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Especial ‘Expediente X’ – Primera Parte

Publicado el 22 enero 2012 por Cinefagos

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Pocas o ninguna serie de televisión han alcanzado el nivel de éxito de las aventuras de Mulder y Scully, dos iconos de la década de los noventa cuya influencia se hace notar en los shows que quieren convertirse en sus herederos. Las imágenes de los agentes del FBI ataviados con abrigos largos, las tramas alienígenas, los haces de linterna, el humor negrísimo y los pósters de platillos volantes pegados a la pared siguen tan vigentes en la memoria del público como hace veinte años, cuando empezó a emitirse. Nueve temporadas, dos películas y planes para una tercera dan fe de que el programa fue un éxito sin precedentes y creó un estilo que tenía todas las papeletas para convertirse en una serie de culto.

Con un argumento enrevesado hasta la exasperación, los fans tenían muchas posibilidades de perderse entre aceite negro y plagas de abejas, o de no llegar a entender el conjunto, que ya parecía imposible de descifrar cuando aparecieron los Supersoldados en las dos últimas temporadas. De modo que en este especial vamos a hacer un repaso de todas las temporadas y ambos filmes para comprender por fin el alcance de la serie y la fascinante historia que nos contaban cada semana en cuarenta minutos. Un ejercicio mucho más complicado que el que se pueda hacer con series como “Perdidos”, ya que si el accidente del vuelo 815 de Oceanic Airlines era complejo, al menos los personajes seguían una trama lineal, mientras que Mulder y Scully tenían que resolver casos o entrever misterios que algún día (o quizá nunca) nos ofrecerían una explicación.

Es posible que mientras vayáis leyendo los post recordéis algún capítulo o que sintáis que seguís perdiéndoos en la trama, pero al final lo veréis todo claro y explicado hasta donde puede serlo.

O al menos, eso voy a intentar.

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Expediente X apareció en la televisión a principios de los noventa, una época de relativa calma política en la que la Guerra Fría estaba llegando a su fin. También, en aquellos años, fueron saliendo a la luz documentos e información sobre actividades efectuadas por los gobiernos de todo el mundo durante la Segunda Guerra Mundial y periodos posteriores, lo que cambió un poco nuestra forma de ver el conflicto y abrió una serie de nuevos interrogantes y posibles argumentos donde los malvados no tenían por qué tener necesariamente acento alemán. Por otra parte, la política no era lo que más interesaba al público, y había pocas series de televisión que buscasen amargarles la cena a los televidentes, pero ya había antecedentes de seriales que narraban la lucha de sus protagonistas contra sucesos paranormales y acontecimientos extraños, pero casi siempre limitados al terror o a la serie B. Parecía que tomarse en serio ese tipo de cosas era signo de un mal gusto o algo similar.

En un extremo completamente opuesto, aparecían películas como “El Padrino” o “JFK”, sinónimos del cine “inteligente” y destinado a personas con alto nivel cultural, o al menos en teoría. La saga de mafiosos dirigida por Francis Ford Coppola y el film de Oliver Stone sobre la muerte de Kennedy constaban con una serie de elementos que serían reciclados mucho más tarde en Expediente X. Para empezar, los Corleone se mostraban como un grupo elitista, educado, vestido de forma elegante, reunido en salones de madera y discutiendo civilizadamente sobre asesinatos o sobre cómo manipular la política nacional. Los discursos ambiguos donde todo se dejaba a la imaginación y esa calma aparente serían los posos de los que acabaría surgiendo “El Sindicato”, el misterioso grupo que parecía conocer y controlar La Verdad sobre la vida extraterrestre.

En cuanto a “JFK”, era un film que buscaba explorar los misterios del asesinato del presidente de los Estados Unidos más famoso de todos los tiempos. Una muerte que cambió el curso de la historia mundial y el devenir de los acontecimientos. La historia oficial dice que un tirador solitario (guiño, guiño) apostado en el sexto piso de un almacén de libros efectuó dos disparos que acabaron con la vida de Kennedy e hirieron a sus acompañantes. Al día siguiente, Lee Harvey Oswald fue trasladado ante una columna de curiosos de entre los que salió Jack Ruby, un hombre con contactos con la mafia que ejecutó a Oswald ante la atónita mirada de los presentes al más puro estilo Michael Corleone. Hay tantos interrogantes, tantas dudas, que pronto comenzaron a surgir leyendas y mentiras sobre el acontecimiento y que barajaban hipótesis de lo más variopintas. Desde que Kennedy fue asesinado por Lyndon B. Johnson, su sucesor, hasta las teorías más variopintas acerca de que el presidente estaba a punto de denunciar a organizaciones secretas como los Iluminatti o incluso, y esto es interesante, la existencia de vida alienígena. Oliver Stone hizo un gran uso de la ficción engarzándola en la realidad, lo que la otorgó una solidez que algunos creen incuestionable, y ese fue quizá su mayor acierto: no saber dónde empieza el guión y dónde acaban las imágenes de archivo.La Historia del siglo XX es lo suficientemente intensa como para sacarle partido y conseguir que siempre quede bien.

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Sin embargo, por mucho que estos elementos diesen forma a Expediente X, hay una fuente de inspiración que fue fundamental para la fotografía y la esencia misma del programa, y sin la cual, es probable que ni Mulder ni los Expedientes existiesen. Se trata de Twin Peaks, la famosa serie creada por David Lynch, y que mostró en la televisión (no voy a decir “por primera vez”) lo horrendo de un asesinato sucedido en un tranquilo pueblo perdido en mitad de ninguna parte. Incluso para los que no la han visto, Twin Peaks es fácilmente reconocible, con ese bosque rodeando el pequeño núcleo rural, la niebla entre los árboles, la empalagosa banda sonora y lo dementes que parecían estar todos en aquel puñetero pueblo. La premisa era la siguiente: En el pequeño y apacible pueblo de Twin Peaks, una joven llamada Laura Palmer aparece muerta y envuelta en plástico, sin que nadie tenga la más mínima pista sobre la que partir para saber qué ha ocurrido. Entonces, un agente del FBI se presenta para resolver el crimen.

Lo que podría ser una historia más de novela negra pronto se ve dada la vuelta al entender que Laura Palmer es uno de los mcguffin más grandes de la televisión, y que su cuerpo de labios amoratados no es más que una excusa para conocer a los habitantes del pueblo. El agente Dale Cooper es un tipo espigado, de modales extraños, dueño de un extraño sentido del humor y aficionado a las tartas, cuya investigación incluye unas pequeñas bases forenses. Él irá lidiando con los habitantes del pueblo, entre los que se encuentra un joven David Duchovny, y acabará teniendo visiones oníricas de enanos caminando hacia atrás en habitaciones de color rojo intenso.

Chris Carter, creador de Expediente X, recogió elementos de todo lo anterior y los mezcló en lo que conocemos hoy. No creo, sin embargo, que Carter sea el que mejor partido sepa sacarles a sus personajes, sino que hay otros que fueron los encargados de conseguir el empaque y la coherencia, y que muchas veces son dados de lado. Directores y guionistas que lidiaron para que las ideas que se les ocurrían en un brainstorming acabasen teniendo sentido en un conjunto final.

Expediente X se originó cuando Carter leyó un artículo acerca de que un gran sector de la población creía no sólo en los extraterrestres, sino en que estos estaban entre nosotros y que podían secuestrarnos y llevarnos a sus naves espaciales para una serie de experimentos, generalmente de origen médico. Cuesta imaginar por qué cientos o miles de personas en el mundo entero podrían ponerse de acuerdo en detalles concretos sobre las supuestas abducciones alienígenas, y es que todas parecen seguir un patrón. Aunque la primera historia sobre extraterrestres invasores pertenece a H. G. Wells, las abducciones son algo mucho más reciente, desarrollándose a partir de un solo caso todos los elementos comunes en los supuestos casos de secuestros alienígenas.

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El matrimonio formado por Barney y Betty Hill regresaba de Canadá en su coche cuando el vehículo empezó a fallar. Pronto, una luz les sobrevoló y fueron transportados al interior de una nave espacial donde varios seres con aspecto humanoide realizaron experimentos con ellos antes de devolverlos sanos y salvos al coche, sin ningún recuerdo de lo ocurrido. No fue sino hasta que Betty, presa de repentinos ataques de ansiedad, decidió someterse a la hipnosis, que “recordó” lo ocurrido. Años más tarde, se ha demostrado que la experiencia de los Hill fue un fraude malintencionado, ya que, a pesar de que los relatos del marido y su mujer concordaban, todo fue fruto de la imaginación de Betty, que había visto películas de alienígenas recientemente, y que fue capaz de hacer que su marido también creyera en sus “experiencias” y acabase “recordándolas” también. Como vemos, la gran mayoría de relatos de abducciones tienen lugar en carreteras secundarias, y comparten punto por punto las características con el encuentro de los Hill.

Otro caso muy conocido es el de los famosos “visitantes de dormitorio”, un término que pone los pelos de punta a cualquiera, y que consiste en que los extraterrestres vienen a buscarte a tu propia casa, y donde son comunes las experiencias extracorporales, sensación de pesadez en los miembros y asfixia.  Por supuesto, a pesar de los cientos de historias y supuestas pruebas concluyentes, no se ha podido demostrar que haya habido ningún tipo de contacto con seres de otro mundo, y los extraterrestres parecen ser más un producto de la mentalidad paranoica de la Guerra Fría que otra cosa, pero ya llegaremos a eso para analizarlo con profundidad. Carter recopiló estas leyendas urbanas junto con otras más, como las supuestas plagas de abejas asesinas que asolarían el país procedentes de México, y empezó a desarrollar la idea. Como todo autor, sus inspiraciones son palpables en el resultado final, y podremos distinguir mucho de Twin Peaks, JFK, Todos los hombres del presidente y El Padrino en Expediente X.

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Pero por muy compleja o apasionante que sea una historia, necesita una serie de personajes que sean quienes, con sus actos y decisiones, den sentido al argumento. Para ello se recuperó la figura del agente Cooper, a quien Fox Mulder debe muchísimo. Mulder era mi personaje favorito en una época en la que yo era niño, y los que iban conmigo a clase pensaban que estaba un poco loco por gustarme una serie que sus padres no les dejaban ver. Pero al contrario que los Power Rangers que causaban sensación por aquella época, Fox Mulder me daba una sensación de credibilidad y tangencia que no conseguían los monstruos gigantes de plastilina ni los actores vestidos con trajes de tela de colores chillones. Mulder era fiel al principio de que la ficción queda mejor cuando se engarza con la realidad, y su biografía me parecía fascinante. Desde el comienzo del capítulo piloto nos dan a entender que se trata de una mente genial, licenciado en psicología por la Universidad de Oxford, destinado en el FBI en Ciencias del Comportamiento, concretamente a la unidad de Crímenes Violentos, donde se especializó como perfilador de asesinos en serie. Realmente podemos llegar a pensar que alguien como él existe, y no había ningún Power Ranger que a mí me diera eso. A principios de los noventa, Mulder redescubrió un departamento conocido como los Expedientes X, la mayoría, misterios sin resolver que involucran supuestos fenómenos paranormales.

Hay una razón para que un hombre con tanta proyección dentro del FBI haya decidido tirar su carrera por la ventana al investigar esos casos: la convicción de que, cuando su hermana tenía cerca de ocho años, fue secuestrada del domicilio familiar por extraterrestres, y que nunca regresó. Esta historia sirve no sólo para que sus compañeros en el FBI piensen que está un poco loco (los extraterrestres parecen estar reñidos con el sentido común) sino para sentar el pilar básico de la serie y que la hermana con Twin Peaks. Al igual que Dale Cooper, Fox Mulder es un tipo obsesionado con su trabajo, excéntrico e inteligente, inmerso en un caso de difícil explicación. Al contrario que el asesinato de Laura Palmer, Samantha Mulder es incluso más abstracto y aterrador. Desde el comienzo de Twin Peaks conocemos el destino de Palmer y vemos su cadáver, por lo que el único misterio es saber quién la mató y cómo acabó envuelta en plástico y tirada por ahí. Samantha, al ser abducida, no da ninguna pista sobre su situación o paradero. Ni siquiera sabemos si está viva o muerta, o sufriendo, sólo tenemos una fotografía de una niña que no es consciente de lo que se le viene encima. Samantha Mulder servía para unir a Mulder con el misterio central, mientras que en el caso de Cooper era un encargo más. Fox tiene una motivación personal para encontrarla, y al igual que años antes con Laura Palmer, Samantha Mulder (fijaos en lo parecidos que son hasta los nombres) se convirtió en un misterio de la televisión. De hecho, Expediente X recicló la estrategia de Twin Peaks de crear una frase publicitaria contundente “¿Quién mató a Laura Palmer?” por una que llegaría a ser igualmente famosa: “La Verdad está ahí fuera”. David Duchovny se hizo con el papel, y le otorgó ciertos elementos personales que fueron determinantes para su éxito. Mientras que Chris Carter presentaba a Mulder como un cruzado, un tipo con una moral intachable etc etc, Duchovny aportó un humor negrísimo, un aire de desencantado con la vida, desastre social y unos gustos personales que se irían marcando poco a poco, como su afición a las pipas y a la pornografía. Pero Mulder no sería el protagonista absoluto, ya que necesitaba un compañero o, mejor dicho, una compañera.

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Si Fox Mulder es Dale Cooper, la agente Dana Scully es Clarice Starling, la protagonista de El Silencio de los Corderos. Scully fue un personaje difícil de crear, ya que el estudio quería un objeto sexual, una especie de secretaria tetuda de la que se pudiesen sacar pósters que colgar en la habitación de un universitario. Sin embargo, el resultado fue esta mujer, bajita y con carácter, doctora en medicina y vestuario andrógino, que se convertiría igualmente en símbolo sexual con el paso del tiempo. Los paralelismos entre Scully y Starling son evidentes, ya que, para empezar, ambas son agentes novatas salidas de Quantico, y enfrentadas a personalidades fascinantes. Ambas sirven también para posicionarse en el punto de vista del espectador, y lo que ellas ven y experimentan es lo mismo que nosotros. Son el punto de partida a través del cual desarrollamos la historia. De hecho, Scully es destinada a los Expedientes X para desacreditar a Mulder y clausurar su departamento. Ella es la escéptica y Mulder el crédulo a quien en ocasiones hay que pararle los pies, ya que su firme necesidad de creer puede llegar a ser perjudicial.

No deja de ser curioso que el personaje escéptico sea una mujer, cuando siempre se las ha utilizado para todo lo contrario, casi como si se pensase que está en “su naturaleza”. Lo cierto es que si lo hubieran hecho al revés, parecería que Mulder la trata con condescendencia, tirando poco a poco y con paciencia sus “ridículas fantasías” y convirtiendo a Mulder en un personaje machista.

Sin embargo, al contrario que muchas películas (en España hay polémica sobre un proyecto de ley que busca premiar guiones que hagan una discriminación positiva de la mujer, en la creencia de que así algún día las diferencias desaparecerán) Expediente X asignó esos roles sin tener en cuenta géneros. No son hombres o mujeres, sino seres humanos, un detalle fundamental a la hora de crear un personaje. Los personajes femeninos siempre adolecen de falta de personalidad, limitándose a compañeras del héroe que se sorprenden con sus habilidades y al final, le felicitan con sexo. Ese es un problema que se puede resolver olvidándonos del físico y centrándonos en ellos como personas. Así, Dana Scully desarrolló sus estudios forenses y se encargó de autopsias y procedimientos médicos un poco tétricos, espacio que parecía estar reservado para hombres. Desde que ella llegó, más personajes femeninos han tomado las riendas en las series de medicina e investigación como seres independientes, y no pegados a un hombre.

La Conspiración.

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La cruzada de Mulder, la búsqueda de su hermana, no consiste sólo en la búsqueda de vida extraterrestre, sino en poner al descubierto una conspiración por la cual el gobierno estadounidense conoce la existencia de ella, colaborando además en su encubrimiento. En  la primera temporada no hay rastro de todos los elementos identificativos de la serie, tales como abejas, los trenes, los campos de maíz o el misterioso grupo conocido como el Sindicato, liderado (en ocasiones) por El Fumador, quien sí aparece desde el principio.

Aun a día de hoy, con ejemplos tan claros como Expediente X o Perdidos, las series de televisión no tienen un rumbo fijo. Parten de una idea, y la van desarrollando según responde la audiencia. En el caso de Perdidos, los guionistas tenían ideado hasta el momento en que encuentran la escotilla enterrada bajo el suelo de la isla, pero no sabían lo que había en su interior. Todo lo demás (el humo negro, la iniciativa Dharma, los viajes en el tiempo o las dos deidades personificadas en Jacob y su hermano) fue ideado mucho después. Esa es la razón por la que series como Flashforward o Alcatraz tuvieron que realizar un parón tras los primeros capítulos para ver hacia dónde iban a ir los guiones. La técnica del ensayo y error puede ser útil en algunos aspectos, pero deja demasiados cabos sueltos, que en ejemplos como estos son evidentes.

Prueba de ello son capítulos como Espacio, donde un famoso astronauta se ve poseído por una especie de espíritu alienígena que sabotea los programas de exploración espacial, como si no quisiera que descubriésemos qué hay más allá, y que tiene la propiedad de sobrevivir en el espacio más absoluto. Esto abre mucho las posibilidades sobre la enorme cantidad de especies que podría haber ahí fuera, pero no se la vuelve a mencionar en toda la serie. O Hielo, que imita bastante a la película de John Carpenter “La Cosa” y donde aparecen algunos gusanos alienígenas.

También tenemos la oportunidad de ver que los militares contaban con aviones experimentales que quedaban enmascarados como supuestos OVNIS, producto, tal vez, de tecnología alienígena siniestrada, pero no es hasta Ente Biológico Extraterrestre, donde podemos ver un poco de continuidad y coherencia con la trama principal cuando Garganta Profunda, un misterioso informador de Mulder, les da la noticia de que un OVNI ha sido derribado y su tripulante trasladado con vida a un emplazamiento secreto. El capítulo en sí es una pericia de la concisión, ya que no llegamos a ver al supuesto ser, pero sí los lugares donde lo han retenido, dejando que la imaginación del público complete esos “huecos” que el guión no llega a concretar.

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Garganta Profunda es el pseudónimo que se dio a un misterioso informante relacionado con el caso Watergate, que proporcionó información a varios periodistas acerca de la implicación del presidente Richard Nixon en el escándalo. El auténtico Garganta Profunda fue un agente del FBI cuya identidad se desconoció hasta el 2005, y falleció en el 2008 a los noventa y cinco años de edad. Aquí, proporciona a Mulder información sobre los experimentos militares relacionados con tecnología extraterrestre, sin que quede muy claro qué clase de beneficio obtiene con ello.

Al final de E.B.E., cuando llegan hasta el lugar donde mantienen retenido al extraterrestre, Garganta Profunda se le acerca para decirle que el ser ha muerto, y le revela la existencia de un pacto firmado por varios países, entre ellos los Estados Unidos y la Unión Soviética por el cual, cualquier país responsable de la captura de un ser extraterrestre vivo sería responsable de su eliminación. Aquí intuimos que hay mucho más de lo que nos cuentan, y que por fin empieza a aclararse, de la misma forma que en Erlenmeyer Flask, vemos un feto extraterrestre congelado y cómo el misterioso tipo al que apodaremos ‘El Fumador’ es el encargado de hacer desaparecer las pruebas en un enorme almacén en los niveles subterráneos del Pentágono y que nos recuerda muchísimo al plano final de Indiana Jones: en busca del Arca Perdida.

Es posible que los productores pensaran que al público le iba a costar seguir una trama tan oscura, abstracta y pesimista, por lo que decidieron otorgar una serie de capítulos autoconclusivos que no tendrían nada que ver con la trama y que supondrían una especie de descanso para la misma, a la vez que se aprovechaba para que los agentes del FBI pudiesen investigar todo tipo de sucesos paranormales. Esta forma de estructurar la serie, dividiendo los capítulos como “Mitológicos” (aquellos que se centran enla Conspiración) o los de “El Monstruo de la Semana”, fue bastante original, y numerosas series la han copiado o adaptado años más tarde. El detonante fue, seguramente, “Escurridizo”, capítulo protagonizado por uno de los monstruos favoritos del público, Eugene Tooms, un hombre normal y corriente salvo por el hecho de que tenía la facultad de estirarse y alimentarse con hígados humanos antes de comenzar una hibernación que durará treinta años. (Por cierto, Tooms saldría años más tarde en la serie ‘Perdidos’ como Horace, el líder barrigón y greñudo de la Iniciativa Dharma). De hecho, Tooms tuvo tanto éxito entre la audiencia que el personaje regresó al final de la primera temporada para finalizar su arco argumental.

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A lo largo de las temporadas se explorarían todo tipo de sucesos paranormales, desde la telequinesis, los vampiros, la vida más allá de la muerte y casos tan excepcionales como el hombre con más suerte del mundo, los intercambios de cuerpo, hombres que se alimentan de tumores cancerígenos y decenas de cosas más. En la primera temporada se habla de ordenadores con conciencia y de un hombre capaz de crear fuego, también se habla de una colonia extraterrestre asentada en la Tierra de la que no se vuelve a tener noticia (un capítulo que demuestra la confusión inicial) y donde aparece Nicholas Lea, que más tarde se convertiría en personaje regular en la serie al interpretar a Alex Krycek. Es muy común que varios actores repitan interpretando distintos personajes, y eso llegará incluso a afectar al famoso John Locke de Perdidos, al que cuento en unos cuatro capítulos, todos ellos con identidades diferentes.

Uno de los pocos episodios que se centran en la agente Scully fue también uno de los más recordados, Beyond the Sea, donde un condenado a muerte interpretado por Brad Dourif (Lengua de Serpiente en El Señor de los Anillos) parece regresar de la otra vida con visiones del padre de la agente, fallecido recientemente. Los capítulos autoconclusivos serían un gran acierto de la serie, y acabarían dividiendo a los seguidores entre aquellos quienes preferían éstos a la Trama y los que se decantaban por el fumador y toda la iconografía. Yo, la verdad, es que elijo el equilibrio entre ambos.

La primera temporada de Expediente X acabaría con el asesinato de Garganta Profunda, que en sus últimos momentos logra articular un “No confíe en nadie” tras sacrificarse a sí mismo para liberar a Mulder, que ha sido retenido. Mulder y Scully sobreviven, pero sólo para descubrir que su departamento ha sido clausurado y ellos, divididos y enviados a distintos destinos. Esta sensación de pesimismo y de tenerlo todo en contra será una característica de la serie, y la acompañará hasta su mismo final, nueve años más tarde. Tan sólo hemos arañado la superficie de una trama que no existe todavía, y nos queda aún bastante para comprender la verdadera esencia de la serie y que yace en las tramas acerca de experimentos médicos,la Guerra Fría, los indios Anasazi, el aceite negro y los colonizadores alienígenas.

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