El fin de semana pasado tuvo lugar la 52ª Fiesta de la 'Verema' de Sitges dedicada a Vizcaya. El sábado tuve el honor de acompañar a Bodegas Torres en una serie de actos organizados para la ocasión.
La mañana empezó con una visita a la Bodega Jean Leon. Un paseo por la historia de la bodega y sus instalaciones a cargo del enólogo Xavi Rubires, que culminó con una cata guiada de tres de sus vinos.
Puerta original de la bodega donde reposan las barricas de Jean Leon
Barricas a punto de entrar en reposo
Continuamos la jornada con una visita a Bodegas Torres y un vídeo de la historia de la compañía.
Tras el vídeo, un trenecito nos llevo hasta la Bodega Waltraud, la nueva bodega de Torres, diseñada por el arquitecto Javier Barba, que se integra en harmonía con el paisaje y resulta un lugar ideal para la vinificación y crianza de los vinos de Torres.
La oscuridad de sus salas de crianza y el silencio son el entorno ideal para el reposo y evolución de los mejores vinos, tanto en barricas de roble como en botella.
Esta bodega hace gala de un diseño ecosostenible:
- Fue construida bajo el nivel natural para reducir el impacto visual sobre el paisaje.
- Posee una gran placa fotovoltáica en la entrada que le da suministro para la iluminación.
- La arena blanca que la rodea favorece el efecto albedo, fenómeno natural provocado por el reflejo de la luz solar.
- La vegetación leñosa plantada a sus alrededores reduce el consumo de agua.
Mientras, una colla Castellers nos encandiló con sus formaciones.
Una vez pasamos al salón, con unas vistas espectaculares de la finca, empezó el baile gastroenológico. De primero, un sorprendente canelón de berenjena ahumada con requesón maridado a la perfección con un Pazo das Bruxas 2012.
El segundo plato, un tradicional suquet de rape con puré de patatas con el que me vi obligada a mojar pan, estuvo acompañado por un Marimar Estate Pinot Noir 2006 recién llegado de California.
Y para terminar, el postre, una espuma de crema catalana con helado de canela acompañado por el Moscatell Floralis de Torres.
Sin duda, fue una de las mejores jornadas gastroenológicas que he vivido, no solo por los grandes vinos que bebí o los ricos manjares que comí, sino por la oportunidad de conocer a grandes personas de este mundo gastro que tanto impone pero tanto me gusta.
En algunos momentos me sentí abrumada y permanecí callada (quien me conoce sabe que no callo ni bajo el agua), pero solo pensar que he compartido mesa con uno de los padres del periodismo gastronómico en Bilbao, Javier Urroz, me hace sentir especial.
¡Hasta la próxima!