Revista Cocina
En alguna ocasión, hace mucho tiempo leí una frase que decía así: Los helados son los primos hermanos de los pasteles y si estos son joyas cuajadas de gemas…los helados son arquitecturas de felicidad.
En aquella niñez de los finales de los 50 ¿o quizás mi memoria me falla y eran principio de los años 60?....¡¡ da igual !! En aquella época, el tiempo y el progreso corrían lentamente, iban de la mano.
Decía que en aquellos años, a los niños, llegado el verano, a la caída de la tarde, después de un largo día de calor, amortiguado bien por los baños mañaneros en la mar y por las tardes, con una rápida ducha de agua fría traída en cántaros de barro desde los profundos y negros pozos, que abundaban en la barriada marinera del Palo, lugar donde nací y disfruté de mis primeros años de vida.....felices, esperabamos con algarabía las tardes-noches veraniegas.
Para salir a jugar o pasear, o ir a tomar un helado.....nos solían peinar nuestras madres, a las niñas con sus trenzas adornadas con sendos lazos de seda y a los chiquillos, bien repeinados con su raya al lado.
Con nuestra vestimenta reluciente, las blancas sandalias por donde asomaban los calcetines de hilo, también de un blanco reluciente y nos ponían la Rebequita por si refrescaba y caía el relente al atardecer.
Hora de ir por un helado….bien a la heladería de frente a la iglesia, a Godoy….o si había más gana de pasear, a Lauri, cerca del cine de verano, que si quizás había suerte, podríamos entrar a una sesión de cine en programa doble que constaba siempre de una película de acción, generalmente de convóis (cowboy) y otra de aquellas de “amores” donde la canción española era la gran protagonista.
Aquel largo paseo, discurría soñando con los helados, andando paralelo a las vías del tren, escuchando el rumor de las olas que nos embriagaban los sentidos, oliendo el salitre de la mar, que se mezclaba con el olor de los viejos eucaliptos que nos acompañaban por el camino y el perfume de los jazmines, de las damas de noche y las rosas de pitiminí y demás flores que sobresalían por las verjas de las señoriales casas de Pedregalejo.
Nada más entrar en la heladería, ver y oler los helados ya era todo un regocijo. Fresa, chocolate, turrón, vainilla, nata….tutti frutti, la chiquillería, esperaba a que los cucuruchos fuesen rellenados con aquellos deliciosos helados que nos dejaban con la boca abierta y la boca llena de saliva, cada vez que alguien ya pasaba con él en su mano luciendo el tan anhelado helado mientras se hacía "cola" esperando turno.
Alli, en el frio y alto mostrador, en cubos metálicos con agua, sobresalían y se enjuagagaban en ella una y otra vez las cucharas mecánicas con las que depositaban las preciadas bolas de helado sobre los crujientes cucuruchos de galletas.
No puedo olvidar, los “cortes” de chocolate y nata o nata y fresa, de donde recortaban rebanadas que se emparedaban con galletas.
O los polos de hielo….de limón, de fresa o de naranja.
Helados de nuestra niñez, que me hacen viajar en el recuerdo y una vez más en la añoranza de mi familia, de mi madre ante todo, que adoraba éste helado de tutti frutti, era su preferido….también de mis tios y de mis primos, quienes hoy, viendo la foto del helado en las redes sociales, todos me han escrito…..el helado que gustaba a “padre”, a mi madre…..lo tomábamos en Lauri……¡¡ es quizás entonces, el helado de mi familia !!
También el preferido de mi suegro, y para ello, una vez más, mi suegra me hace acopio de las frutas escarchadas en Mi Cocina. Para ellos dos, lo preparé....
¿Cómo lo hice?Ingredientes: Fruta escarchada (la cantidad y la variedad al gusto), 2 yemas de huevo, 100 grms. de azúcar, dos cucharadas soperas de esencia de vainilla, 200 ml. de leche (una taza aproximadamente), 200 ml. de nata liquida para montar (30% materia grasa), 50 grms. de azúcar glas.
En ésta ocasión, ésta es la fruta que he usado (piña, fresa, mandarinas, pera, albaricoque, kiwi….)
Los pasos a seguir:
Meter el recipiente donde se vaya a montar la nata en el frigorífico (tanto éste como la nata deben estar muy frios).
Diluir la esencia de vainilla en el vaso de leche.
En un cuenco, echar el azúcar y las yemas de huevo, mezclar bien con unas varillas hasta conseguir una masa homogénea y blanquecina.Añadir sin dejar de remover la leche fría, removiendo bien de forma que queden integrados todos los ingredientes. (1)
Sacar el recipiente donde se vaya a montar la nata del frigorífico y montar la nata con unas varillas.
Agregar la nata montada a la masa con movimientos suaves y envolventes hasta que quede una masa homogénea.
Si tienen la heladera, siguiendo las instrucciones del fabricante, echar la masa en ella hasta conseguir la consistencia deseada.
Mientras se hace el helado, trocear la fruta confitada en daditos pequeños.
Un poco antes de que el helado esté listo, añadir las frutas confitadas y dejamos que se mezclen bien con el helado.
Sacar el helado de la heladera y echarlo en el recipiente donde se vaya a guardar.Introducir inmediatamente en el congelador.
Si no lo van a realizar con heladera, deben seguir éstos pasos:
Una vez se haya preparado la mezcla de todos los ingredientes, el paso que he indicado con la señal (1) continuar según explico a continuación:
Pasarlo al recipiente donde se vaya a guardar (el consejo es que sea a ser posible un recipiente de aluminio), tapar con papel film y meter en el congelador durante tres horas.
Transcurridas las tres horas, sacarlo del congelador dejando que se ablande un poco, remover bien.
Montar la nata y añadirla al helado removiendo con suaves movimientos envolventes hasta conseguir una mezcla homogénea.
Volver a tapar con papel film y meter nuevamente en el congelador durante una hora.
Pasado ése tiempo, sacar del congelador y remover para evitar que se cristalice, realizando ésta operación al menos dos o tres veces más.
Un helado, lleno de color, sabor, cariño y recuerdos para los mios……