Revista Cocina
Está sentada en el porche, junto a la puerta de cuyo pomo cuelga un grueso cordón rojo, apoyaba su cuerpo sobre la blanca pared encalada, buscando el calor de los primeros rayos de sol; mira dulcemente a la calle aún desierta, cielo, calle, nada de importancia, la misma uniformidad de las fachadas de las casas de enfrente, interrumpida por el subir de la persiana de mi dormitorio.
La mañana se inicia apacible, soleada, poco a poco el sol se va elevando, amanece y mi despertar perezoso y a la vez esperanzado es iluminado por los reflejos de sol que se filtran a través de las ventanas que me anuncian un día de primavera; aspiro hondo sintiendo la brisa de la mar en calma.
En la calle un silencio sonoro, suenan el repicar alegre de las campanas de la Iglesia, como fondo de un estribillo musical hermoso, los trinos de los pájaros, alegría preparatoria del renacer de la vida, cantos en un juego de persecución amorosa, coro del amanecer. se unen con sus melodías sin otro motivo que celebrar la existencia, el nuevo día y la alegría de vivir.
Cantan al alba, aún sin apenas luz, revolotean en una persecución alegre las golondrinas, las tórtolas posadas en los tejados miran hacia abajo y cantan suave, dulcemente, mientras los negros mirlos nos regalan sus trinos aflautados, con tonos altos y bellos gorjeos acompañados por el inequívoco trinar de mis queridos y adorados gorriones.
Ella, los mira mientras se posan en el limonero que mece sus ramas al compás de sus vuelos, moviéndose pesadamente los limones “cascarúos” propios para degustar en la Semana Santa malagueña. Desde sus ramas, al pasamanos de la escalera, allí se posan los intrépidos gorriones, a su vera, sin miedo y ella los mira, dulce y plácidamente.
Y una vez más mira al frente, hacia mi ventana y me parece a pesar de la distancia, que me sonríe.
Ella es Blanquita, la dulce, preciosa, dócil y cariñosa Golden Retriever de mis vecinos de enfrente…. Y desde Mi cocina, sube el olor a café recién hecho, a tostadas, a galletas recién horneadas…..
Unas deliciosas galletas que reflejan la luz, el amanecer de un dia de primavera.
¿Se animan a probarlas? Aviso: son adictivas, no pueden dejar de comer…..son deliciosas.
¿Cómo prepararlas?
Ingredientes para 15 galletas:
110 gr.de mantequilla (a temperatura ambiente), 70 gr. de azúcar glas, una yema de huevo, una cucharada pequeña de extracto de vainilla, 140 gr. de harina (usé especial para hacer bizcocho, la bizcochona que solomos encontrar en cualquier supermercado), una pera pequeña cortada en trozos muy pequeñitos, un pellizquito de sal.
Para la decoración:
70 gr.de azúcar glass, una cucharadita pequeña de extracto de menta, una cucharada sopera de agua caliente.
Los pasos a seguir:
Poner la mantequilla y el azúcar en un cuenco batiendo de forma que quede bien mezclados. Incorporar la yema de huevo y la vainilla sin dejar de batir.
Tamizar la harina y la sal, mezclar bien y agregar los trozos de pera, removiendo todo los ingredientes cuidando de que no queden grumos.
Hacer un tronco con la mezcla, envolviéndolo en papel transparente, metiéndolo en el frigorífico durante una hora aproximadamente.
Mientras, precalentar el horno a 190º C.
Desenvolver la masa y cortarla en rodajas de unos 5 mm. De grosor con un cuchillo de sierra que esté bien afilado, mojándolo de vez en cuando si fuese necesario para que no se pegue la masa en el filo.
Ir colocando los trozos en la bandeja del horno, sobre papel de hornear, dejando distancia entre ellas.
Hornear durante unos diez o quince minutos (hasta que se vean doradas).
Sacar del horno y dejarlas enfriar sobre unas rejillas.
En un cazo echar el azúcar glass, el agua caliente y el extracto de menta, removiendo hasta que el glaseado tenga la consistencia de la nata (si es preciso añadir más azúcar glass).
Trazar unas líneas de glaseado sobre las galletas, una vez que éstas estén frías, esperar a que el glaseado se haya solidificado.
Si quieres escuchar el canto de los pájaros, no compres una jaula, planta un árbol.