesta. 

Los tres meses de verano se me hacen eternos y me invade una sensación de descontrol sobre mi vida, familia y trabajo que me convierte en una madre permanentemente fuera de sí.  Mi cuerpo y mi mente no se ponen de acuerdo haciéndome pasar de la más absoluta hiperactividad a la más apática de las desganas.

La primera crisis se presenta  fijo,  el primer día de vacaciones. De repente y sin previo aviso,  necesito el doble de tiempo para hacer las mismas cosas que hacía hasta el día anterior. Ni siquiera encuentro en mi habitual repertorio culinario comida que no sea demasiado pesada, demasiado ligera, demasiado caliente, demasiado fría, demasiado verde…El único menú que me acaba convenciendo para una familia numerosa con edades variadas, es el rebozado. Cualquier animal me vale si lo rebozo y lo complemento con una ensalada de lechuga y tomate.

Los que vivís en el interior y añoráis la playa, os diré que sois unos privilegiados. No tenéis que  convivir con las arenas que aparecen en el suelo, en las zapatillas, en las chanclas, en las bolsas, en los tubos de crema protectora que acaban convertidos en un peeling corporal, en el coche….¿Sabéis la temperatura que puede alcanzar el interior de un coche después de estar aparcado todo un día en la playa? Los mismos guantes que utilizo para sacar la fuente de pollo del horno, los llevo en verano para poder tocar el volante del coche.

Otro asunto que me desespera en verano es el tema de los bañadores….¿no os  desaparecen  de casa de forma misteriosa ?  A mi siempre me falta alguno de los del año anterior,  ¿pero si en invierno no los han usado y el verano pasado existían?. Actualmente cuestión sin resolver….

Pero bueno, el hombre tiene una gran capacidad de adaptación (cuando digo el hombre, me refiero a la mujer), y poco a poco te vas metiendo en el verano profundo y las cosas van saliendo, mejor o peor,  pero van saliendo. Campamentos, playa, piscina, deporte, cuadernillos de verano, más playa, más deporte, más piscina, no más cuadernillos de verano, van llenando los días y hasta llegas a un punto de estabilidad, cuando ya te has convertido en una ‘apagafuegos’.

Y cuando crees que ya dominas la situación, llega Septiembre, que él solito merece un capítulo aparte, y que me provoca la segunda gran crisis, esta más seria que la primera. Preguntas como… ¿qué he hecho yo para merecer esto? ¿a dónde vamos? ¿de donde venimos? ¿porqué no para de crecerle el pié a mi hijo si ya tiene 15 años?…

¡En fin! Seguramente es todo psicológico, pues a pesar de los veranos, sigo aquí, encantada de la vida soñando con los 10 meses de colegio  que me esperan para relajarme. Me los merezco.

Este post nos lo ha enviado una simpática amiga del blog de Imosver, que no quiere revelar su identidad pues teme que se la tache de  “mala madre”. Nosotros no solo no la consideremos mala madre,  sino que la felicitamos por su esfuerzo y dedicación. Seguro que más de uno de nuestros lectores se siente identificado con ella.

Os dejamos el libro En la cocina con la drama mamá  , porque hay que reirse…


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