¿Os ha pasado alguna vez que nunca te habías fijado en una persona, y después de verla una vez, la ves todos los días y te la encuentras en todos los sitios? Pues esto es lo que me ha pasado con Guillaume Canet. Si en la anterior crítica de la película Last Night decía que el actor Guillaume Canet no me sonaba de nada, hoy me encuentro con la sorpresa de que el director de Les Petits Mouchoirs no es otro que Canet. Un día después de ver su potencial como actor, veo su más que interesante dirección en Les Petits Mouchoirs. El film, conocido en España como Pequeñas Mentiras sin Importancia se estrenó el 27 de Mayo y a dejado buen sabor de boca a la mayoría de gente que lo ha visto más allá de su mayor o menor afición al cine. Un par de recomendaciones, las buenas críticas leídas y el más que interesante reparto han hecho que acabara por ver la película.
Les Petits Mouchoirs nos cuenta el viaje de vacaciones de un grupo de amigos que vive en París. Esas vacaciones están marcadas por el hecho de que uno de ellos acaba de sufrir un accidente y está gravemente en el hospital. Como cada año, el grupo de amigos y sus respectivas parejas se van a la casa de la playa de Max, un propietario de un restaurante, donde se relajan, sonríen, beben y dejan atrás las preocupaciones de París.
El film funciona como un torrente de emociones controladas. Cuál director de orquestra, Guillaume Canet es capaz de dosificar cada uno de los personajes, una tarea nada fácil al ser muchos, y desatar sus sentimientos en los momentos adecuados, ofreciéndonos un mosaico de comportamientos humanos, todos diferentes pero todos con puntos en común. Un torrente que termina desembocando en sentimientos y reacciones más o menos racionales o instintivas, pero al fin y al cabo humanas.
La película no tiene demasiado de excepcional. Es una comedia con mucho drama. Técnicamente cumple sin destacar en excesos. Destaca, eso sí, una banda sonora nostálgica, con grandes éxitos conocidos del pasado y alguna canción actual que están muy presentes a lo largo del film. El montaje es efectivo pero convencional, así como el desarrollo. Incluso le sobran 30 minutos ya que a veces da la sensación que la película no acaba de avanzar al ritmo que debería. Pero aun así, en un verano tan malo cinematográficamente hablando, Les Petits Mouchoirs es una película refrescante, cómica, dura y sincera, de visión obligada para todo aquel que quiera ver algo más que un blockbuster del montón.
Las interpretaciones es sin ninguna duda el punto fuerte de la película. François Cluzet (asombroso parecido con Dustin Hoffman) Marion Cotillard, Benoît Magimel, Gilles Lallouche, Jean Dujardin, Laurent Lafitte, Valérie Bonneton, Pascale Arbillot y Joël Dupuch entre mucho otros llevan todo el peso de la película. Sus sobrias, calculadas, a veces contenidas actuaciones dan vida al grupo de amigos. Ninguno parece tener más protagonismo que otro en su conjunto y, justamente ahí reside su fuerza. La unión, el hecho de que todos los actores trabajan y dan sus mejores actuaciones para la película les beneficia a ellos y a la película.
Les Petits Mouchoirs o Pequeñas Mentiras Sin Importancia forma parte de ese cine francés que tan bien sabe retratar las dudas, los miedos y los sentimientos escondidos, la hipocresía de una clase media, media-alta que a simple vista parece que no tiene problemas. Los franceses son buenos en ese tema, y esta película es otro buen ejemplo de ello.
Nota: 7’5/10