En medio de preparativos de último momento, regalos, reuniones de trabajo o con amigos para despedir el año, cocina de fiestas y adornos de Navidad, llegó el verano (y con él, las vacaciones, el descanso, la playa o la montaña, los chicos en casa todo el día, la comida al aire libre...).
Durante el solsticio de verano el Sol se halla en uno de los dos trópicos, lo cual sucede del 21 al 22 de diciembre para el Trópico de Capricornio (en el Hemisferio Sur) y del 21 al 22 de junio para el Trópico de Cáncer (en el Hemisferio Norte). En esta época, las culturas primitivas coincidían en celebraciones referidas al agradecimiento por haber sobrevivido otro año a las inclemencias del invierno.
Con la llegada del solsticio de verano, en el Hemisferio Norte, se celebraba la Noche de San Juan (festividad que se extiende hasta nuestros días en España, Portugal, Noruega, Dinamarca, Suecia y Finlandia, entre otros países), momento en que se encendían hogueras con la finalidad de dar fuerza al Sol que, a partir de ese momento, se hacía más débil en su camino hacia el invierno. La hoguera de San Juan se enmarca dentro de las celebraciones vinculadas al momento de la recolección de las coscechas.
El fuego - como elemento purificador, liberador y regenerador - cumplía un papel fundamental para librarse de numerosos males: desde malos espíritus hasta las plagas de las cosechas. Incluso, las ramas quemadas en los festivales se solían guardar en las casas para preservarlas del poder destructivo de los incendios. Es que la hoguera simboliza la vida, la fertilidad y tiene el poder de convocar a los miembros de una tribu para bailar, cantar y contar leyendas a su alrededor.
En países del norte de Europa, el solsticio de verano era consideradoa la época de mayor fertilidad y, por ello, se celebraban sacrificios rituales que buscaban asegurar buenas cosechas y prosperidad.
Entretanto, en América, la cultura inca celebraba el Cápac Raymi en honor al sol, con sacrificios animales, baile y bebida. La fiesta coincidía con el año nuevo incaico y le daba nombre al primer mes de su calendario.
Con la llegada del verano, las verduras y frutas se multiplican en los mercados y las góndolas de los grandes comercios. Es la época del año más próspera. Entonces, aprovechemos a preparar licuados, helados, postres y tartas con la fruta deliciosa. Dejémonos tentar por los colores y sabores de nuevas ensaladas e incorporemos todos los nutrientes de la verdura fresca.
Mañana, retomamos la rutina de recetas con la última propuesta para la mesa dulce navideña. ¡Los espero!