Hay un refrán muy socorrido en el campo de la estrategia militar que dice que una retirada a tiempo es una gran victoria. En el mundo del cine esto pasaría por una jubilación con la cabeza bien alta, con una colección de grandes películas en la espalda, y un último título que cosechara aplausos y alabanzas de crítica y público. Una despedida a lo grande, que constate que el anciano maestro sigue estando en plena forma. La idea del testamento vital viste muy bien en una carrera, ya te llames Andrei Tarkovsky, Ingmar Bergman o Sidney Lumet, pero el problema es que hasta los mejores directores de cine tienen algún trabajo maldito, que pesa como una losa en su filmografía. Y si resulta que coincide con tu despedida del gremio, mal vamos.
En filmin hemos elaborado una lista de las peores últimas películas de grandes directores. Algunas son desastres absolutos, otras parecen más discutibles. Por supuesto, en ningún caso empañan toda una brillante carrera, pero duelen en el alma y provocan más de un sudor frío a los afectados. Proponemos quince títulos de lo más variados, más uno de propina…
1-Billy Wilder: "Aquí, un amigo" (1981)
Una carrera de cine: ¿Qué se puede decir de Billy Wilder que no se haya dicho ya? Clásico entre clásicos, su aportación al séptimo arte pasa por crear auténticos iconos de la talla de Con faldas y a lo loco (1959), El apartamento (1960) o la mismísima Marilyn Monroe. Incisivo, mordaz y elegante, elevó las enseñanzas de Ernst Lubistch a la categoría de mito cultural. Si buscamos en la enciclopedia la entrada para “guionista”, junto a la definición hay una imagen de Billy Wilder grabada en relieve, bañada en oro y con incrustaciones de diamante. Uno de los grandes.
¿Por qué no pedí la jubilación?: Tras el fracaso de Fedora (1978) Wilder era consciente de que Hollywood ya no era el que él había conocido. Sin embargo, Jack Lemmon y Walter Mathau apelaron a su amistad para que dirigiera el remake de una película de Francis Veber… y se arrepintió toda su vida. De hecho, había una máxima que todos sus conocidos debían respetar: Nunca (y repito, nunca) se debía nombrar Aquí, un amigo en su presencia, bajo pena de sufrir sus peores ataques de sarcasmo. Ni la crítica ni el público fueron muy clementes con ella, pero el peor de todos fue el propio Wilder. Debía ser muy duro ir cada día al rodaje consciente de que todo el conjunto se deslizaba fatalmente hacia el desastre. Nunca rodó nada más. No le quedaron ganas, y a los estudios de cine tampoco. Aunque bueno, unos años más tarde quiso adaptar una novela llamada La lista de Schindler, pero eso mejor lo contamos en otro momento…
2-Charles Chaplin: "La condesa de Hong-Kong" (1967)
Una carrera de cine: Charles Spencer Chaplin fue uno de los grandes supervivientes del cine mudo. En la época del silente su vagabundo arrasó en todo el mundo, gracias especialmente a su habilidad para el slapstick, la acrobacia y el comportamiento subversivo (¿patear el trasero de un policía?). Sus largometrajes siguen siendo puntales de cuatro décadas del séptimo arte. Desde Charlot en la calle de la paz (1917) hasta El gran dictador (1940), entre El chico (1921) y Candilejas (1952). Chaplin sobrevivió al sonoro, a sus innumerables escarceos amorosos, a la caza de brujas e incluso a un intento de asesinato por parte de W. R. Hearst.
¿Por qué no pedí la jubilación?: Lo que no está tan claro es que sobreviviera a su último trabajo. En 1967 Chaplin vivía en su exilio voluntario de las montañas de Suiza, felizmente casado y admirado por toda la comunidad cinematográfica. Pero el antiguo vagabundo era un obseso del trabajo, y el retiro no iba con él. Para La condesa de Hong-Kong contó con el mayor presupuesto de su carrera, un reparto de primeras figuras y película en color. Pues bien, el set del rodaje parecía uno de sus primeros cortos de mamporros y caídas: Chaplin se llevaba fatal con Marlon Brando, Brando no podía ver a Chaplin y a Sofía Loren, Chaplin estaba a matar con los músicos… Encima, y por primera vez en su carrera, el anciano maestro se rompió un tobillo en un accidente. Y para rematarlo el día del estreno hubo un problema con la proyección, y los críticos lo atribuyeron (erróneamente) al trabajo del director. Conclusión: Depresión al canto y fin de su carrera. Tenía 77 años, y aunque planeó un último film protagonizado por su hija, la realidad es que ya no rodó nada más.
3-Alfred Hitchcock: "La trama" (1976)
Una carrera de cine: El maestro del suspense. El genio británico que amaba las rubias. El hombre orondo escondido en la esquina de un fotograma. Hicthcock es una de las imágenes más utilizadas en las portadas de cualquier libro de cine. Pocos como él tramaron argumentos tan retorcidos, apoyados en un sentido del ritmo modélico y un uso del montaje para enmarcar. Solo con la llegada de Truffaut y sus colegas de la Nouvelle Vague empezó a valorarse su cine como algo más que una forma de entretenimiento. Su filmografía debería estar en un museo.
¿Por qué no pedí la jubilación?: Este es uno de esos trabajos que arrastra polémica. Los últimos films de Hitchcock no tienen ni por asomo la consideración del grueso de su producción. Ni Topaz (1969) ni Frenesí (1972) volvieron loca a la crítica, y con La trama pasó tres cuartos de lo mismo. Con el tiempo, las opiniones se matizan y uno puede apreciar todo el genio de Hitch en algunas escenas, pero en comparación con los títulos de sus mejores épocas, la deriva es evidente. El rodaje se atrasó dos meses. La selección del casting fue un infierno de nombres que iban cayendo por desinterés o problemas de calendario. La salud de Hitchcock empeoraba día tras día. La guinda la puso el día en el que, en pleno rodaje, despidió a Roy Thinnes sin ninguna explicación y contrató a William Devane en su lugar. Thinnes, dolido, se enfrentó con él en un restaurante, pero Hitchcock se limitó a observarlo impasible. Genio y figura.
4- Blake Edwards: "El hijo de la Pantera Rosa" (1993)
Una carrera de cine: Nadie como él supo vestir a Audrey Hepburn frente a un escaparate de Cartier, ni maquillar a Peter Sellers para convertirlo en un atolondrado extra indio. Guateques, citas a ciegas y días de vinos y rosas inundaron su filmografía, pero si una constante se repitió en toda su carrera fue un pedrusco con nombre de felino rosa, perseguido por un policía francés incapaz de dar pie con bola.
¿Por qué no pedí la jubilación?: Tras Peter Sellers (y David Niven) y antes de Steve Martin, Edwards volvió al universo de la Pantera Rosa con la intención de resucitar la serie… y logró justo lo contrario. Si las últimas entregas del inspector francés ya no eran nada del otro jueves, ésta era directamente un desastre. La elección de Roberto Benigni como el hijo de Clouseau reportó la única nominación de la película: concretamente a los Razzie. El hijo de la Pantera Rosa costó quince millones de dólares y en los Estados Unidos solo recaudó dos. La saga quedó congelada durante años. Punto y final. Aunque hemos hecho un poco de trampa: posteriormente, Edwards adaptó para la televisión su clásico ¿Víctor o Victoria? (1982), y ahí sí logró mejores resultados.
5-Luís G. Berlanga: "París-Tombuctú" (1999)
Una carrera de cine: El patriarca del cine español y el mejor embajador del Imperio Austro-Húngaro. Berlanga sacó los colores al franquismo, y lo hizo en sus mismísimas narices. Con Buñuel en el exilio, puede que fuera el mejor director de cine español de todo el siglo XX, con permiso de Carlos Saura. La cultura española tendrá una cuenta pendiente mientras el nombre de Berlanga no se de a conocer por toda Europa, y allende los continentes. Con enseñarles El verdugo (1963) ya tendríamos medio trabajo hecho.
¿Por qué no pedí la jubilación?: La llegada de la democracia no frenó a Berlanga, ni la Movida, ni la Nueva Comedia Madrileña. En los estertores del siglo, Berlanga volvió una vez más a su amado Calabuch, y lo hizo cargado de toneladas de acidez y sarcasmo. Que nadie nos malinterprete. Si París-Tombuctú figura en esta lista no es porque sea necesariamente una mala película. El problema es que la crítica la recibió con profunda división, y su fracaso en taquilla propició que se retirara del cine, cansado y sin la necesidad de demostrar nada a nadie. Eso sí, tres años más tarde se sacó una espinita al rodar en cortometraje el sueño de la maestra de Bienvenido Mister Marshall (1953), censurado por el franquismo. Pero para la historia su despedida será siempre el último plano de la irregular París-Tombuctú, con el cartel donde se puede leer “Tengo miedo”. Le echamos de menos, maestro.
6-John Schlesinger: "Algo casi perfecto" (2000)
Una carrera de cine: John Schlesinger pasará a la historia del cine con mayúsculas por ser el responsable de Cowboy de medianoche (1969). El film fue un éxito de crítica y público, y se convirtió en el único trabajo hasta la fecha en ganar el Oscar a la mejor película pese a la calificación X que ostentaba. Schlesinger se alzó con la estatuilla al mejor director, y brindó años más tarde otro clásico: Marathon Man (1976).
¿Por qué no pedí la jubilación?: Madonna (perdón, Abbie) es una chica cansada de relaciones fallidas. Una noche de sexo loco con un amigo gay y bum: embarazo. Madonna juega a la comedia romántica secundada por un Rupert Everett que vio truncada su estela tras el dichoso trabajo. La “consagración” del asunto vino, una vez más, de la mano de los Razzie: Nominaciones a peor película, peor guión, peor pareja protagonista y peor director. Madonna se llevó el premio a la peor actriz… y uno más como la peor de la década. Schlesinger murió cuatro años después. Afortunadamente, nadie asocia Cowboy de medianoche y Algo casi perfecto.
7-Josef Von Sternerg: "Amor a reacción" (1957)
Una carrera de cine: En los primeros años del sonoro, Von Sternberg hizo las Américas y fue de los que se quedó. Especialista en grandes romances, descubridor de Marlene Dietrich, algunas de sus películas parecen un poco pasadas de moda, pero el director de El ángel azul (1930) o El expreso de Shanghai (1932) sigue siendo uno de los grandes.
¿Por qué no pedí la jubilación?: Howard Hughes, amante de la aviación, le dio por rodar un romance entre dos pilotos (rusa ella, americano él) y encargó el asunto a Von Sternberg. El problema es que en plena guerra fría cualquier cosa que sonara a confraternización con el enemigo no estaba muy bien vista (¡y eso que salía John Wayne!) y la película tuvo problemas para encontrar una salida comercial. Además, el empeño de Hughes en remontarla, sumado a sus excesos tiránicos, hicieron que el film se estrenara siete años más tarde de lo previsto; con ello sus innovadores efectos especiales quedaron obsoletos. Y todo ello sin mencionar un guión poco verosímil. Von Sternberg acabó hasta el gorro, y tiró la toalla.
8-George Cukor: "Ricas y famosas" (1981)
Una carrera de cine: Si cada director tiene una etiqueta, la de Cukor es la de “cineasta de mujeres”. A menudo, sus producciones contaban con protagonistas femeninos, fuertes y determinados, aunque también sabía capturar como pocos la elegancia y la delicadeza de una conversación nocturna, o en el declive de una estrella de cine. Suyos son referentes como Historias de Filadelfia (1940), La costilla de Adán (1949) o My Fair Lady (1964).
¿Por qué no pedí la jubilación?: Cukor aterrizó de rebote en la producción de Ricas y famosas, después de que una huelga de los estudios obligara a Robert Mulligan a abandonar el proyecto. A sus 83 años, tras Katherine Hepburn, Judy Garland, Marilyn Monroe o Audrey Hepburn, el veterano director tuvo que lidiar con Candice Bergen, Jacqueline Bisset y, ejem, Meg Ryan en su primer papel importante. La idea era adaptar una obra de teatro de 1941 sobre la amistad entre dos mujeres y su evolución con el paso de los años, un argumento muy cercano al universo de Cukor. Pero la crítica se puso las botas, tachándola de aburrida, decepcionante y un poco hortera. Hasta el presidente Ronald Reagan la consideró pornográfica. Aunque pensándolo bien, si Reagan dijo eso, quizá no sea tan mala…
9-René Clément: "La Baby Sitter" (1975)
Una carrera de cine: René Clément es y será siempre el autor de Juegos prohibidos (1952), y solo por ello ya se merece todo el reconocimiento del mundo. Sus trabajos destacaron en la Francia que despertaba de la II Guerra Mundial, y con el tiempo le dieron fama mundial. Con los años su carrera se volvió más heterodoxa, con títulos que iban de A pleno sol (1960) hasta ¿Arde París? (1966). Rodaba bien, era un director competente y tenía trabajos que sobresalían. ¿Qué demonios le pasó?
¿Por qué no pedí la jubilación?: Clément ve cómo su estrella empieza a languidecer demasiado pronto. Puede que no lograra centrar su carrera, empeñado en tocar todos los registros posibles, lastrado por algunos títulos que palidecían ante sus trabajos de juventud. Para La baby sitter, concebida como un thriller con tintes de venganza, Clément se rodeó de un casting que sonaba potente… y tenía mal fario. Maria Schneider nunca se recuperó del todo de sus experiencias con Bernardo Bertolucci, Vic Morrow murió en un terrible accidente de rodaje años más tarde, y ni Sydne Rome ni Robert Vaughn lograron jamás la popularidad a la que apuntaban. La crítica ninguneó el film y Clément pasó los siguientes 20 años de su vida cosechando premios honoríficos y presidiendo instituciones. A la edad en que muchos directores están en su apogeo, él dejó de trabajar.
10-Stanley Donen: "Lío en Río" (1984)
Una carrera de cine: Incluso aquellos que desdeñan el musical tienen que morderse la lengua ante la evidencia. Gustará más o menos, pero Cantando bajo la lluvia (1952) es un título imprescindible. Stanley Donen se labró una carrera plagada de grandes momentos, y Gene Kelly chapoteando bajo una tormenta es una de ellas. Audrey Hepburn y el propio Kelly crearon perfectas simbiosis con su trabajo, que se extendió hasta los primeros 80 y que nunca se alzó ni con una miserable nominación a los Oscar. Hollywood es así.
¿Por qué no pedí la jubilación? Un momento, un momento… ¿Quién esa chica que asoma detrás del cartel? ¿Es Demi Moore? En efecto, empezamos bien. En 1984 Donen parte de Un moment d'égarement (1977)de Claude Berri y traslada la acción a las playas de Río, apoyado en la flexibilización de los códigos de censura que habían amargado tanto a su generación. Pero ya se sabe que los remakes los carga el diablo, y si no que se lo pregunten a Billy Wilder. La crítica (siempre ellos) la puso a caer de un burro, resaltando especialmente la poca gracia de los gags, el mediocre trabajo de sus intérpretes (Michelle Johnson compitió por un Razzie) y la pobre impresión que despertaba el conjunto. Michael Caine se sintió muy incómodo durante el rodaje, y se nota. Sin embargo, se puede apreciar la voluntad de Donen de jugar con tabúes y con las convenciones de la América de los 80, pero no basta como despedida de un clásico de Hollywood. Donen hizo un par de cosas más para televisión, pero de cine nada de nada.
11-Don Siegel: "Blackjack" (1982)
Una carrera de cine: Si no fuera por La invasión de los ladrones de cuerpos (1952), uno pensaría que Don Siegel es el nombre que utilizaba Clint Eastwood para firmar sus primeros trabajos. Siegel era un especialista en películas de serie B, con un ojo puesto en la televisión, hasta que se topó con las vainas extraterrestres primero, y con Eastwood después. Su brío narrativo y su talento para el thriller y las ensaladas de tiros lo convirtieron en un referente del entretenimiento y la testosterona en los 70. Harry Callahan solo podía nacer de alguien con su currículum.
¿Por qué no pedí la jubilación?: Hay señales que avisan de la catástrofe, y que son tan claras que ríete de los mayas: Siegel no era un experto en comedias cuando rodó Blackjack, aunque Dos mulas y una mujer (1970) se cuenta entre sus trabajos mejor considerados. Ken Wahl y Bette Midler (los mismos que protagonizaban el romance del film) no se podían ver ni en pintura, y no hacían nada para disimularlo. El guionista Frank D. Gilroy exigió que su nombre se borrara del film, y aparece bajo el seudónimo de Burt Blessing. Siegel y Midler tampoco se entendieron. Lalo Schifrin vio cómo la música que había compuesto era rechazada por la productora, originando otro enfado por parte del director. Al final, lo que tenía que pasar acabó pasando, y Siegel sufrió un infarto. Mientras se recuperaba, su amigo Sam Peckinpah rodó algunas escenas. El director de Grupo Salvaje (1969) estaba proscrito de los estudios, y el trabajo en esta película le permitió ganarse su perdón, logrando de paso que rodara Clave: Omega (1983). Y eso es bueno ¿no? ¿No?
12-Sam Peckinpah: "Clave: Omega" (1983)
Una carrera de cine: Atormentado, potente, indómito, violento, libre, mestizo, sensible, irascible, único. Los adjetivos llenarían el blog. Peckinpah redefinió el western y lo llevó como pocos a los terrenos más crepusculares. El fin de una era nunca se vio como en los violentos trabajos de un director en constante conflicto con los estudios y consigo mismo. Cada uno de los personajes de sus tragedias lleva algo de su propia personalidad. Todo un carácter, como pocos.
¿Por qué no pedí la jubilación?: Cuando Don Siegel le dio una nueva oportunidad, Peckinpah era un paria, un director marcado por sus enfrentamientos con todo su entorno y por sus decisiones artísticas. Clave: Omega podía cambiarlo todo, apoyado en una novela de Robert Ludlum y en un cásting que incluía a Rutger Hauer, John Hurt, Dennis Hopper o Burt Lancaster. Pero Peckinpah era mucho Peckinpah, y pronto hubo conflictos. De entrada, no le gustaba ni la novela, ni el guión, pero los productores le prohibieron reescribirlo tras ver sus primeras modificaciones. Mal comienzo. Tampoco logró contar con James Coburn como habría querido, aunque su relación con los actores fue excelente. No se pudo decir lo mismo de los productores, que solo pensaron en Peckinpah para dar un poco de respetabilidad al proyecto. La gota que colmó el vaso se produjo tras el rodaje, cuando descubrieron que el material rodado no les convencía, y que encima el director había añadido algunas escenas que ridiculizaban a propósito todo el conjunto. Peckinpah fue despedido y Clave: Omega se volvió a montar. Pese a su notable éxito de taquilla, la película fue mal recibida por la crítica. Peckinpah, muy debilitado durante el rodaje, murió un año más tarde.
13-Michelangelo Antonioni: "Eros" (2004)
Una carrera de cine: Referente del cine italiano, precursor de la modernidad, realizador de auténticas joyas, Antonioni es una figura incontestable para el séptimo arte. Sus primeros retratos de la burguesía italiana cimentaron un oficio que llegó a su punto máximo en títulos como La aventura (1960), El desierto rojo (1964) o Blow-Up (1966). Sus trabajos son materia de estudio en las escuelas de cine de todo el mundo, y Antonioni es de los pocos realizadores que ha ganado el máximo premio en Cannes, Berlín y Venecia. Ahí es nada.
¿Por qué no pedí la jubilación?: En 2004 Antonioni tenía 91 años y seguía trabajando. Tras una parálisis sufrida en 1985 su ritmo de producción había bajado, pero se negaba a abandonar el barco. El rodaje de Más allá de las nubes (1995) ya fue un auténtico ajetreo en que tuvo que ser ayudado por Wim Wenders. El problema de Eros era un poco diferente. De entrada, todo film de episodios es, a menudo, irregular. Cada director tiene su ritmo y sus neuras, y el conjunto se puede resentir. Los críticos vapulearon con especial saña el fragmento de Antonioni, calificado de soft-porn gratuito, en las antípodas del elegante y sutil erotismo de trabajos anteriores. Tampoco es que el fragmento de Steven Soderbergh fuera muy apreciado. Solo Wong-Kar Wai se salvó de la quema. Pero cuando eres uno de los directores más respetados del cine europeo, autor de un estilo insobornable, vuelves al ruedo con más de noventa años, y te comparan con Russ Meyer…
14-Richard Brooks: "Juego sucio en Las Vegas" (1985)
Una carrera de cine: Richard Brooks es uno de los grandes tapados de la historia del cine. Todo el mundo valora trabajos como La gata sobre el tejado de zinc (1958), Dulce pájaro de juventud (1962) o A sangre fría (1967), pero a la hora de enumerar a sus directores favoritos casi nadie se acuerda de él. Y mira que tuvo una carrera de las grandes, premiada y reconocida. ¿Podría su último trabajo reivindicarlo de una vez por todas?
¿Por qué no pedí la jubilación?: En 1985 Brooks contó con el actor Ryan O’Neal para rodar un drama sobre un periodista que, durante una investigación, se ve arrastrado al mundo del juego. A priori la cosa no sonaba mal, pero el cine es un terreno inestable. Posiblemente O’Neal no fuera la mejor elección, y es cierto que Brooks ya no estaba en su mejor momento, pero nada de aquello preparaba para la total defenestración. Los medios de comunicación se lo pasaron en grande, resaltando las delirantes decisiones de realización, los diálogos absurdos y las interpretaciones de patio de escuela. La estocada definitiva la dieron cuatro nominaciones a los Razzie, incluyendo guión y dirección. No, definitivamente no recordaremos a Richard Brooks por esto.
15-Robert Altman: "El último show" (2006)
Una carrera de cine: El mayor experto en narraciones corales de la historia. Tal cuál. El maestro de Paul Thomas Anderson era un workaholic que cuenta con títulos imprescindibles y con otros más olvidables. Nadie como él puede firmar MASH (1969), Nashville (1975) o Short Cuts (1993). Uno de los grandes referentes para las nuevas generaciones de cineastas, y uno más en la lista de olvidados por los Oscar.
¿Por qué no pedí la jubilación?: En 2001 Altman rueda Gosford Park y vuelve a dar en el clavo. Multinominada en los premios de la Academia, más de uno tuvo un pasmo al ver cómo Ron Howard le birlaba la estatuilla. En todo caso, era una despedida a lo grande… Pero Altman era de los que mueren con las botas puestas, y con penas y esfuerzos levantó otra historia: la última sesión de un famoso show de radio, contada desde múltiples perspectivas. Igual que con Berlanga, El último show no es necesariamente una película desdeñable, pero la división en la crítica se vio acompañada del ninguneo del público. Muchos la consideran aburrida y dispersa, apoyada en un cásting con grandes nombres que contrastan con una Lindsay Lohan que ya empezaba a dar problemas. Altman rodó la película en silla de ruedas, como John Huston en sus últimos tiempos, y El último show queda como el testimonio de su tesón y de sus ganas invencibles de hacer cine. Sin embargo, visto el calado de Gosford Park, uno se pregunta si no hubiera sido mejor dejarlo allí, por todo lo alto.
*Orson Welles: "Transformers: The Movie" (1986)
Una carrera de cine: Ciudadano Kane (1941), La dama de Shanghai (1947), Sed de mal (1958), Campanadas a medianoche (1965)… ¿Hace falta añadir algo más?
¿Por qué no pedí la jubilación?: Que nadie se nos desmaye: El genio de Kenosha no dirigió Transformers: The Movie. Orson Welles es responsable de trabajos como soles, algunos truncados y otros manipulados por terceras personas. Alabado por Hollywood, todos le amaban y nadie quería tenerlo en nómina. Nunca tuvo mucha suerte, y en sus últimos años no cejaba de buscar financiación para sus proyectos en cualquier sitio. Hizo papeles en películas de baja estofa, anunció jamones, participó en programas de televisión… y puso su voz a un Transformer. El episodio es especialmente hiriente por ser el último. Welles murió poco después de completar su trabajo como Unicrón, el planeta devorador, y este epitafio es un síntoma de la mala estrella que lo persiguió toda su vida. Nadie mejor que él para explicarlo: Incapaz de recordar cómo puñetas se llamaba su personaje, Welles se limitó a decir: “Hago de un juguete grande que ataca a juguetes pequeños”. Pues eso.