Yo es que no lo entiendo. Hace diez años la gente se mataba por tener aunque fuera un pedacito de la adaptación cinematográfica de El Señor de los Anillos. De hecho el tráiler de la primera entrega fue visto más veces que el de la infumable “La amenaza fantasma”, y hoy, la gente parece empeñada en que la precuela de una de las mejores sagas de fantasía de todos los tiempos jamás vea la luz. Ahora los sindicatos de actores están pidiendo a sus miembros que no acepten papeles en la película debido a las supuestas malas condiciones y a la explotación a la que son sometidos (yo no quiero decir nada… ¡¡¡pero es que aún no han empezado a rodar!!! ¿Cómo va a haber mal ambiente si no se está trabajando en ello?) a lo que Peter Jackson ha saltado que se trata de una estrategia de los sindicatos para aumentar su poder en Nueva Zelanda.
Pase lo que pase al final, “el Hobbit” un proyecto del que se lleva hablando años y que parecía sencillo y rápido de realizar, se ha convertido en una película maldita, y cuando las cosas empiezan mal, peor acaban, por lo que yo no sé si creerme eso que dice Ian McKellen acerca de que está convencido de que se empiece a grabar en Enero, pero una cosa está bien clara: después de tantos problemas económicos, de casting, de directores y de guión, o aquí sale una obra maestra, o un engendro. No hay término medio.
Como sé que estas noticias dan mal rollo, os dejo con una foto de Ian McKellen en una manifestación pro-gay, donde deja claro que para chulo, él.
Soy Gandalf y Magneto ¡Supera eso!