Hoy tenía en casa de invitado a otro Nacho, amigo de mi hijo Nacho, que es un joven jugador de basket de 2.02 m de estatura y un apetito digno de esa altura.
La pasta siempre es una baza segura para los adolescentes, así que fue el primer plato que decidí darles, pero adaptado al estilo americano.
Igual que en España decimos: no sabe ni freír un huevo y es esa la primera comida que aprendemos a elaborar, en USA lo primero que ellos cocinan son los macarrones con queso.
Aunque hay miles de recetas distintas, he trasteado por la red y he leído algunas recetas, de manera que esta que os subo es una combinación de todo lo que he visto y parte de improvisación sobre la marcha.
Para 6 personas con hambre canina:
- 450 g de macarrones o coditos (75 g por barba)
- 750 mL de leche
- 3 cucharadas colmadas de Maizena
- 1 cucharada de mostaza a la antigua
- aceite de oliva virgen
- 20 g de mantequilla (una cucharada)
- 1 brik de nata líquida (200 mL)
- 200 g de mezcla de quesos rallados (que incluyan Cheddar)
- sal y pimienta
Se pone en una olla grande abundante agua salada a cocer. En el momento en que rompa el hervor, se añaden los macarrones, se espera a que se recupere la ebullición y se cuenta un poco menos del tiempo al dente, pues se acabarán haciendo en el horno.
Se precalienta el horno con calor arriba y abajo a 200ºC.
Empezamos a preparar la salsa, que es una especie de bechamel con harina de maíz, en lugar de con harina de trigo. Podéis hacerla con harina de trigo si lo preferís.
Se pone en una cazuela el aceite de oliva (3 cucharadas) con la mantequilla. Se agrega la harina y se remueve enérgicamente con una cuchara de palo. Se incorpora, poco a poco, la leche sin parar de remover, hasta que quede una pasta ligada.
Se salpimenta y se añade la cucharadita de mostaza antigua, que le da un sabor muy agradable.
Cuando la salsa esté hecha, se retira del fuego y se añade casi todo el paquete de queso rallado (reservamos un poco para espolvorear por encima). Se remueve todo de nuevo.
Se escurren los macarrones y se ponen en una fuente de horno alargada. Se vierte la salsa por encima, dejando que impregne bien a los macarrones.
Como a mi me parece que me quedó un poco seco, utilicé un brik de nata líquida para cocinar, que calenté en la misma cazuela de la bechamel, salpimenté y añadí una pizca más de queso. Vertí esta salsa sobre los macarrones para que estuvieran más jugosos, pero a lo mejor a vosotr@s no os hace falta...
Se espolvorea con más queso -si, sé que es una bomba, pero un día es un día- y se pone en el horno a gratinar durante 15 o 20 minutos. Se sirve de inmediato.