Mumblecore. Si introducen esa palabra en el traductor de Google, no obtendrán ningún resultado. Probemos, pues, con 'mumble', que nos da el siguiente resultado: 'mascullar'; otros diccionarios también nos podrían dar como traducción válida la de 'farfullar'. La cuestión es que esa de 'mumblecore' es la denominación con que se ha venido a etiquetar una corriente, dentro del cine independiente usamericano reciente, en la cual se da predominancia, dentro del relato fílmico, a la cháchara de los personajes, un diálogo permanente en el que hay cabida para la cavilación más (pretendidamente) profunda y la insustancialidad más banal. O, lo que sería lo mismo, el cine de Eric Röhmer (un cine que, por cierto, me encanta...) introducido en apartamentos de mobiliario magro y traducido a la lengua de Shakespeare. Ni más ni menos...'Hannah takes the stairs' (no consta título en español, dado que no ha llegado a estrenarse en salas comerciales en ningún país de habla hispana) pasa por ser uno de los títulos señeros y más representativos de la corriente. Y no lo es sin fundamento, desde luego que no: en sus poco más de ochenta minutos de metraje, su protagonista, la Hannah del título (a la que encarna con desarmante naturalidad una Greta Gerwig que poco tiene que envidiar a cualquiera de las musas röhmerianas de los setenta y ochenta del pasado siglo), sostiene interminables conversaciones, plagadas de monosílabos y esbozos de frase, con el resto de personajes de la función, un elenco limitado a su novio inicial, su compañera de piso y sus compañeros de trabajo. Y, cómo no, se enamora y desenamora con la celeridad a que la empanada mental que le aqueja es capaz de impulsar sus inestables neuronas afectivas.La de 'Hannah...' es una historia mínima, de consistencia casi etérea, que se desarrolla en entornos tan limitados como el apartamento de la protagonista, en el que vive con su amiga Rocco, y su oficina, a la que acude diariamente en un autobús cuya parada constituye ubicación de plano para el arranque de cada secuencia, y en la que se dedica, junto a sus compañeros Paul y Mike (dos tipos de aspecto sencillo e ínfulas intelectuales más que suficientes para noquear sentimentalmente a su partenaire con suma facilidad), a pergeñar guiones para una sitcom; una historia en la que las únicas certezas son las que marcan los cambios de pareja de Hannah, reales y efectivos. ¿Lo demás? Divagaciones y excursos. Ni más ni menos...Si es ése material de la mínima entidad necesaria para armar con él un largo de ficción, es algo difícil de valorar: será complicado que el espectador acostumbrado a un cine de corte más comercial entre al trapo de una propuesta como ésta. Al fin y a la postre, todo cine de vocación minoritaria, ajeno a los mecanismos narrativos y visuales del mainstream, ha de apelar a la complicidad de su espectador; captarlo con elementos sobre los que hay una convención previa que marca una predisposición positiva hacia él. Y, en tales casos, la labor del crítico, más allá de la valoración, ha de tender sobre todo a dar cuenta de las claves, cartografiar para el futuro navegante ese mar por el que habrá de navegar (si así lo desea). Amigos lectores, pues, avisados quedan.
CALIFICACIÓN: 6 / 10.-