FICHA TÉCNICA
Dirección: Sylvie Verheyde
Guión: Sylvie Verheyde
Dirección de Fotografía: Nicolas Gaurin
Música Original: Nousdeux the band
Montaje: Christel Dewynter
Sonido: Dimitri Haulet, Sylvain Malbrant, Roland Duboé y Olivier Do Huu
Dirección Artística: Thomas Grézaud
Diseño de Vestuario: Gigi Lepage
Director de Producción: Karim Canama
FICHA ARTÍSTICA
Stella: Léora Barbara
Roselyne, madre de Stella: Karole Rocher
Serge, padre de Stella: Benjamin Biolay
Alain-Bernard: Guillaume Depardieu
Gladys: Mélissa Rodriguès
Geneviève: Laëtitia Guerard
Argumento:
París, 1977. Stella es una niña de 11 años, lúcida, curiosa y cautivadora, que comienza un nuevo curso en una prestigiosa escuela secundaria. Ante sus ojos se irá abriendo un nuevo mundo, una nueva manera de afrontarlo, lejos del único que conoce: el bar de sus padres, un refugio humilde, al que acuden amigos y gente de la clase trabajadora en el extrarradio de París. Allí comparte con ellos partidas de póquer y de billar, películas, fútbol, bailes y música… La gramática y las matemáticas no se le dan nada bien. La amistad con sus dos únicas amigas, el primer amor, la lectura, las hostilidades de la adolescencia… Las aventuras cotidianas, escolares y familiares irán alternándose con sus descubrimientos vitales, sus sueños y sus encomiables deseos de vivir.
Stella es una niña despierta, a sus 11 años sabe más de muchas cosas de la vida que otros niños, dadas las circunstancias en las que vive, en un bar repleto de adultos y gente sin complejos propios de los años 70 que se viven, por lo que ella tiene una mentalidad difícil de comprender para su edad, y quizá por eso, no le interesan las mismas cosas que a los demás.
Pero poco a poco entra en la dinámica de la preadolescencia, una nueva amiga confidente, un chico que le gusta empieza a ocupar sus sueños… todo ello rodeada del drama de los personajes que van asiduamente al bar o viven alquilados, e incluso la complicada relación que tienen sus padres.
Le afecta más de lo que parece y procura comprenderlo, pero no es tan fácil. Para interpretar a semejante mezcolanza de sentimientos y vivencias tenemos a Léora Barbara, un descubrimiento para nosotros, y que nos hace entrar lentamente y sin quererlo en su dinámica, para llegar a comprender e incluso a sentir lo que siente en cada momento.
No se quedan atrás Karole Rocher y Benjamin Biolay, cuya puesta en escena de un matrimonio atormentado y desgastado es tan creíble que realmente creemos ver a una familia real y no una película.
No hay que engañarse, Stella hay que verla relajadamente y digiriendo cada minuto, puesto que aunque nos presenten momentos entrañables, oníricos y divertidos, también nos muestra el lado crudo que tiene que vivir la protagonisa, con bastantes sinsabores que le dejan a uno con un regusto amargo y con la sensación de impotencia de no poder intervenir.
La película funciona bastante bien, aunque sí que es cierto que hay personajes que nos gustaría que se desarrollasen más como el de Guillaume Depardieu, que nos deja con dudas o incluso con el del camarero del bar, con poco peso durante el film pero que de repente parece despertar para hacer acto de presencia, algo tardío todo hay que decirlo.
El conjunto de fotografía e iluminación le dan ese toque retro al film necesario para la época pero sin descuidarlo y la banda sonora traerá seguramente recuerdos a los que hayan vivido esos años, está elegida con gran acierto y complementan el conjunto de la película para dejarnos un drama, que en el fondo, es encantador.