La traducción es de Darío Novaceanu, publicada en la UNAM, potente e inquieta Universidad de México, para mí, todo un referente en poesía española.
Para los lectores
Allá está mi casa. Más allá es sol y el huerto con colmenas.
Vosotros pasáis por el camino, miráis por entre las rejas
y esperáis a que os hable. ¿Cómo empezar?
Creedme, creedme,
se podría hablar sobre cualquier cosa cuanto se quisiera:
sobre el destino y sobre la serpiente del bien,
sobre los arcángeles que surcan con su arado
los jardines del hombre,
sobre el cielo hacia el cual crecemos,
sobre el odio y la caída, sobre tristezas y crucificaciones
y más que nada sobre el gran correr.
Pero las palabras son las lágrimas
de los que quisieron llorar y no pudieron.
son tan amargas todas las palabras;
por esto, dejadme
pasear mudo entre vosotros,
salir a la calle con los ojos cerrados.
El roble
En la clara distancia siento desde el pecho de una torre
cómo suena el corazón de una campana,
y en los dulces sonidos
se me antoja
que gotas de silencio y no de sangre
son las que corren por mis venas.
¿Por qué, oh roble, en el umbral de la selva,
cuando a tu sombra me acojo
y me acaricias tus trémulas hojas,
por qué me vence con sus alas frágiles
tanta paz?
Imposible saberlo. Tal vez con tu tronco
muy pronto han de hacer mi ataúd.
Y es quizá el silencio que me espera
dentro de mi ataúd el que ahora siento.
Gotea e mi alma desde tus hojas
y mudo
escucho crecer en tu tronco el ataúd.
Mi ataúd
creciendo en ti a cada instante que pasa,
oh roble en el umbral de la selva...
Lucian Blaga, ese loco poeta