Revista Cocina
Hace más de doce años que mi papá está enfermo. No importa de qué, esto es intrascendente cuando uno habla de estos temas. Pero lo que sí importa realmente es que estuvo a la espera de un medicamento experimental, que lo ayudaría con su problema, durante casi tres años. Día tras día, todos esperábamos la noticia de que por fin la droga había llegado… No quiero seguir por esta línea y mencionar una retahíla de cosas que de una u otra forma influyeron en que hoy, redacte estas líneas en pasado… Porque la droga llegó y la espera se acabó. Hace tan solo 10 días que la está tomando, pero ya ha cambiado… ya está comenzando a ser mi viejo de antes… y mi hermana y mi vieja sonríen felices otra vez. Y por qué les cuento esto en un blog de vinos? Que se yo… la verdad es que quería contarlo, sacarme un poco esa bronca que tenía dentro y gritar fuerte… como cuando boca mete el gol del triunfo en el minuto 45 del segundo tiempo. Así de fuerte… Y además había que festejar… este fin de semana había que festejar!
Momentos especiales deben ser acompañados de vinos especiales (un vino se hace especial por muchas cosas, y les afirmo que no tiene nada que ver con su precio). Por su filosofía y forma de vivir y hacer el vino, y quizá un poco también por su actitud paternal (el día que lo conocimos y siempre… puede ser por eso), el festejo debía ser con un vino de Don Ángel Mendoza. Así que descorchamos un PURA SANGRE 2006, a la salud de Jesús. Este corte Malbec-Cabernet Sauvignon es de otro planeta por varias cosas. Primero porque es puro terruño (Lulunta se siente en la madurez de la fruta), segundo porque es rico (es intenso, aromático, equilibrado, sedoso, complejo, interminable) y tercero porque está hecho con coraje, con alma y vida… justo, justo, lo que necesita mi viejo.Maridó a las mil maravillas con unas empanadas variadas al horno que hizo mi vieja (si digo que son las mejores empanadas del mundo nadie me va a creer… pero no duden de lo que les estoy diciendo. Son las mejores del mundo!), y nos acompañó en la primera noche, luego de algunos años, en la que por fin pudimos sentir que la vida nos dio otra oportunidad.
A Ana, Adriana, Patón, y demás eslabones de la cadena... Infinitas gracias. Y a Noemí que siempre creyó, mucho más que yo.Salute, viejo querido.