Revista Cine

Estreno de "Thomas vive": un drama teatral sobre la honestidad y la conciencia

Publicado el 16 noviembre 2014 por Amendiz @alfonso_mendiz
(JUAN JESÚS DE COZAR).- Es posible que algunos lectores recuerden un artículo publicado en este blog  el año pasado, en el que se prometía una reseña crítica de “Thomas vive”, la película que el director onubense Antonio Cuadri (Trigueros, 1960) rodó en 2013. El momento de ese post ha llegado, porque el film se preestrena el próximo 20 de noviembre en una sesión especial dentro de la 40ª edición del Festival Iberoamericano de Huelva. Un día más tarde, el 21, tendrá lugar el estreno nacional.
El Thomas de la película es, naturalmente, Santo Tomás Moro, aquel que afirmó: “Un hombre puede perder la cabeza fácilmente, y, sin embargo, no sucederle por esto ningún mal”. Un santo al que conviene recordar mucho en nuestros días, porque la palabra corrupción se ha convertido en la más gastada del DRAE, y Moro murió “incorrupto”. Conviene recordarle porque las portadas de la prensa escrita o digital nos presentan a diario comportamientos éticamente lamentables, y Moro actuó siempre con integridad. Y, sobre todo, nos conviene recordarle porque, en medio de tanta confusión moral, muchos intentan descubrir la luz de la propia conciencia, y Moro es un ejemplo actual de cómo seguir con heroica fidelidad los dictados de la conciencia.
El magnífico cartel de la película resulta revelador desde el mismo título, donde un historiado “Thomas” interacciona con un moderno “vive; y donde unos actores vestidos de época posan para una fotografía con móvil. El guión del film –de Claudio Crespo y del propio Cuadri– nos presenta las inquietudes de una compañía de teatro, mientras prepara una obra sobre los últimos días de Thomas Moro. Los ensayos se enmarcan en el Monasterio de San Isidoro del Campo de Sevilla, una auténtica joya arquitectónica.
Al ritmo sosegado de la obra teatral, se contrapone el estrés del presente (la madre con su hijo enfermo, dos amigos apunto de romper); y al dilema de Moro, las preocupaciones del hombre y la mujer actuales. “Al final –afirma Cuadri–, las tramas y los conflictos de actores y actrices de hoy en día se entremezclan con las de los personajes de la obra, en un sutil pero evidente juego de espejos”. Un juego –podríamos concluir– en el que adquieren sentido y vigencia la actitud y el sacrificio de Moro.
Aunque Cuadri ha rodado con el escaso presupuesto que le han concedido, ha sabido sacar partido a los bellos interiores, al empleo de diversas texturas y colores, y a las estupendas interpretaciones de los actores de la compañía Teatro Clásico de Sevilla, bastantes de ellos con numerosas funciones a las espaldas, y alguna que otra incursión en el cine. A Juan Motilla, por ejemplo, lo hemos podido ver recientemente en “El Niño” (Daniel Monzón, 2014).
La película rinde un intencionado –y merecido– homenaje al teatro, y la puesta en escena es fiel a este compromiso. “Pretende ser, nada más y nada menos –explica el director–, que Cine de Actores, película para amantes del teatro y de la historia, y una humilde pero profunda reivindicación de la cultura, de los valores de la integridad del ser humano en este ‘nuestro mundo después de Internet’, en plena efervescencia de redes sociales y soledades globales digitalmente compartidas, en las que quizás es más necesaria que nunca la mirada al interior de nosotros mismos”.
Sin duda, una buena elección para los amantes del cine de calidad.

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